El «caso Bárcenas» se enreda en su propia madeja. Y no sólo porque ya se haya abierto «con la comparecencia ante la fiscalía de los últimos tesoreros populares- una «carrera judicial» que se anuncia larga. También porque Rajoy ha demostrado poseer cartas y margen de maniobra suficientes para decir la suya en un escándalo que parecía haberlo desarbolado. Al mismo tiempo, los cada vez más furibundos ataques contra Cristóbal Montoro y Ana Mato anuncian una remodelación de gobierno cuyas consecuencias pueden ser más importantes de lo que muchos piensan.
Si alguien esperaba que el gobierno de Rajoy se quebrara ante la descarga de escándalos, se ha equivocado.Corroborando su imagen de “corredor de fondo” –con un toque de “estoicismo gallego”-, Rajoy ha levantado varias “líneas de resistencia” ante la “tormenta perfecta” que se levantó tras la publicación de “los papeles de Bárcenas”. «Aunque está por decidir el resultado final del «caso Bárcenas», sí se anuncian consecuencias políticas importantes, que nos afectan a todos»
Y lo hizo contando con el inesperado respaldo de Angela Merkel. Hay quien anunciaba que un debilitado Rajoy acudiría a la reunión en Berlín “con el rabo entre las piernas” –después de haber protagonizado un sonoro enfrentamiento con la canciller alemana en Chile hace pocos días-, y que sería, literalmente, “devorado” por Merkel.
Lo que sucedió es justamente lo contrario. Merkel no encontrará otra oportunidad como esta, no volverá a encontrarse a un Rajoy tan acosado… Era la ocasión perfecta para “disciplinar” al presidente español.Sin embargo, contra todo pronóstico, Merkel apoyó públicamente a Rajoy con una contundencia varios puntos por encima de lo que es habitual en los usos diplomáticos.
Merkel llegó a declarar que “el presidente [Rajoy] ha explicado las muestras de que las reformas comienzan a ser eficaces y estoy convencida de que Mariano Rajoy, como presidente, será capaz de solucionar esos problemas (…) Le apoyaremos con todas las fuerza que tengamos”.
Al mismo tiempo, Rajoy consiguió que la canciller alemana accediera incluso a suscribir sus peticiones de políticas de crecimiento, cuando hasta hacía solamente unos días tanto ella como varios de sus ministros las desoían reiteradamente.
“El presidente Rajoy ha dicho que Alemania puede permitirse una contribución al impulso de crecimiento económico para Europa y yo estoy de acuerdo al 100% con eso”, dijo Merkel.
Es evidente que este cerrado respaldo de Merkel a un Rajoy en sus peores momentos “no se ha producido espontáneamente”, sino que se ha negociado previamente con el gobierno español.
¿A cambio de qué? Todavía no lo sabemos. Pero deberemos estar muy atentos. Berlín no concede nada gratis.Por otro lado, la aparición pública de Bárcenas desmintiendo rotundamente ser el autor de los cuadernos que El País ha publicado, y ofreciéndose a someterse a todas las pruebas caligráficas que se le soliciten, es un apoyo a la “versión oficial” del PP de que todo se trata de un montaje con el objetivo de hundir al presidente.
Desde el PP se ha pasado a “apuntar” hacia El País, acusándole de haber sido “víctima de una intoxicación”, publicando unas “fotocopias” apresuradamente, sin haber corroborado suficientemente la información.
No estamos ante un combate que se decida en un asalto. Va para largo. El gobierno de Rajoy no es igual que el de Zapatero, al que pudieron desarbolar en poco más de un día.
Pero, independientemente del resultado final, sí se anuncian consecuencias políticas de largo alcance. Que nos afectan a todos.
La investigación judicial ha pasado a cuestionar la “amnistía fiscal”, presentándola poco menos como la “pantalla legal” para que los corruptos regularicen su situación.
Lo que golpea directamente al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que se une a la ministra de Sanidad, Ana Mato, en la lista de “futuros damnificados”.
El rumor de un cambio de gobierno, que eliminaría a Montoro y fortalecería a De Guindos, el gran ariete de Washington y Berlín en la Moncola, gana fuerza.
Dibujando un gobierno que se plegaría con mucha más facilidad a los dictados de más recortes que, a buen seguro, vendrán del FMI o Bruselas.
De la misma manera, el estallido del “caso Bárcenas “ ha agudizado el rechazo a un bipartidismo que nos recorta y nos saquea a partes iguales.
El Financial Times, “biblia” del gran capital anglo-norteamericano en Europa, afirmaba ayer en un editorial que “el escándalo Rajoy, amenaza de ruptura política”. Concluyendo que “si las elecciones se realizaran ahora, España podría enfrentar una fragmentación política al estilo griego”.
Según las últimas encuestas publicadas, la suma de votos del PP y el PSOE ha pasado de superar el 80% a situarse sólo en el 47%. Mientras que sólo UPyD e IU –junto a otras fuerzas que se oponen a los recortes- han subido hasta suponer el 30% de los votantes.
Se está produciendo un “cambio tectónico” en la correlación de fuerzas política en España. Y no precisamente en el sentido que interesa a Washington y Berlín o a la gran banca española.
La situación amenaza con graves riesgos… pero también con impensables oportunidades. Si somos capaces de levantar una alternativa unitaria contra el saqueo y la intervención, millones de votantes “indignados”, a izquierda y a derecha, estarían dispuestas a apoyarla.