Rafael Moneo

La naturaleza del espacio

Rafael Moneo se ha alzado con el Premio Prí­ncipe de Asturias, convirtiéndose en el quinto arquitecto que obtiene el galardón tras Norman Foster, Santiago Calatrava , Francisco Javier Sáenz de Oiza y Oscar Nieyemer. Considerado uno de los más importantes arquitectos de vanguardia, es el único español en recibir un premio Pritzker, el Nóbel de arquitectura.

Moneo ha rechazado definir su propio estilo arquitectónico en su obra y es que a simple vista es difícil identificar su firma porque cada proyecto lo aborda con una técnica y un estilo arquitectónico diferente. “Lo hermoso del trabajo del arquitecto es la capacidad de despojarse por completo de su obra.El arquitecto transfiere a su edificio una condición instrumental, de uso” dice.

Para Moneo la arquitectura se vale de los instrumentos de la modernidad sin abandonar el respeto y la conversación con el pasado. La historia como material de construcción. Su interés por la ciudad le lleva a realizar una arquitectura que enlace con el pasado como un instrumento para mantener viva la historia. El Museo de Arte Romano de Mérida, una de sus obras más famosas conecta con el pasado refiriéndose tanto a la arquitectura histórica como a la contemporánea es el mejor ejemplo de esta forma de entender la arquitectura. “Lo que se llamó en el siglo XX “arquitectura moderna” pretendía no hacer distinción entre interior y exterior. La obra de arte disfrutaba de una autonomía tal que llevaba a ignorar el medio en que se incluía. Siempre he creído que esto no era así. Conocer las ciudades es siempre necesario para llevar adelante una obra de arquitectura. Que la obra debía contar con el medio-ciudad o paisaje- y que su inclusión en él propiciaba la distinción entre lo interior y exterior. (…) Esta incierta e inesperada relación entre exterior e interior es para mí uno de los alicientes de la obra de arquitectura. La luz, naturalmente, juega siempre un papel mediador entre interior y exterior” ”explica Moneo.

Construir sobre lo construido

El Museo de Arte Romano dedicado a su padre marcó una etapa en su trayectoria y lo hizo mundialmente conocido. «Mi carrera profesional hubiera sido otra si no lo hubiera construido. El museo ha definido lo que he sido como arquitecto» reconoce. Construido sobre unas ruinas arqueológicas el visitante tiene la sensación de estar no en un decorado sino en un verdadero templo romano. La historia de la ciudad de Mérida está contenida en sus muros, ofreciendo una visión sintética de la ciudad durante más de 2000 años. Un edificio construido sobre sus propias ruinas fabricado con los propios materiales hallados en el mismo yacimiento, toda la historia de la ciudad contenida en él. «Lo hermoso del trabajo del arquitecto es la capacidad de despojarse por completo de su obra»

“Construir sobre lo construido, construir sobre un suelo densamente ocupado por las ruinas era la tarea que se nos encomendaba. Pero, ¿qué hacer con aquellas ruinas? Con frecuencia, en la arquitectura contemporánea se opta por mantener las ruinas intactas, construyendo una fabrica poderosa que salte sobre ella valiéndose de grandes luces, usando las técnicas modernas. Tal respuesta quedó pronto descartada ya que implica considerar las ruinas como un material para la contemplación, inerte y ajeno por completo a lo que iban a ser las nuevas formas” dice Moneo.

Diseñado con una estructura arquitectónica casi literalmente romana con arquerías de marcada impronta romana y un admirable tratamiento de la luz-espacio. El sistema de construcción -muros de carga- es el mismo que utilizaron los romanos como también la cripta anticipa el uso “casi literal” que en el museo se hace de los detalles constructivos romanos. El museo es el último de los episodios arquitectónicos, cuya construcción, pone ahora a todos de manifiesto.

Moneo, el arquitecto de la luz.

Considerado como uno de los grandes diseñadores de espacios de nuestra era, un arquitecto que usa la luz como elemento constructivo, trabajando el vidrio como uno de los materiales más comunes en sus edificios. En sus construcciones como por ejemplo la estación de Atocha la luz y el espacio forman un todo.

“Por mucho que se denigre, la ventana sigue siendo un elemento propio de los espacios en los que el hombre se ha sentido cómodo y sospecho que en el futuro se seguirá sintiendo cómodo. En el fondo esta dualidad de los edificios entre exterior e interior, encuentra su límite y frontera en la ventana y no me asusta el que mucha de mi arquitectura tenga que resolverse en un elemento tan tradicional y no recurra a visiones más abstractas de las figuras volumétricas”. Rafael Moneo. «La historia como material de construcción»

Hacer ciudad

“Hay proyectos como Atocha que es un proyecto casi social. No es exagerada la analogía que compara las estaciones con los corazones bombeando gente en la ciudad para que éstas funcionen. Allí se siente el pálpito casi más que en ningún otro lado» afirma. Incluso las estaciones de ferrocarril han sido a menudo comparadas con las catedrales y es cierto que la estación de Atocha puede verse así. Alejado desde siempre de la arquitectura espectacular y singular, para preferir «hacer ciudad» a Moneo le gusta trabajar en ciudades con carácter propio, sin importar el tamaño. Madrid es donde quizá ha podido desarrollar su idea de hacer ciudad a través de la arquitectura gracias a propuestas como la estación de Atocha, el Museo Thyssen o el Hospital Gregorio Marañón. Su concepción de la arquitectura es opuesta a lo espectacular y lo retorico, a las escalas sobredimensionadas y los materiales efectistas. Moneo prefiere «las arquitecturas que no son imperiosas, que no se imponen inevitablemente a quien las usa, y que por el contrario, tienen esa condición discreta de forma que, tan solo quien busca, encuentra la consistencia arquitectónica». Su estilo, elegante pero sencillo y sobrio, conjuga magistralmente la estética con la funcionalidad especialmente en los interiores diáfanos. Maestro de arquitectos, a pesar de ser un arquitecto estrella Moneo sigue teniendo todavía algo de artesano. Frente a los grandes estudios de arquitectura desde su modesto estudio situado en la Colonia de El Viso en el que diseñó su primer trabajo, una fábrica de transformadores construida en 1963 hasta el Cubo del Prado Rafael Moneo ha creado escuela.