Enhorabuena por el Premio Carvalho a su prolífica carrera. Usted junto con la generación de escritores postfranquistas inaugurasteis el generó negro en la Transición. ¿Cómo fueron los principios? ¿Qué escenarios y tramas ofrecía la transición, hoy tan mitificada, para el género?
No sé o no soy consciente de que la Transición ofreciera algo. Pero sí la muerte de Franco, que fue muy significativa. Su muerte abrió puertas, aunque cerró otras. Nos dimos cuenta de que había en ciernes otra sociedad que necesitaba de otra literatura. Yo empecé como botones de la editorial Alfaguara y la literatura que se hacía entonces era una literatura, según Vázquez Montalbán, ensimismada. Era una literatura catatónica, sin nervio ni fuerza, basada sobre todo en el juego de palabras. Con Manolo Vázquez Montalbán hablábamos frecuentemente de hacer una nueva literatura. El escritor Santos Sanz Villanueva se refería a nosotros como los novelistas de la generación del 68. Aunque como ocurre con todas las generaciones hay de todos los pelajes y una parte tiramos hacia la novela negra o policíaca.
El nuevo periodismo fue una fuente literaria fundamental para los novelistas americanos. ¿Cómo influyó su trabajo como reportero en Cambio 16 en su estilo literario y su narrativa?
Históricamente hay una relación entre periodismo y literatura, que tiene que ver con la llegada de la modernidad en el siglo XIX. Los telegramas que envían los corresponsales a mediados del siglo XIX o principios del XX eran carísimos y eran muy parcos en palabras. El espacio en los periódicos era muy caro y se escribía con gran economía de palabras, influyendo enormemente en la literatura moderna. En los años 20 en la URRS el periodista Isaac Babel cuenta en “Caballería Roja” la guerra contra el ejército polaco con una genialidad estupefacta. Yo me basé en contar lo que pasa en mi país y a mi alrededor de una manera diferente, frente a una literatura donde lo importante no era contar un historia sino contarse a sí mismo.
La novela negra surge en los años 20 superando la novela clásica, cambiando la concepción de lo que es artístico y lo que no. ¿Qué hace de la novela negra un género tan revolucionario, tanto en el lenguaje como en los temas?
Es la llegada de una especie de conciencia, tras la revolución rusa, de la clase obrera y de la burguesía más ilustrada. Es una literatura nueva para una sociedad nueva. Hay una situación nueva en el mundo. En las colonias hay una explotación terrorífica donde no se permite gobiernos si quiera democráticos. Las luchas sociales y obreras se vuelen más fuertes en Europa. Hay una reflexión de la literatura sobre sí misma y sobre el relato. El otro día vi una película sobre un fuego en Galicia y me di cuenta de que estaba mal contada.
¿Por qué mal contada?
Porque hablaba del fuego pero no contaba el origen del fuego, quién lo había provocado.
Precisamente Hollywood nos ha dado una visión distorsionada sobre el origen de la mafia, mientras que “Cosecha Roja” de Dashiell Hammett, novela fundacional del género, cuenta cómo la mafia se utiliza en EEUU para reprimir las luchas obreras durante el “crack”.
Claro. El origen histórico de la mafia eran hermandades que nacen en Europa para protegerse frente a la tiranía de la monarquía y los señores feudales. Pero fue modificado y utilizado por el poder de tal manera que la Cosa Nostra se relaciona con el final del fascismo en Italia o se relaciona a la mafia con la CIA y la OTAN en lo que se refiere el asesinato de Aldo Moro y la Democracia Cristiana.
Hay un tipo de novela policíaca que trata el crimen como un hecho excepcional y otro tipo de novela que retrata una sociedad criminal.
A mí me interesa menos la literatura policíaca que la novela negra. El género negro o noir en francés, a diferencia de la novela policíaca, no se basa en descubrir un delito sino en una vivisección de una sociedad capitalista putrefacta. La novela negra es un pretexto para retratar a la sociedad. El término noir es un término que viene del francés porque a los soldados franceses durante la guerra les llegaban las novelas de Dashiell Hammett, que no estaba valorado como escritor pero que supuso una revolución en la intelectualidad francesa. Era una forma de escribir totalmente nueva.
“El mundo hay que contarlo, como decía Cervantes
La literatura policíaca del siglo XIX se había transformado por completo en EEUU pero también en Rusia. Hay un paralelismo entre la literatura rusa, muy desconocida en Europa, y la literatura americana. Resulta muy curioso porque no hay relación directa entre una y otra. La pluma de Steinbeck e incluso la literatura de Faulkner narran una biografía social contando quiénes son los culpables del espanto, la miseria y la explotación. El mundo hay que contarlo como decía Cervantes, y eso lo hacen muy bien los rusos y los americanos. En España no había esa reflexión. Tuvimos que reflexionar nosotros. ¿Que impidió eso? Posiblemente el peso de la Iglesia.
Usted entrevistó a Emilio Botín. ¿Le inspiró esa entrevista a la hora de describir a los mafiosos de sus novelas?
Vaya, se me había olvidado. Me di cuenta en la entrevista que tenía la suela de los zapatos sin gastar y le pregunté si acaso iba siempre en coche. Era un signo de esa aristocracia del dinero que son absolutamente superiores y que no se bajan nunca de su andamio.
Organizamos una Internacional de escritores policíacos
Hay algo que no se conoce y quisiera contar. Organizamos en La Habana una asociación internacional de escritores policíacos en la que estaba Cuba, EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania…prácticamente todos los países. En San Juan del Río, México, redactamos los estatutos. El presidente era Yulian Semionov, un autor ruso antiestalinista absolutamente genial y el vicepresidente era mi amigo el hispano-mexicano Paco Ignacio Taibo. El poder que palpamos fue emocionante. Creamos una cosa viva, como una cofradía entre los autores americanos, argentinos, uruguayos, brasileños…Fue muy hermoso. Nos reunimos en un castillo en Checoslovaquia y recuerdo un fuerte debate porque el presidente era un ruso. Los trotskistas franceses lo desmontaron como energúmenos. Y eso ya no existe. Todavía quedan algunos viejos, la mayoría se han ido muriendo, yo soy un superviviente.
Gracias por contarlo, porque el boom de la novela negra se presenta únicamente como un fenómeno editorial.
Es un error y una confusión. Solo se ven las editoriales sin tener conciencia del papel de los escritores. Cuando hablábamos entonces con los autores norteamericanos, checos, búlgaros o argentinos, todos estábamos de acuerdo en lo básico. La segunda reunión de la asociación, donde se eligió a Taibo de presidente, se celebró en Asturias y ese fue el origen de la Semana Negra de Gijón, a la que suelen asistir jóvenes autores y muchos viejos integrantes de la asociación.
Eso explica por qué la Semana Negra de Gijón es un certamen literario tan especial, en el que la cultura se transforma en fiesta y la fiesta en cultura.
Es la feria más importante de España. No sé si alguna vez se podría volver a repetir, porque nos sentíamos verdaderamente como hermanos de una cofradía.