«Dada la catastrófica situación de miles de desplazados, de personas enfermas y heridas todavía en el área de conflicto, las partes deben hacer más para protegerlos y deben permitir (la llegada) de más alimentos y medicinas a la zona», urgió la portavoz del CICR, Monica Zanarelli.
El enviado esecial de Japón para Sri Lanka, Yasushi Akashi, llega este jueves ese país -en representanción internacional- con el objetivo de detener de guerra total del Ejército contra el grupo guerrillero tamil, que afecta a multitud de civiles.Akashi, que llega a última hora del jueves y permanecerá tres días en la isla, se suma a los esfuerzos que hicieron, sin éxito, los ministros de Exteriores de Francia y Gran Bretaña este miércoles, y recientemente una delegación de la India.Horas antes de la llegada de Akashi, el presidente ceilanés, Mahinda Rajapaksa, rechazó categóricamente la posibilidad de declarar una «pausa humanitaria» en los combates, al tiempo que rechazó fuertemente a los países que se lo han solicitado.»Nunca hemos apostado por un alto el fuego. No lo haremos ahora», reiteró el presidente en un discurso recogido en un comunicado oficial.Además, el Jefe de Estado argumentó que «todo el mundo puede ver ahora» cómo la guerrilla de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) «usa tanques para disparar contra la población que huye» del territorio guerrillero, que el Ejército calcula en 5 kilómetros cuadrados.Por lo que, Rajapaksa cuestionó que sean necesarios observadores o enviados «especiales» a la zona.»Debo advertir al mundo de que esta falta de visión podría llevar a una tragedia internacional», aseveró Rajapaksjka, que, tras observar cómo han sido «bombardeados» países como Irak o Afganistán, sugirió: «antes de acusar a otros, tienes que tener la fortaleza de saber qué haces tú mismo».Entretanto, un analista en Colombo observó que la visita de Akashi «preocupa» más al Gobierno que las presiones europeas, ya que Japón «es el primer país donante» de la isla.»El día que Japón cambie su política en Sri Lanka, las cosas empezarán a cambiar», agregó.Por otro lado, el Ejército anunció este jueves que su operación en Mullaitivu entró en su «fase final» además de notificar la muerte de 29 miembros del LTTE en las últimas 48 horas, en las que otros 20 resultaron heridos en combate.El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) -la única agencia con acceso a la zona-, por medio de un comunicado, volvió a lanzar la voz de alarma sobre los civiles tamiles que «continúan atrapados y en peligro» en la zona de combates.»Dada la catastrófica situación de miles de desplazados, de personas enfermas y heridas todavía en el área de conflicto, las partes deben hacer más para protegerlos y deben permitir (la llegada) de más alimentos y medicinas a la zona», urgió la portavoz del CICR, Monica Zanarelli.El subsecretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Asuntos Humanitarios, John Holmes, manifestó sentirse decepcionado por el rechazo del Gobierno de Sri Lanka a la declaración de una pausa humanitaria al conflicto armado en ese país.Holmes explicó este miércoles que la propuesta de pausa humanitaria permitirá rescatar a casi 50 mil civiles que se se encuentran en la zona que controla la guerrilla de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), que es asediada y atacada permanentemente por el Ejército cingalés.El funcionario resaltó que la situación de los civiles que permanecen en el territorio controlado por los LTTE en el noreste del país es «muy mala».En ese sentido, lamentó que el Gobierno del país insular del sudeste asiático se niegue a escuchar el llamado de la comunidad internacional a favor de un alto el fuego, bajo el argumento de que una interrupción de la ofensiva sería manipulada por la guerrilla de los LTTE.Unos 50 mil civiles se encuentran aún atrapados en la zona de la guerra total que el Ejército de Sri Lanka decretó contra los independentistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE, por sus siglas en inglés), en el noreste del país.»Calculamos que quedan unas 50 mil personas en esta zona», declaró Catherine Bragg, subsecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para asuntos humanitarios, durante una conferencia de prensa ofrecida este jueves.Bragg indicó asimismo que el número de personas que lograron llegar a los campos de refugiados instalados fuera de la zona de combate era de 95 mil, aunque subrayó que se trata de «estimaciones, no números exactos».La muerte en esta isla del Índico es un goteo casi diario que apiña los cadáveres en el absoluto olvido de la atención internacional. El pasado año murieron más de 4.000 personas, según diversas organizaciones humanitarias. Y este año las previsiones son peores.El horror que se desenvuelve en Sri Lanka es posible debido al silencio que lo rodea. Lo que allá ocurre casi no se registra en los medios en India o, de hecho, en la prensa internacional. Es un asunto muy preocupante que esto sea así.A partir de la poca información que se filtra, parece que el gobierno de Sri Lanka utiliza la propaganda de la guerra contra el terrorismo para encubrir el desmantelamiento de toda semblanza de una democracia en el país y cometer indescriptibles crímenes contra el pueblo Tamil. Basándose en el principio de que todo Tamil es un terrorista hasta que se pruebe lo contrario, las áreas civiles, hospitales y refugios son bombardeados y convertidos en zonas de guerras. Cálculos confiables estiman el número de civiles atrapados en más de 200 mil personas. El ejército de Sri Lanka avanza, armado con tanques y aeronaves.Mientras, según informes oficiales, se han establecido varios pueblos que viven de la asistencia gubernamental para albergar a tamiles desplazados, en los distritos de Vavuniya y Mannar. Según un informe publicado en The Daily Telegraph (14 de febrero de 2009), estos pueblos serán centros de detención para todos los civiles que huyen de los enfrentamientos.Es una realidad incrustada a la piel de Sri Lanka, cuyos habitantes no recuerdan un solo año de paz. Después de más dos décadas de lucha, son más de 70.000 muertos, 600.000 desplazados, 200.000 refugiados en la India y otros tantos por el mundo.Desde 1983, la violencia creció notablemente y no se detuvo hasta el día de hoy. Muchos tamiles emigraron hacia la India, uniéndose con los tamiles indios (Tamil Nadi) cuya capital es Madrás. Los tamiles de Sri Lanka, reciben apoyo de sus hermanos indios.