Sobre el mayor grupo español de distribución de agua, Aguas de Barcelona (Agbar), pesa, como una espada de Damocles, la grave decisión de la Caixa por la que podría pasar en los próximos meses a manos francesas si La Caixa acepta la oferta de compra de Suez Environnement, controlada por el grupo energético GDF Suez, para hacerse con el control absoluto de la compañía. Nos encontramos con otra venta de una empresa en un sector estratégico español al capital extranjero. Porque Agbar no se limita a Cataluña, es el primer operador privado en España de la gestión del ciclo integral del agua. Está presente en todas las comunidades autónomas, es la compañía encargada de la captación, el transporte, la potabilización y la distribución de agua a cerca de 13 millones de españoles en más 1.200 municipios y tiene presencia en Argelia, Chile, China, Colombia, Cuba, México y Reino Unido.
El recio de la operación de venta mediante el canje de acciones de Agbar por las de Adeslas a través de la empresa Criteria, controlada por la Caixa, le va a reportar a ésta plusvalías con la venta. Además de reforzar su dominio en el sector de seguros con SegurCaixa. La búsqueda de la ganancia inmediata de la burguesía catalana, que domina la Caixa, va a suponer la pérdida duradera del control nacional sobre recursos estratégicos de España. Esto tiene que cambiar. Como sucede en otros países europeos, especialmente en Francia y en concreto con la propia Suez, que existe una legislación que protege la propiedad de las empresas en sectores estratégicos para que no caigan en manos extranjeras; se deben llevar a cabo los cambios legislativos para evitar que a la debilidad que provoca la fragmentación económica provocada por las fuerzas disgregadoras dentro de España se añada la pérdida de control nacional sobre los sectores estratégicos.