El Trinche

La pelota como el amor verdadero

El Trinche demuestra que vale el que juega, no el que gana

Lo primero es el amor a la pelota. Después viene todo lo demás. En esa relación íntima con la pelota se genera el amor al fútbol. No conozco a ningún  crack, ni siquiera a ningún buen jugador de fútbol que no esté perdidamente enamorado de la pelota. 

La pelota es el puente que une a la vida a tantos y tantos pibes de barrio que no encuentran otra manera de ser. Entre otras cosas porque están destinados a ser para otros. Y la pelota los libera de esa injusticia y les acerca el orgullo que le niegan, y el respeto propio y ajeno.

¿Y el resultado? preguntan los pragmáticos. «A mí que me importa» contesta el Trinche Carlovich en la vida y en la obra de Eines y José Ramón Fernández, que tan bien transmite ese sentimiento contracultural del ídolo rosarino.

El Trinche se ríe de los resultadistas porque a nadie en Rosario le importa un comino que ese jugador que tanto admiran no haya ganado nunca nada. Ni siquiera haya jugado en primera división. Lo admiran y lo quieren porque jugaba muy bien. Por el juego, que es lo realmente importante.

Claudio Garófalo que lo interpreta, lo representa tal cual era y es. Aparentemente indiferente al éxito, cuando lo que verdaderamente está cuestionando es el criterio de éxito predominante en la sociedad.

Vale el que gana, nos dicen, y el Trinche demuestra que vale el que juega, el que respeta este juego que forma parte de la vida de tanta gente.

Y no es fácil dejarlo claro en una obra de teatro, sin caer en lo panfletario. Pero Eines lo consigue a partir del trabajo de otro actor formidable, Lucas Ranzani, que es el periodista que trata de hacerle una entrevista. Y le va sacando al Trinche ficticio lo que piensa el Trinche real.

La obra emociona desde el principio hasta el final, como los buenos partidos de fútbol. Y todos terminamos admirando también, aunque no lo hayamos visto jugar, a ese hombre tan lejos de lo establecido y tan cerca de la verdad.

El Trinche Carlovich, sin ganar nada, le ganó a todos los ganadores porque nadie llegó tan profundamente al corazón del fútbol como él. Y nadie, como él, ganó el cariño de los futboleros, para siempre.

«El mejor futbolista del mundo» se titula esta obra de teatro tan lograda, tan futbolera y tan digna del Trinche.