A dos meses de la celebración de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, el anuncio de que EEUU ha logrado una vacuna se ha convertido no solo en una necesidad sanitaria en el país más castigado del mundo por el Covid-19, sino en un ansiado fetiche electoral para Donald Trump. Después de meses de desastrosa gestión de la pandemia, ahora el republicano quiere utilizar el anuncio de una «vacuna made in USA» como un elemento de contraataque ante unas encuestas que no le favorecen. Sin embargo, los plazos que manejan tanto la vacuna de Moderna como la de Pfizer -ambas muy avanzadas pero a la espera de culminar la Fase 3- difícilmente le permitirán tal anuncio antes de las urnas.
El anuncio que Trump querría dar en medio de la campaña quizá no llegue a tiempo para ser un arma electoral, y el presidente ya ha puesto el grito en el cielo.
Trump ha llegado a acusar al «Estado profundo» -como gusta llamar a las tramas conspirativas contra él- de retrasar el proceso de validación de las vacunas para perjudicarle y evitar que haya una vacuna disponible antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Además ha apuntado a la Administración de Alimentación y Medicamentos de EEUU (Food and Drug Administration, FDA) de querer perjudicarle dificultando la selección de personas para las pruebas de las vacunas, dando así eco a una de tantas teorías de la conspiración que maneja la extrema derecha norteamericana.
Dado que difícilmente las vacunas de Moderna o de Pfizer lleguen antes de la cita con las urnas, Trump plantea autorizar la vacuna británica contra el Covid (Oxford/AstraZéneca) antes de las elecciones. No es americana pero sí anglosajona.
Para ello, ha exigido a la FDA que otorgue una autorización de emergencia en octubre a la vacuna inglesa. Sin embargo, a pesar de que la de Oxford es considerada como una de las principales candidatas a nivel mundial el ensayo relativamente pequeño de AstraZeneca en Reino Unido no estaba pensado para producir datos suficientes del tipo que se requeriría para la autorización de emergencia en EEUU, y no está claro que la FDA pueda autorizarla a tiempo.