En Níger, un golpe de Estado ha depuesto al actual presidente Mohamed Bazoum -próximo a Occidente y especialmente a Francia y EEUU, dos potencias que tienen bases militares en el país- y lo ha sustituido por una Junta Militar. La asonada ha sido saludada con entusiasmo por el Grupo Wagner, y arrebata a París no sólo un país clave para la lucha contra el yihadismo o el control de las rutas migratorias, sino uno de los mayores productores mundiales de uranio.
Níger es el corazón del Sahel -un enorme cinturón de tierra, entre el Sáhara y la costa del Golfo de Guinea y África Central, que se extiende desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo- y hasta ahora, el Estado más proocidental de la región, en una zona donde la oposición popular hacia el expolio y la dominación de las «viejas» potencias -en particular Francia, pero también EEUU- se ha multiplicado en los últimos años. El gobierno del depuesto Bazoum no sólo era favorable a la presencia militar francesa y norteamericana en su territorio, sino que había cooperado con Washington o la UE en la lucha contra el yihadismo o el control de las rutas migratorias desde el África Subsahariana hasta el Mediterráneo. Todo ello en medio de una enorme miseria económica: a pesar de contar con enormes riquezas minerales, Níger es uno de los países más pobres del mundo.
Tras la asonada es fácil adivinar el apoyo de Rusia. Tras la deposición de Bazoum, cientos de manifestantes favorables a los militares se dirigieron a la embajada francesa lanzando vítores a Rusia y a Putin. El Grupo Wagner, muy presente en la región, ha saludado calurosamente el Golpe de Estado, que acerca a Níger -como a sus vecinos de Mali y Burkina Faso- a la órbita de Moscú.
Moscú usa el (más que legítimo y justificado) rechazo de los pueblos africanos hacia las potencias occidentales, presentándose como una “ayuda antiimperialista”
Para Francia, el golpe es especialmente preocupante debido a las minas de uranio. Francia depende en un 67% de sus centrales nucleares, y el 10% del uranio que consumen procedía de Níger. El país africano produce el 7% de todo el suministro mundial de este metal radiactivo y es el tercer productor mundial. En el desierto de Níger están algunas de las mayores reservas del mundo de uranio. Su explotación supone para el país el 31% de sus ingresos por exportaciones.
El golpe de Estado en Níger es un claro ejemplo del avance de la influencia política y militar de Rusia en África. Moscú usa el (más que legítimo y justificado) rechazo de los pueblos africanos hacia las potencias occidentales -especialmente a Francia y EEUU- presentándose como una “ayuda antiimperialista” en sus esfuerzos por la independencia.