Los resultados de Vox, la fuerza que más crece en estas elecciones, son algo más que una mala noticia.
A nivel municipal duplica sus votos, superando el 1,5 millón de sufragios, pasa de quinta a tercera fuerza política, y triplica su número de concejales.
En Cataluña estará presente en los ayuntamientos de las principales ciudades, y en Euskadi entra en un órgano provincial, las Juntas Generales de Álava.
Y a nivel autonómico, entra por primera vez en los parlamentos de Navarra, Canarias, Extremadura y La Rioja.
El apoyo de la ultraderecha va a ser decisivo para el PP en seis autonomías y 18 capitales de provincia. Anticipando que el nefasto espectáculo ofrecido por el ejecutivo de Castilla León, donde Vox ostenta la vicepresidencia, va a multiplicarse.
¿Por qué se ha producido este avance de la ultraderecha?
Vox se ha beneficiado del ruido generado durante la campaña, con Ayuso afirmando que “ETA sigue viva” o lanzando acusaciones de fraude electoral, siguiendo un manual trumpista. Ha sabido recoger el malestar de ciertos sectores desplazados. Y cabalga a lomos de un clima internacional, con foco en los sectores de la burguesía norteamericana alineados con Trump, que alienta el crecimiento de fuerzas de ultraderecha.
Con estos resultados va a fortalecerse la influencia tóxica de Vox, y su capacidad para desestabilizar la política española.