Hasta Xavier Arzallus ha reaparecido para anunciar que «el final de ETA es inminente». A la conferencia internacional de paz celebrada en San Sebastián le ha sucedido un comunicado del mundo abertzale solicitando a ETA «el cese definitivo de la violencia». Algunos medios se han apresurado a concluir que «ahora, la pelota está en el tejado de ETA», en alusión a que sólo resta esperar un comunicado de la banda anunciando su disolución. ¿Ahora «la pelota está en su tejado»? ¿O siempre ha estado ahí? La valiente lucha de la rebelió democrática cambió el terreno de juego, contribuyendo decisivamente a arrinconar a ETA y colocarla en su máximo grado de debilidad. Desde entonces, las cosas están muy claras, y nadie va a poder enturbiarlas esperando cobrar réditos políticos del final del terrorismo.
Estamos ganando la batalla contra el terrorismo y el fascismo étnico. Y no es el momento de que los cantos de sirena acerca del final de ETA nos hagan bajar la guardia.
Si hemos llegado hasta aquí, con la posibilidad tangible de terminar de una vez por todas con la lacra del terrorismo, ha sido gracias a la movilización y la firmeza.
La explosión de la rebelión democrática, tras el cobarde asesinato de Miguel Angel Blanco, cambió para siempre el escenario. De la justificación del terror se pasó a una denuncia persistente del fascismo étnico. El amedrentamiento dio paso a que la calle fuera tomada, por primera vez, por los defensores de la libertad.
Una movilización que terminó por desalojar del gobierno vasco a la linea etnicista que, encarnada por los Arzallus e Ibarretxe, había dado cobertura al terror para llenar su zurrón de “nueces”.
No podemos aceptar que este terreno conquistado se cuestione. La declaración de la “conferencia internacional de paz” no utiliza una sola vez la palabra terrorismo para referirse a ETA. No le exige su disolución y la entrega de las armas, sino tan sólo “una declaración pública de cese definitivo de la violencia”. Se refiere al “conflicto entre el País Vasco y España”, dando carta de naturaleza a los argumentos que han justificado el terror étnico. Y persiste en impulsar una “mesa de partidos”, ahora formulada como “una reunión de actores no violentos y representantes políticos para discutir cuestiones políticas que serían sometidas más tarde a consulta popular”.
Que no nos confundan. No hay nada que discutir. Tan sólo el momento y el lugar en que ETA va a entregar las armas y disolverse. No tenemos que pagar ningún precio por el final del terrorismo.
La pelota siempre ha estado en su tejado. Nosotros, el conjunto de la sociedad española, no tenemos que hacer otra cosa que mantener la línea de firmeza que nos está permitiendo ganar esta batalla.