La toma del poder

Con las Tesis de Lenin en la mano los bolcheviques inician una intensa labor de organización, agitación y propaganda para ganar la batalla en tres frentes: entre las masas, demostrando el engaño de sus promesas y su carácter imperialista; dentro de los soviets, para ganar la mayoría; y en el propio partido bolchevique contra las posiciones que contemporizaban con el gobierno provisional. La victoria de sus posiciones en los soviets de Moscú y Petrogrado jugaran un papel decisivo abriendo el camino a la toma del poder.

El último exilio

Este pulso ganado por el partido bolchevique en las manifestaciones de Petrogrado era más de lo que podían tolerar, y la operación se puso en marcha.

Hasta ahora no habían encontrado en “la vida de Lenin, escrutada con lupa” nada de lo que pudieran acusarle, según palabras de Grobatcmev, ex jefe de la policía de Petrogrado.

Pero un comerciante, Burstein, confidente de la policía en sus ratos libres, informó de una red de espionaje alemana en Estocolmo, y que Lenin estaba en contacto con esa red, a través del abogado Koslowski, miembro del Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, a quien se descubrió que recibía periódicamente dinero del extranjero, por importación ilícita de medias de seda. Conclusión: ese dinero era para pagar a Lenin. No se investigó más y se confeccionó un dossier que se entregó a todos los periódicos, menos “Pravda”, con el ruego de insertarlo al día siguiente.

Enterado Stalin, se dirigió al Comité Ejecutivo de los Soviets. Su presidente, un georgiano como él, Cheidze se mostró de acuerdo con él y, sin consultar con el gobierno, llamó a todas las redacciones para paralizar la publicación del dossier hasta que no se aclararan las cosas. Todos los periódicos aceptaron, menos “Palabra Viva”, una hoja editada por los monárquicos, que en primera página, anunciaba: “Lenin, agente del gran cuartel general alemán”. Fue el único que lo publicó, pero bastó para desatar la mayor indignación contra Lenin y los bolchevieques.«La persecución contra los bolcheviques provocaron el efecto contrario: en las fábricas y cuarteles, las adhesiones al partido aumentaron rápidamente»

 El gobierno dictó orden de detención contra Lenin. Lenin decidió entregarse, pero ante la falta de garantías Stalin decidió esconder a Lenin y sacarlo fuera del país, temiendo por su vida.

Pasó la noche en casa de una camarada, secretaria de la organización militar, que vivía en un barrio residencial poco sospechoso. Bromeando, Lenin le decía “no se preocupe camarada Selionova, a usted sólo la detendrán, a mí me colgarán alto y corto”.

Al día siguiente, Lenin, junto con Zinoviev y Emilianov, fueron traladados cerca de la frontera con Finlandia. Así, en caso de peligro, pasarían al otro lado.

La contemporización es la muerte

El 7 de julio, el príncipe Lvov dejaba la presidencia del gobierno y la asumiría Kerenski.

Por otro lado, la campaña contra Lenin sólo fraguó entre la burguesía y entre los elementos más atrasados. Pero la persecución contra los bolcheviques había provocado el efecto contrario: en las fábricas y cuarteles, las adhesiones al partido aumentaron rápidamente.

Otra consecuencia de gran importancia fue que los socialistas revolucionarios estaban a punto de dividirse, y su ala izquierda se acercaba más y más a los bolcheviques. Los socialistas revolucionarios tenían gran influencia entre el campesinado, terreno prácticamente vedado hasta entonces para los bolcheviques. Esto tenía una importancia que a Lenin no se le escapaba.

Por último, el intento de golpe de Kornilov desenmascaraba más al gobierno provisional y ahondaba más y más las diferencias entre la burguesía y el proletariado.«Hizo suya la máxima favorita de Pedro el Grande: “La contemporización es la muerte” y la incluía en todos los escritos»

Después del intento de Kormilov, los bolcheviques, que proponen al Soviet de Petrogrado y al de Moscú que “en tanto que ciertos partidos que están en el gobierno han apoyado y preparado el intento de golpe, no cabe vacilación en la organización del poder. Sólo los partidos obreros y los campesino pobres deben formar el gobierno”. En ambos soviets, esta resolución bolchevique ganó. Por primera vez en los soviets se hablaba con lenguaje bolchevique.

Esta primera victoria les abrió el camino. Lenin, en su exilio, no cesaba de pensar en que ya era la hora. Las condiciones ya estaban maduras. Había que tomar el poder ahora. Las noticias de Petrogrado y Moscú, donde el ejecutivo de los soviets era ya en su mayoría bolchevique, le confirmaron sus tesis. Tenía que volver para estar encima de los asuntos.

Se hizo una peluca, afeitado y disfrazado de obrero se trasladó de nuevo a Petrogrado. En el suburbio de Vyborg, verdadera base roja de los bolcheviques, en una casona tipo cuartel, donde vivían centenares de personas, se escondió Lenin, en una habitación preparada por su hermana.

Ahí encerrado se puso a escribir. Hizo suya la máxima favorita de Pedro el Grande: “La contemporización es la muerte” y la incluía en todos los escritos. “Ahora o nunca”. Se dirigía por carta a todo el partido, a las conferencias y asambleas y al Comité Central. Sólo la organización de Vyborg, a través de Kruskaia, que formaba parte del comité de zona, le seguía.

Decidió presentarse al Comité Central. Se convocó para el 10 de octubre con especiales medidas de seguridad. Desde las 10 de la noche hasta el amanecer, Lenin explicó, combatió las posiciones de Kamenev y Zinoviev, que se oponían tajantemente a la insurrección, aduciendo que “Todo se perdería”. El resto, vacilaba; sólo Stalin le apoyaba resueltamente. Al final, ya que no se apoyaba la organización activa de la insurrección, Lenin propone la siguiente resolución: “Reconociendo que la insurrección es inevitable y está completamente madura, el Comité Central recomienda a todas las organizaciones del partido que discutan y resuelvan todas las cuestiones de orden práctico, inspirándose en esta consideración”. Se vota: diez votos a favor, dos en contra (Zinoviev y Kamenev).«Lenin se pone manos a la obra. Por su despacho empiezan a desfilar los jefes de los comités del partido y de los cuarteles. Lenin va dando órdenes»

Esta imprecisión total le dejaba las manos libres. El congreso de los soviets empezaba el 20. Ese era el momento.

Lenin convocó en su cuarto al comité militar. Todos eran favorables y disponían de una semana de tiempo para prepararla.

Kamenev y Zimoviev tampoco perdían el tiempo. Mandaron una carta al Comité Central, exigiendo que una resolución de esta importancia debía tomarse en una conferencia. Los vacilantes se mostraban de acuerdo, y se convocó para el 16.

La conferencia aprobó de nuevo la resolución del día 10. Pero Kamenev volvió a la carga. El periódico de Gorki publicó el día 17 una nota afirmando que circulaba por la ciudad “una hoja firmada por dirigentes bolcheviques en contra de la insurrección armada” y una declaración firmada por Kamenev.

Lenin, al tener noticia de ello, escribe una circular a todas las organizaciones bolcheviques.

“Me sentiría cubierto de vergüenza –decía Lenin- si a causa de las relaciones amistosas que tuve antaño con esos ex camaradas dudara en condenarles. Digo abiertamente que ya no los considero camaradas y que voy a luchar con todas mis fuerzas, en el Comité Central y en el próximo congreso del partido, para la expulsión de uno y otro… Que los señores Zinoviev y Kamenev funden su propio partido con algunas decenas de troneras de ralea. Nuestro partido bolchevique obrero saldrá ganando forzosamente”.

Habían delatado todo el plan para la toma del poder. Ahora la burguesía podía prepararse.

Una agria lucha de cartas y declaraciones obligaba a la convocatoria del Comité Central.

El Comité Central se reunió el día 20. El Comité Central no tenía capacidad para expulsar a ambos. Se decidió aceptar la dimisión de Kamenev y no tratar el asunto de Zimoviev, pues estando escondido no participaba en las tareas del Comité Central. Más tarde, Kemenev sería elegido presidente del Comité Ejecutivo de los Soviets.

La noche del 24, Lenin manda con una nota a la camarada que lo encubría. Esta telefonea al Smolny y recibe por contestación: “aun es pronto para que Lenin se presente en el Smolny”. Lenin decide ir por su propio pie. Lenin se pone una peluca y dobla una servilleta que se la anuda a la cabeza cubriéndose la mitad de la cara, como si tuviera un gran dolor de muelas. Rahia, su sombra, le sigue.«El triunfo de las posiciones de los bolcheviques en los soviets de Moscú y Petrogrado jugaron un papel decisivo abriendo el camino a la toma del poder»

Pasada la media noche, llegan al Smoly; el antiguo instituto hierve. Por todos lados se ven los delegados del segundo congreso de soviets de todas las Rusias.

Lenin decide no presentarse al Comité Central y manda a Rahia con una nota para Stalin. Este comprende, e instala a Lenin en un pequeño despacho. Lenin se pone manos a la obra. Por su despacho empiezan a desfilar los jefes de los comités del partido y de los cuarteles. Los motoristas del Smolny no dejan de llevar recados. Lenin va dando órdenes.

Gerard Walter resume así la toma del poder:

“A partir de la una y media de la madrugada, destacamentos de soldados salen de los cuarteles; grupos de obreros armados, de sus fábricas, y se ponen en marcha hacia las estaciones, los puentes, los edificios públicos. La cosa transcurre en todas partes tranquilamente, sin el menor derramamiento de sangre. Apenas si algún “kerenskista” recalcitrante se hace poner fuera de combate a culatazos. Únicamente la ocupación de la central telefónica causó alguna perturbación. Las señoritas del teléfono, al ver invadido su local, se espantaron y se desmayaron con conmovedora unanimidad. El representante de la nueva autoridad encontró enseguida un medio excelente para reanimarlas. Mandó traer, del centro de abastecimiento de su sección, azúcar, te, panecillos y latas de conserva. La llegada de la camioneta cargada con todas esas cosas buenas y bastante raras en aquel cuarto año de guerra, produjo un efecto mágico y todas reanudaron su sonrisa y su trabajo con una unanimidad no menos conmovedora”.

“Eran entonces las siete de la mañana. El correo central, el banco del Estado y tres de las cuatro grandes estaciones de la capital estaban ya ocupadas. A las ocho le llegó el turno a la cuarta.”

El día 25 por la noche, en el Congreso de los Soviets, que había aprobado ya los decretos sobre la tierra y la guerra, se anuncia que el palacio de Invierno se ha rendido. Al día siguiente se formaba el consejo de Comisarios del Pueblo. La Revolución ha empezado.