Las negociaciones para la formación de gobierno

La necesidad de un gobierno de progreso

La fecha está ya marcada en el calendario: el 23 de julio, el día de la primera sesión de investidura. Y las negociaciones se han abierto con una ronda de contactos encabezada con la entrevista entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El 28-A se manifestó una mayoría de progreso todavía más amplia de la que ya existía en el parlamento. Ahora es una exigencia que esta mayoría se plasme en un nuevo gobierno de progreso.

Mejores condiciones

Más de dos meses después de las elecciones seguimos sin gobierno, y la sesión de investidura, con Pedro Sánchez como candidato, se celebrará el 23 y 25 de julio. Hay quien achaca esta espera al pésimo estado de la política española, convertida “en una tómbola manejada por irresponsables”, mientras que en la UE se ha llegado a un acuerdo para renovar el “supragobierno europeo” a pocos días de los pasados comicios de mayo.

La realidad es muy diferente. En la UE, con un antidemocrático sistema, es posible un reparto de cargos basado en un acuerdo entre Macron y Merkel. En España, aunque algunos quieran impedirlo, hay un “invitado inesperado” que ha adquirido creciente protagonismo: la mayoría de progreso que se expresa en las urnas.

Aunque influyen, no son las ambiciones e intereses de la clase política lo que explica los problemas para formar gobierno. En 2015 y 2016 fue el veto a la formación de un gobierno de progreso, y las maniobras para imponer a Rajoy en la Moncloa, lo que llevó a la repetición de elecciones. Ahora, en 2019, toda la disputa vuelve a estar en garantizar, o por el contrario impedir o minimizar, la influencia de esta mayoría de progreso en el nuevo gobierno.

Pero tenemos muchas mejores condiciones que hace cuatro años. Debemos recordar que hace poco más de un año gobernaba Rajoy. Detrás de la moción de censura no solo estuvo la habilidad de Pedro Sánchez, sino la movilización de amplios sectores enfrentados a la política de recortes y corrupción del PP. Este giro fue refrentado en las pasadas generales, donde una movilización del electorado de izquierdas y progresista -ante el peligro de un gobierno de Casado con participación de Vox- ofreció una mayoría más holgada para formar un gobierno de progreso.

Reducirlo todo a las “negociaciones entre políticos”, olvidando la movilización de la mayoría de progreso y su mandato en las urnas, no es un buen camino para desencallar la formación de gobierno.