Durante 10 años, J. A. Bayona ha estado persiguiendo el rodaje de ‘La sociedad de la nieve’. Uno de los problemas principales ha sido la financiación, que finalmente ha cubierto Netflix. El coste de querer hacer una película distinta, fiel y respetuosa, se convirtió en un problema. Ahora es su principal virtud.
El 13 de octubre de 1972 el vuelo 571, un pequeño avión militar con 45 pasajeros, se estrelló contra el Valle de las Lágrimas de los Andes. En su interior llevaba a bordo a los integrantes del equipo de rugby uruguayo Old Christians, que se dirigía a Chile para jugar un partido. El piloto cometió un error y un choque contra las montañas partió el aparato en dos. Sobrevivieron 32 pasajeros tras deslizarse con la panza del avión hasta el fondo del valle.
La película empieza preparando el viaje, con las protestas en las calles de Uruguay de fondo.
No hay mejor homenaje
Es difícil imaginar otra forma más acertada de recordar a todos y cada uno de los 45 pasajeros en cada uno de los detalles de la película. Bayona y su equipo han puesto en la pantalla una película excepcional, capaz de hacer conectar al espectador con una experiencia desgarradora y más allá de muchos límites.
Se han escrito hasta 26 libros sobre el accidente y muchos de ellos los han publicado alguno de los supervivientes, y se han rodado tres películas. Una mexicana cuatro años después, en 1976 (Supervivientes de los Andes), otra norteamericana en 1993 (¡Viven!), y ‘La Sociedad de la Nieve’.
Fueron 16 jóvenes los que sobrevivieron tras 72 días con sus noches a temperaturas de -30º. Todos ellos coinciden en felicitar a Bayona. El director ha dedicado un especial empeño en hablar con todas las familias, con todos los protagonistas, en contar lo que allí pasó y lo que sintieron. Por eso es una película colectiva, coral y atmosférica, de intensas emociones y no de épica.
Cada una de las personas que se quedó en Los Andes aparece, con unos segundos dedicados a su nombre en el momento en el perdieron la vida o se encontraron sus cuerpos, porque la película los recorre, enumerando casi los 72 días y qué pasó en ellos.
Una historia más que conocida
Cualquiera puede conocer, por el libro o por la información a toneladas que se encuentra en las redes, hasta el más pequeño detalle de la historia. Y ese es el mérito de la película. No importa. Son dos hora y media que vuelven del revés al espectador y conecta todas las fibras para poder comprender una pequeña parte de lo que significo aquella loca gesta.
La primera noche, que describen como lo más parecido al infierno, el alud que asfixió a ocho de los que habían sobrevivido tras el choque, los días que pasaron sepultados por la nieve, la decisión de alimentarse con los restos de los fallecidos, las distintas expediciones para encontrar la cola del avión, para encontrar una salida…
J. A. Bayona cuenta que cada superviviente tiene una versión distinta sobre los mismos hechos y que eso ha sido un valor más que una dificultad. Por eso todos ellos se reconocen en la película y están agradecidos. ‘La sociedad de la nieve’ es una descripción que ellos mismos acuñaron para explicar lo que tuvieron que construir para sobrevivir, y así se llama el libro de Pablo Vierci, que estudió con uno de ellos.
‘La Sociedad de la Nieve’ no escatima ni elude ninguno de los momentos críticos, y es realista sin recrearse. Una auténtica maravilla cinematográfica que ya cuenta con una legión de seguidores y que posiblemente la conviertan en una película de culto.
El narrador no es uno de los supervivientes, pero es alguien que viajaba en el avión. Todos los detalles contribuyen a cumplir con la obsesión de Bayona: ‘Me obsesionaba el drama e intentaba contar la historia de estos hombres con el máximo realismo y el máximo respeto para que todo el mundo viviera la experiencia como si estuviera dentro del avión con ellos y, sintiendo empatía hacia ellos, entendiera lo que hicieron y por lo que pasaron’.
Los cameos
En la película salen varios de los supervivientes como uno de los múltiples detalles de homenaje que Bayona despliega.
Antonio Vizintín ‘Tintín’ aparece como extra en el aeropuerto de Montevideo. Uno de los tres jóvenes que salieron en la última expedición, junto con Roberto Canesa y Nando Parrado, y que tuvo que volver para dejar más raciones de comida a los otros dos cuando descubrieron que tras la principal ladera del valle había un manto de montañas.
Carlos Páez, el más jóven, interpreta a su propio padre, Carlos Páez Vilaro, quien, al final de la película lee los nombres de los supervivientes por la radio. ‘Carlitos’ fue responsable de tejer un enorme saco aislante que salvó la vida de los tres últimos expedicionarios.
Daniel Fernández Strauch ‘Fito’, sale durante la misa al comienzo de la película, donde se le puede ver sentado en la segunda fila del lado izquierdo en uno de los planos generales.
A Nando Parrado se le ve abriendo la puerta al actor que lo interpreta, junto a las actrices que interpretan a su hermana y su madre, que murieron en el accidente.
José Luis Iniciarte colaboró en el rodaje poco antes de su fallecimiento en julio de 2023, con un cameo leyendo el periódico en la escena inicial del bar.
Roberto Canessa, el joven estudiante de medicina que encontró ayuda con Nando Parrado tras diez días de expedición, aparece como uno de los médicos en el hospital tras el rescate, acompañando a su homónimo en la película.