La sentencia deja tocada a la Monarquía, marcada porque una Infanta, hija y hermana de reyes, se haya visto envuelta en la corrupción y se haya lucrado de los delitos de su marido condenado.
Desde el barómetro de abril de 2015, el CIS no pregunta por la valoración de la Monarquía. La sentencia del caso Nóos marca por muchos años a la Monarquía española. La Infanta Cristina sale absuelta pero no impune, y su marido, Iñaki Urdangarín, condenado a más de 6 años por delitos de corrupción.
La sentencia de las magistradas de la Audiencia Provincial de Baleares considera probados los delitos de prevaricación, malversación, fraude a la Hacienda Pública, tráfico de influencias y otros delitos fiscales, por los que condena al exduque a 6 años y tres meses de prisión, y a 8 años y medio a su socio Diego Torres, dos años más por un delito de blanqueo de capitales.
Junto a ellos han sido condenados con penas menores los cinco implicados en la trama balear, entre ellos el expresidente Jaume Matas a 3 años y ocho meses, por contratos públicos fraudulentos, por valor de 2,6 millones de euros, con el Instituto Nóos presidido por Iñaki Urdangarín y gestionado por Diego Torres.«La Corona después de este juicio queda marcada para mucho tiempo y tendrá que hacer mucho y ser ejemplar si quiere remontar y recuperar todo lo perdido»
La Infanta Cristina es declarada “partícipe a título lucrativo” de los delitos fiscales de su marido y el tribunal le impone una multa de 265.000 euros. Queda probado también en la sentencia que Urdangarín utilizó la sociedad Aizoon que compartía con la Infanta para cargar gastos de personal doméstico para evadir impuestos en la declaración de la Renta.
La mayoría de los medios y de los políticos están enjuiciando la sentencia desde la si es más o menos benevolente respecto a las peticiones del Fiscal, mucho mayores de las que ha sentenciado la Audiencia de Baleares y la absolución de Cristina de Borbón y “las dos varas de medir” de la Justicia, una para lo ricos y poderosos y otra para los pobres. Un debate tan viejo como la propia Justicia.
Cierto que la Justicia ha tardado en resolver este caso y que las sentencias están muy por debajo de las peticiones del Fiscal. Pero también es cierto que esa Justicia, y sobre todo los jueces, que ha imputado, sentado en el banquillo y ahora condenado a miembros de la familia real demuestra que tiene un alto nivel de independencia y no es un simple “pelele” en manos del Estado o del gobierno de turno.
Porque la realidad es que la sentencia (que no será definitiva hasta que el Tribunal Supremo decida sobre los recursos que anuncian la acusación y las defensas) deja tocada a la Monarquía. Marcada porque una Infanta, hija del rey emérito Juan Carlos y hermana del rey Felipe VI, se haya visto envuelta en la corrupción, socia de una sociedad -Aizoon- que defraudaba Hacienda y se haya lucrado de los delitos de su marido condenado.
La Corona después de este juicio queda marcada para mucho tiempo, el juicio político y social seguirá abierto. Felipe VI tendrá que hacer grandes esfuerzos, y sobre todo ser ejemplar, para recuperar la confianza y el prestigio de la institución.
Una Monarquía “tocada” se convierte en un punto débil que, no lo dudemos, poderosos intereses de fuera y dentro del país podrán utilizar para intervenir e imponer sus intereses.