La sentencia en firme de Tribunal Supremo actúa como un potente corrosivo de la Corona, clave de bóveda del Estado. La imagen de Urdangarin entrando en prisión hace tambalearse a la institución.
Con la sentencia del caso Nóos que condena a 5 años de prisión a Iñaki Urdangarin la monarquía vuelve al candelero.
La imputación de la Infanta se convirtió en una «bomba política» que estalló tras una catarata de casos de corrupción que afectaban a todos los estamentos del Estado. La Corona, el sistema de partidos, la justicia… Todos los aparatos principales del Estado aparececieron implicados en una vorágine de corrupción. ¿A quién le interesaba que todo esto saliera a la luz? ¿Por qué en ese momento cuando, hasta entonces, la Corona habia sido una institución intocable?
¿Se debe únicamente a la acción de un juez independiente o hay otros intereses de por medio? ¿Puede entenderse al margen de las crecientes exigencias del FMI y Merkel para llevar al límite el saqueo contra España? La aceleración de los ataques contra la monarquía, pilar básico de la arquitectura del Estado español, no pueden entenderse sin el salto cualitativo en el proyecto de intervención y saqueo sobre Europa que Washington y Berlín han decidido. El resultado político real que se dibuja en toda esta sucesión de escándalos es un Estado mucho más débil y desestructurado, dividido, y sobre todo con menos capacidad del nuevo gobierno para enfrentarse o negociar en mejores condiciones, las exigencias cada vez más desmesuradas, de Washington y Berlín.