La psiquiatría norteamericana, y por ende la del mundo occidental, asesinó al padre (Freud, su ciencia) para adquirir, de la mano de las grandes farmacéuticas, un estatus de influencia y consideración homologable al resto de disciplinas. Esta traición ha generado una epidemia de locura que nos relata Robert Whitaker, periodista del Boston Globe, en su trabajo, Anatomía de una epidemia, que reedita actualizado en nuestro país.
El pilar fundamental de la psiquiatría moderna, la que viene desarrollándose en nuestros hospitales, centros de salud y consultas psiquiátricas en las últimas tres décadas, se tambalea.
Este pilar, basado en que cada enfermedad psíquica se basa en una alteración química en nuestro cerebro, ha hecho habitual el asociar sustancias químicas a enfermedades mentales, como la serotonina a la depresión, o el Valium a la ansiedad.
A partir de ahí, nos han inducido a pensar que con pastillas se arregla todo, pero lo que se ha hecho es generar una epidemia de enfermedades mentales crónicas. «Detrás de la medicalización social en el campo mental hay una auténtica traición a la ciencia de la psique, el psicoanálisis»
Locura farmacéuticaEn esta epidemia la industria farmacéutica ha jugado un papel fundamental. En los cincuenta se produjeron increíbles avances médicos, como los antibióticos. A partir de ahí se empezó a buscar “balas mágicas” para cada enfermedad, y tres décadas después ya se asumía que si estabas deprimido, no era por el contexto de tu vida, sino porque tenías una enfermedad mental, un problema químico.
Lo que se gestó en EEUU en los cincuenta sería exportado, por su papel hegemónico, al resto del mundo. Una nueva filosofía basada en: debes ser feliz todo el tiempo, y, si no lo eres, tenemos una píldora.
David contra GoliatRobert Whitaker lleva años rompiendo este escaparate de los gigantes farmacéuticas.
La historia falsa en EE UU y en parte del mundo desarrollado es que la causa de la esquizofrenia y la depresión es biológica. Se dijo que se debían a desequilibrios químicos en el cerebro; en la esquizofrenia, por exceso de dopamina; en la depresión, por falta de serotonina. Y nos dijeron que teníamos fármacos que resolvían el problema como lo hace la insulina con los diabéticos.
Las pastillas no son el remedio para las enfermedades mentales, afirma rotundamente. Y para sustentarlo, no se basa en su experiencia clínica ni sus conocimientos científicos.
Él es periodista. Se basa en dos ejes, hacerse las preguntas correctas e investigar en la literatura médica. ¿Cómo es posible que los pacientes de esquizofrenia evolucionen mejor en países donde se les medica menos, como India o Nigeria, que en países como Estados Unidos?
¿Y cómo se explica, tal y como proclamó en 1994 la Facultad de Medicina de Harvard, que la evolución de los enfermos de esquizofrenia empeorara con la implantación de medicaciones, con respecto a los años setenta?
Por más que haya aparecido todo un arsenal terapéutico para tratar las enfermedades mentales, por mucho que la APA (Asociación Americana de Psiquiatría) edite anualmente un manual, “la biblia” de la enfermedad mental para afinar diagnósticos y tratamientos… el mal crece.
En 1955 había 355.000 personas en hospitales con un diagnóstico psiquiátrico; en 1987, 1.250.000 recibían pensiones EE UU por discapacidad debida a enfermedad mental; en 2007 eran 4 millones. El año pasado, 5.
Medicalización mentalLa medicalización social es la nueva disciplina para aumentar las ventas de fármacos, o sea, convertir en entidades patológicas determinados estados emocionales o conductuales que no casan con los patrones dominantes.
Si los niños no se portan bien en el colegio y no sacan notas pues ya se les diagnostica déficit de atención y se dice que hay que tratarlos; se induce a la gente a ensimismarse en sus emociones en lugar de partir de que en la vida hay que luchar, que el sufrimiento y la infelicidad no tienen por qué ser enfermedades. .
Y esta medicalización es un auténtico atentado al cuerpo científico, el psicoanálisis, que ha permitido a la sociedad conocer la psique humana. Ocurre con la ansiedad. El concepto cambió radicalmente con la introducción de las benzodiacepinas, la familia del Valium. La ansiedad pasó de ser un estado normal de la vida a presentarse como un problema biológico. En los ochenta, la APA coge este amplio concepto de ansiedad y neurosis, que es un concepto freudiano, y empieza a asociarle enfermedades como el trastorno de estrés postraumático. Pero no hay ciencia detrás de estos cambios.