Hasta hace dos años -falleció en mayo de 2017- Zbigniew Brzezinski era considerado como uno de los mayores estrategas y expertos en geopolítica de EEUU. Como consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Jimmy Carter y posteriormente como asesor en política internacional de Obama, Brzezinski fue testigo de excepción tanto de la Revolución Islámica de 1979, que entronizó al régimen de los ayatolás, como del Pacto Nuclear que la anterior administración estadounidense promovió con Teherán. ¿Que advertencias dejó escritas este experto geoestratega acerca de Irán?
En su conocido ensayo «El Gran Tablero Mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geostratégicos”, Brzezinski deja claro que Irán no es un país más. Por una parte, su posición geográfica sensible lo marca como un pivote geopolítico; pero junto a Turquía, Irán debe considerarse -de una manera regional y limitada- un jugador activo desde el punto de vista geoestratégico. Es decir: Irán muestra «capacidad y voluntad nacional de ejercer poder o influencia más allá de sus fronteras, para alterar los intereses estadounidenses».
Su papel como jugador activo se ha redimensionado desde 1997, año en el que Brzezinski escribió «El Gran Tablero». En estos años Teherán ha desplegado sus redes de influencia sobre gran cantidad de países de Oriente Medio: Irak, Siria, Libano, Palestina, Yemen, Omán… Disputándose con Arabia Saudí el liderazgo político y religioso del mundo islámico, y trabando importantes relaciones comerciales, políticas y diplomáticas con otros jugadores geopolíticos activos como China, Rusia, India o Turquía. La influencia de Irán se ha dejado sentir hasta en los gobiernos del frente antihegemonista latinoamericano: en Venezuela, Argentina…
Brzezinski escribió a menudo sobre Irán, sobre todo para insistir en una idea: la manera de contener a este jugador no debía ser la guerra. «Si Israel ataca Irán, EEUU debería interceptar sus bombarderos», llegó a afirmar en 2009.
Brzezinski escribió a menudo sobre Irán, sobre todo para insistir en una idea: la manera de contener a este jugador no debía ser la guerra.
En un artículo de 2006 justamente titulado «No ataquen a Irán», Brzezinski advierte al entonces presidente Bush que existen «cuatro razones que deberían llevarnos a rechazar un ataque militar a Irán”.
“Primero, sería un acto de guerra unilateral que haría de EEUU un ‘fuera de la ley’ internacional. Segundo: la reacción iraní aumentaría las dificultades que tenemos en Irak y Afganistán. El Hezbolah libanés retomaría la lucha armada y el conflicto contra un país de más de 70 millones de habitantes podría durar una década”.
“Tercero: el precio del petróleo podría aumentar de forma vertiginosa, minando el crecimiento mundial y provocando una ola de descontento contra EEUU. Cuarto: todo ello contribuiría a que la preponderancia estadounidense tuviera un final prematuro. Las experiencias vietnamita e iraquí demuestran que EEUU, a pesar de su poderío, no puede vencer una resistencia nacional»
«Hay que impedir que Irán fabrique la bomba, pero el mejor método es la negociación” sentenciaba un Brzezinski nada sospechoso de pacifismo: fue uno de los mayores artífices de empujar al Irak de Saddam Hussein a la guerra contra Irán, un conflicto que causó en los años 80 más de un millón de muertes.
Lo cierto es que -a pesar de los casi 15 años transcurridos desde estas palabras- sus advertencias son aún más ciertas en la actualidad. El poder y la influencia de Teherán son mucho más potentes en Oriente Medio, y el declive norteamericano se ha agravado muchísimo más.