Por un voto de diferencia, se aprueba la Reforma Laboral

La reforma laboral, aprobada in extremis en una sesión de infarto

La reforma laboral de 2021 trató de ser saboteada por un 'tamayazo' de dos diputados de UPN, pero el "error" de un diputado del PP dio al traste con la maniobra. ¿Es un error esperpéntico lo que ha salvado la ley más importante de esta legislatura?

La reforma laboral fruto de meses de largas y complicadas negociaciones entre sindicatos, patronal y gobierno ha salido aprobada en una sesión parlamentaria de infarto, cuyas escenas bien podrían haber salido de la imaginación de un guionista.

Con la equivocación en el recuento de Meritxell Batet, con 175 votos a favor y 174 en contra, con dos traiciones bien escondidas de dos diputados de Unión del Pueblo Navarro, y con el «deus ex machina» final del voto por error de Alberto Cubero, parlamentario del PP que había votado telemáticamente por anticipado, el gobierno de coalición deja aprobada la ley más importante de su legislatura, salvándose -por los pelos- de una subrepticia maniobra de la derecha que podría haberlo mandado a la lona.

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Una victoria (con apellidos) para el gobierno

Lo primero es que el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos ha obtenido una victoria. Y ahora pónganle un apellido: victoria pírrica, por carambola, por error humano, salvados por la campana…. Pero el hecho es que se ha aprobado un nuevo marco laboral. Si la maniobra torticera de la derecha hubiera tenido éxito, el golpe inesperado habría echado al traste más de nueve meses de complicadas negociaciones con la patronal y los sindicatos, y varias semanas de conversaciones y reuniones de los equipos negociadores -Yolanda Diaz y Félix Bolaños- con los grupos parlamentarios.

El mazazo habría sido demoledor, y no faltan quienes opinan que podría haber acabado con el gobierno de coalición, o haberlo condenado a una extrema debilidad en lo que le resta de legislatura. A eso jugaban las direcciones del Partido Popular y de Vox, siempre anteponiendo el acoso y derribo al gobierno. Pero el hecho es que tal cosa no ha ocurrido.

Mucho, mucho en juego

En la sesión de investidura había muchos y muy importantes intereses en juego, y para sectores sociales muy diferentes. Si bien es cierto que la Reforma Laboral de 2021 no deroga pilares esenciales y lesivos de la de Rajoy -por ejemplo el abaratamiento del despido, ni los mecanismos de “flexibilidad interna y externa” en manos de las empresas- la nueva norma sí que recupera parte del terreno perdido en 2012: los convenios colectivos prevalecerán sobre los de empresa en la fijación de los salarios, se restaura la vigencia sin límites de la ultraactividad, se imponen límites a la subcontratación y la temporalidad, se fijan los ERTEs permanentes como alternativa a los despidos…

Para amplios sectores de trabajadores estaban en juego recuperar condiciones laborales y salariales. Si el plan para dinamitar la reforma laboral hubiera funcionado, decenas de miles de trabajadores en convenios de empresa abusivos habrían perdido importantes subidas de sueldo. Cientos de miles de trabajadores en precario no podrían optar a contratos más dignos.

Pero para importantes sectores de la banca y la oligarquía financiera también estaban en juego, entre otras muchas cosas, los primeros 10.000 millones de euros de los fondos europeos. Una entrega condicionada a que España aprobara una nueva reforma laboral en los términos y líneas rojas marcadas por Bruselas (el componente 23 del plan nacional de reformas y resiliencia): mantener la «flexibilidad» y ser fruto del consenso entre patronal y sindicatos. Un día antes de la sesión, y seguramente teniendo en la mirilla esos fondos -que en sus tres cuartas partes van a ser gestionados por los bancos y monopolios del Ibex- la presidenta del Banco Santander, avalaba la Reforma Laboral. “Es muy importante lo que se ha acordado y que se haya hecho de manera consensuada”, subrayaba Ana Patricia Botín.

En el plano político, en la sesión de ayer había otras muchas cosas en juego. El gobierno estrenaba una nueva forma de geometría variable. Frente a apoyarse en la mayoría de la investidura -PNV y ERC iban a votar ‘NO’ al negarse Moncloa a modificar el acuerdo con patronal y sindicatos- el gobierno de coalición acabó optando por armar una mayoría muy geométrica, consiguiendo apoyos de sitios muy diferentes: desde «Síes críticos» de Más País y Compromís, a los «Síes condicionados» de Ciudadanos o de Unión del Pueblo Navarro.

Al probar esta nueva geometría parlamentaria, la relación del gobierno de coalición con PNV y con Esquerra ha quedado tocada. En el caso de ERC, algunos dicen que seriamente estropeada. Está por ver cómo, en cuanto tiempo y a qué coste, se podrán recomponer las costuras. Si la trampa hubiera surtido efecto, el ejecutivo PSOE-UP se hubiera encontrado con un panorama harto complicado para poder gobernar dos años más. Este es otro golpe que se ha evitado.

La urdimbre de un tamayazo

Muchos han vislumbrado en lo que ocurrió ayer en el Congreso a la mano negra de Génova. En la memoria de todos está la fracasada moción de censura en Murcia de la primavera pasada, con García-Egea maniobrando entre bastidores para conseguir que varios parlamentarios regionales de Ciudadanos aceptaran las treinta monedas de plata y se pasaran al bando de López Miras. Y también el histórico «tamayazo», en el que dos diputados tránsfugas del PSOE madrileño -Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez- en el último momento y por sorpresa, dieron la llave de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre.

Ambas maniobras, obras maestras del transfuguismo y del maquivelismo político patrio, podrían haber quedado ensombrecidas si hubiera salido adelante la taimada traición de los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro, Sergio Sayas y Carlos García Adanero.

El día antes de la votación, la dirección de UPN había cerrado un acuerdo con el PSOE, a cambio de que los socialistas retirasen una reprobación -lanzada por otro partido- al alcalde de Pamplona, Enrique Maya, y a apoyar una partida de 27 millones de euros en el consistorio. Sayas y Adanero habían dejado caer su desacuerdo con la decisión de su dirección, pero aseguraron a todo el mundo que “acatarían” la decisión que había tomado su partido, a pesar de no compartirla. Así se lo reiteraron en los pasillos del Congreso a los portavoces del PSOE y de Ciudadanos.

Estaban mintiendo, y ocultando su farol hasta que ya no tuviera remedio. Y esta carta bajo la manga era perfectamente conocida en la bancada de la derecha y la extrema derecha. «Adanero desayunó con Iván Espinosa de los Monteros en la cafetería del Congreso y Sayas estuvo después hablando con Gamarra», dice una diputada del PSOE.

Tras la traición, UPN ha pedido que entreguen sus actas de diputado, a lo que se han negado. Serán expulsados y probablemente en la siguiente legislatura aparezcan reclutados en otras listas electorales. Roma sí paga a traidores.

Segundos de infarto, júbilo… y caras lívidas

Comenzó la votación, y el secretario general del Congreso se equivocó en la suma. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, anunció el resultado: la Reforma Laboral había sido rechazada.

Infografía de la votación de EuropaPress

Durante cuarenta segundos, un carrusel de emociones recorrió el hemiciclo.

Aplausos en las filas del Partido Popular y de Vox. Se ve a Espinosa de los Monteros y otros diputados del Vox y el PP girarse al momento para dar las gracias a los dos parlamentarios de UPN, delatando que estaban al tanto de la traicion.

En la bancada de la izquierda, caras de desconcierto, de pánico. Por supuesto en las filas socialistas y en las del Gobierno, pero aún más en las de los os diputados de Bildu, del PNV, del BNG, de ERC… Habían votado en contra pensando en la red de seguridad de que saldría que «SI». Ahora, gracias a su negativa, iba a volver -integra y restaurada- la reforma laboral de Rajoy.

Entonces, tras ese medio minuto de infarto, Batet anunciaba la corrección: por solo un voto, el Congreso aprobaba la reforma laboral. Un voto del Partido Popular.

Un valleinclanesco giro de guion

Dado lo ajustadísimo de la votación, el voto tránsfuga de los navarros hubiera sido demoledor. Pero un diputado del PP, Alberto Casero, se equivocó al votar de forma telemática:  votó “sí” a la reforma laboral y “no” a tramitarla como proyecto de ley.

Aunque rara vez ocurren con una votación de tanta trascendencia, y a pesar de que las votaciones telemáticas requieren una doble confirmación, errores como estos son muy comunes. A casi todos los diputados, que tienen que votar todos los días decenas de leyes, enmiendas y disposiciones, les ha ocurrido alguna vez. Y el reglamento de la Mesa del Congreso con los votos telemáticos es siempre igual de inflexible. Una vez emitidos, no se pueden cambiar. Por eso es dudoso que el recurso del PP -Alberto Casero ha denunciado la «vulneración» de sus derechos en una Carta a Batet- tenga mucho recorrido.

Oficialmente, una equivocación valleinclanesca, un esperpéntico error -pulsar el botón equivocado en la votación equivocada- ha salvado de una trampa mortal a la Reforma Laboral y buena parte del futuro del gobierno de coalición. Aunque bien pudiera pensarse que, dado lo que estaba en juego -10.000 millones de euros para negocios oligárquicos- y dados los respaldos de la Reforma Laboral -desde Ana Patricia Botín a la Fundación FAES de Aznar- las casualidades no existen, y que los «errores humanos» bien pueden ser… ¿una pareidolia?