Hablamos con Pamela Palenciano, comunicadora, actriz, activista feminista y autora de “No solo duelen los golpes”, un monólogo teatral sobre su experiencia y la experiencia universal de las mujeres en las relaciones de maltrato, el cual lleva años representando, con una mezcla de humor ácido, drama e ironía, en colegios e institutos dentro y fuera del país.
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¿Qué finalidad tiene “No solo duelen los golpes”? ¿Nació como un proyecto personal para poder expresar el dolor de tu experiencia y se ha ido convirtiendo en algo más colectivo, para todas las mujeres?
“No solo duelen los golpes” nació de algo personal, para expresar este dolor, pero siempre pensé que no era una cuestión de desahogo, de contar una historia para hacerme terapia, sino de contarlo porque es la historia de muchas mujeres. Me di cuenta en Málaga, en el centro de la mujer maltratada, escuchando las historias de las otras mujeres pensaba: “aquí somos dieciséis tías, pero ahí fuera hay muchas más.” Siempre tuve la pretensión de contar lo que a mí nunca me habían contado. Si mi testimonio me lo hubieran contado antes, si se lo hubieran contado antes a mi ex maltratador, todo habría sido muy diferente, habríamos reaccionado.
Tu obra ha ido cambiando a lo largo de los años, adaptándose. ¿Cómo se transformó de una exposición fotográfica a lo que es ahora?
Empezó como una exposición de fotografía, luego se transformó en un taller de prevención de violencia y desde el año 2009 es un monólogo teatral. Ha cambiado no solo el formato y la forma, sino lo que se dice, aunque hay una estructura de base que es una fase de mi experiencia con mi ex maltratador. Al principio yo decía: esto es una exposición de fotos contra la violencia doméstica, luego que era un taller de prevención de la violencia de género y ahora que es un monólogo que denuncia las violencias patriarcales. Cambia mucho la manera de contarlo, porque pensamos que la violencia patriarcal es solo la violencia machista, en la intimidad, de un hombre hacia una mujer, y son todas aquellas violencias que enfrentamos las personas en situación de desigualdad.
Ahora hay más conciencia sobre la desigualdad, pero también más polarización. ¿El avance del feminismo provoca más resquemores y una respuesta más radical entre sus detractores? ¿Es, en parte, una buena señal, de avance?
Hay más conciencia sobre la desigualdad y las violencias machistas. Lo que ocurre es que el avance del feminismo ha provocado más resquemores desde hace cinco años. Hasta 2017 íbamos muy bien, el problema de ese año para acá – aparte de los ataques y el avance de la ultraderecha – ha sido nuestra división como movimiento feminista. No paro de hacer un llamamiento de que, por más diferencias que existan, tenemos que estar unidas y cerca, como siempre lo hemos estado a pesar de que siempre ha habido disidencias. Hay una parte del movimiento feminista que se empeña en señalar cuál es el feminismo verdadero y decir que todo lo demás no es feminismo. Esto está generando muchísima división y facilita que la ultraderecha se cuele, y lo que habíamos avanzado lo estamos retrocediendo. La ultraderecha tiene lobbys, medios de comunicación, youtubers que trasladan mensajes peligrosos para los jóvenes. Nosotras tenemos que pensar cómo llegar con nuestras narrativas feministas a la gente adolescente.
“Falta unidad y diálogo en el movimiento feminista. Por más diferencias que existan, tenemos que permanecer juntas”.
¿Cómo recibe el público a tu monólogo habitualmente? ¿Percibes el avance en conciencia y también esa polarización?
El monólogo, en general, es bien recibido. Lo que ocurre es que llevan cinco años acosándome con varias campañas de odio, las cuales se han ido intensificando justo según ha aumentado la radicalidad de esta polarización. En 2021 me hicieron una campaña horrible y, ahora, en las aulas, hay chavales que me conocen para mal, de dos o tres vídeos muy sacados de contexto por los que creen que yo odio a los hombres. La descontextualización ha sido horrorosa, me está costando la vida quitarme todo ese odio de encima.
¿Cómo de importante es que a los adolescentes y jóvenes les hablen de violencia de género?
El monólogo está hecho fundamentalmente para trabajar con adolescentes. Lo hice porque, justamente, en mi adolescencia, tuve que enfrentarme a la violencia machista. Es importante trabajar con adolescentes siempre que sea con un discurso no culpabilizador, con el discurso de víctima y victimario, y nada más, sin ver todas las cuestiones de lo que implica ejercer y recibir violencia. Si todo esto no se desgrana y se explica bien los chavales de catorce años se aburren y piensan: “la plasta me está llamando maltratador, que se coma una mierda”. Es complicado, hay que saber cómo llegar a la juventud, justamente porque la juventud está cambiando y porque tenemos que abrir mucho el mensaje, hacerlo llegar bien.
El movimiento feminista en España ha conseguido avances y unir a muchísimas mujeres, pero también ha habido problemas. ¿Hace falta unidad y diálogo?
Esta división que tenemos entre nosotras está permitiendo que haya un montón de grietas donde se cuelan estos discursos de la ultraderecha. Si las feministas estuviéramos como estábamos en 2018, cuando montamos aquella manifestación increíble… Después, empezaron los problemas. Siempre ha habido diferencias entre nosotras, en el 8M siempre han existido varios bloques porque no somos un movimiento homogéneo, sino que estamos unidas en torno a una causa común. Ahora hay, sobre todo, falta de diálogo, no se puede hablar, solo se grita. En los 70, en nuestro país, las mujeres que son nuestras referentes y salían a la calle tampoco estaban de acuerdo en todo, pero iban juntas a las asambleas, cuando hacía falta. ¿Por qué este empeño en dividirnos así?