La Redistribución de la Riqueza está cada vez más presente, como una referencia inevitable en cualquier debate o una exigencia de múltiples sectores sociales.
Es un hecho objetivo, determinado por una realidad donde, tras la oleada de recortes que siguió a la crisis de 2008, y después de una pandemia que ha agravado las desigualdades, asistimos a una nueva ofensiva donde, a través de la subida de precios, se impone un gigantesco trasvase de rentas que empobrece a una gran mayoría y enriquece a una ínfima minoría.
El abismo social es cada vez más explícito, más público, más obsceno. Y, paralelamente, la necesidad de Redistribuir la Riqueza se vuelve más urgente.
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Un abismo social más hondo, más escandaloso
Dos datos del último informe sobre el aumento de las desigualdades presentado por Intermón Oxfam resume lo que sucede en el mundo.
Desde el inicio de la pandemia hay 573 multimillonarios más, uno más cada 30 horas. Su patrimonio aumenta en 1.000 millones cada dos días, y la parte de la riqueza mundial que acaparan también es mayor: desde el año 2000 se ha triplicado.
En el otro extremo, en 2022, 263 millones de personas cayeron en la pobreza extrema, casi un millón de personas cada 33 horas.
Hay más ricos, y son cada vez más ricos. Y hay más pobres, y son cada vez más pobres.
El informe de Intermon Oxfam se titula “Beneficiarse del sufrimiento”. Hay quien están ganando mucho dinero gracias a una crisis que azota a la inmensa mayoría. ¿Quiénes? Los principales nódulos de las grandes burguesías mundiales, encabezadas por la norteamericana, propietarios de los grandes bancos y monopolios que se están literalmente “forrando” con la crisis.
Son las cinco mayores empresas energéticas del mundo (Exxon, Chevron, Shell, British Petroleum, TotalEnergies), que se embolsaron el año pasado 2.600 dólares de beneficios limpios… cada segundo. Es el conglomerado de la familia Cargill, que controla el 70% del mercado agrícola mundial. Mientras la subida del precio de los alimentos provoca hambrunas, ellos registraron en 2021 los mayores beneficios de su historia. Son empresas farmacéuticas como Moderna y Pfizer, que cobran a los gobiernos por las vacunas del Covid 24 veces más que su coste real, mientras el 87% de la humanidad no tiene acceso a esas vacunas.
El 10% de la población más rica concentra ya el 52% de las rentas y el 76% de la riqueza del planeta, mientras que el 50% más pobre solo capta el 8% de los ingresos y el 2% del patrimonio. Esta es la fotografía del insoportable abismo social que sufrimos a nivel mundial.
Sucede en todo el planeta, y lo sufrimos en España. Durante el último año surgieron en España cuatro nuevos “milmillonarios”, y la riqueza de esta megaélite aumentó, en plena crisis, a un ritmo de 6,8 millones de euros cada día.
Asistimos a un nuevo y gigantesco trasvase de rentas, vía inflación, desde los bolsillos del 90% de la población a las cuentas de resultados del capital extranjero y la oligarquía. Descargando las pérdidas sobre la mayoría, como hicieron tras 2010 y durante la pandemia, para mantener e incrementar sus beneficios.
El 10% de la población más rica concentra ya el 76% de la riqueza del planeta, mientras que el 50% más pobre solo capta el 8% de los ingresos. Esta es la fotografía del insoportable abismo social que sufrimos a nivel mundial.
España es, según las estadísticas de la UE, el país europeo donde más crecieron los beneficios empresariales y donde más descendieron los salarios de los trabajadores.
El Banco de España, nada sospechoso de “izquierdismo bolivariano”, reconoce que la inflación significa, para alguien que cobre un salario de 1.500 euros, perder los ingresos de todo un mes. Es como si llegaras a diciembre y ese mes no cobraras nada. Y el bocado a los ingresos es mayor en los millones de trabajadores que cobran menos de esos 1.500 euros.
El bocado de la inflación afecta directamente a nuestras vidas, en cuestiones esenciales. España es el país europeo donde más han subido los precios de los alimentos básicos, varios puntos por encima de la inflación media. Y, gracias a los bajos salarios -un 26% menores en España que la media europea- que la cesta de la compra sea más cara nos afecta más, especialmente a las clases más populares. Obligando a unos a ajustarse más el cinturón, y a otros a cambiar sus hábitos de alimentación.
En el otro extremo, los grandes bancos y monopolios y el capital extranjero no solo recuperan pérdidas sino que ganan mucho más que antes. Las 55 más grandes empresas en nuestro país ganaron el año pasado 61.533 millones… un 88,4% más, casi el doble que el año anterior. La banca duplicó sus beneficios, los monopolios de telecomunicaciones los triplicaron, y las eléctricas… los multiplicaron por cuatro.
Esto es abismo social, que se hace, en medio de una crisis, más hondo, más explícito, más escandaloso.
Una referencia ineludible
El gobierno británico, presidido por Boris Johnson, acaba de aprobar un impuesto extraordinario del 25% a los beneficios extraordinarios obtenidos por las grandes petroleras gracias al aumento del precio de los combustibles, para financiar un programa de “ayudas a las familias británicas para hacer frente al incremento del coste de la vida”.
No se ha vuelto “de izquierdas”. Johnson sigue siendo tan reaccionario como antes. Pero el escándalo que supone las multimillonarias ganancias de algunos monopolios, en obsceno contraste con el empobrecimiento de una mayoría de la sociedad, le obliga a tomar medidas.
En España, uno de los editoriales de El País, uno de los grandes portavoces de la oligarquía y el capital extranjero, propiedad de varios fondos norteamericanos, se titulaba “Desigualdad inasumible”. Y en él se afirmaba que “sólo una mejor redistribución revertirá la brecha que hoy hace más pobres a los pobres”.
Nadie puede, en una situación social tan explosiva, dejar de lado la Redistribución de la Riqueza. Por eso se hace presente como una referencia ineludible. Y se abre paso.
El abismo social se ha hecho demasiado explícito, y amenaza con abrirse todavía más. Se vuelve cada vez más “inasumible”.
Esta es la abrumadora realidad que pone encima de la mesa, con cada vez más insistencia, la Redistribución de la Riqueza. Lo que obliga incluso a gobiernos “de derechas” a presentar algunas medidas que atenúen la indignación social.
La Redistribución de la Riqueza es también una referencia en ascenso en el ámbito de la izquierda. Unai Sordo, el secretario general de CCOO, afirma que “es necesario apostar por la redistribución de la riqueza frente a la austeridad”.
Nadie puede, en una situación tan explosiva, dejar de lado la redistribución de la riqueza. También el gobierno de coalición, del PSOE y Unidas Podemos, presionado por su base social, presenta medidas como el “tope al gas” para reducir, aunque sea limitada y temporalmente, los beneficios de las eléctricas.
La Redistribución de la Riqueza está encima de la mesa, se hace presente como una referencia ineludible. Y se abre paso.