Por primera vez, las clases populares hacen su aparición en escena, llaman a luchar por la unidad y contra la división y anuncian la aparición de un nuevo Manifiesto con cientos de nuevos firmantes. Esto marca, en su desarrollo, un nuevo rumbo en el tramposo debate «españolismo-independentismo» -representados respectivamente por Rajoy y por Mas- en el que se ha querido encerrar hasta ahora.
Con la aparición del primero de los Manifiestos “¡Decidamos. No a la independencia!”, publicado a doble página en El Periódico de Catalunya y financiado por los propios firmantes, se ha abierto una brecha, otra forma de ver las cosas desde la izquierda, una “nueva” posición política como la han calificado algunos medios de comunicación, en la batalla que se libra en Cataluña. Es la primera vez que ante la sociedad catalana y del resto de España aparece públicamente, cohesionada en torno al contenido político del Manifiesto, la izquierda que dice sí a la unidad del pueblo trabajador, llamando a decidir por el no a la independencia.
Una izquierda contra la independencia
Una izquierda que afirma rotundamente que “no es cierto que los recortes que sufrimos en Cataluña sean porque Madrid nos roba”. Sino que vienen impuestos “por los mandatos de Washington y Berlín a través de la Troika, y que la clase política, tanto en Madrid como en Barcelona, aceptan sumisamente y ejecutan sin miramientos mientras mantienen sus corrupciones y privilegios”. Una izquierda que recuerda cómo Artur Mas ha apoyado los recortes de Rajoy para los extremeños,la reforma laboral para los madrileños o la reforma de las pensiones para los andaluces, mientras en Cataluña se convertía en el más “aplicado y sumiso ejecutor de los dictados del FMI y Merkel”, lanzando públicamente una pregunta que es, al mismo tiempo, una denuncia y una exigencia: “¿qué hace nadie que se diga de izquierdas yendo de la mano de esta gente?” Una izquierda que asegura que la creencia en que la independencia de Cataluña creará mejores condiciones para el cambio político y social en el resto de España es falsa. Porque lo único que conseguirá es “dividir y enfrentar al pueblo catalán entre sí y con el resto del pueblo español”. Con el que, alegan los firmantes, “compartimos no sólo unos intereses comunes, sino una misma tradición de lucha y multitud de lazos históricos y culturales, afectivos y familiares”.Una izquierda que reivindica junto a una “amplia mayoría” su rechazo a “la Cataluña y la España actuales, dependientes de la Troika, degradadas por una clase política depredadora y corrupta, empobrecidas y sin un proyecto propio de futuro”. Pero que afirma al mismo tiempo que, como esa amplia mayoría, sí desea “luchar unidos por una Cataluña y una España diferentes”. Y que, en consecuencia llama a la unidad -solidaria y voluntariamente decidida- de todo el pueblo trabajador y a decir no a la independencia de Cataluña.
Una izquierda real y viva
Una izquierda que hasta ahora ha estado oculta, enterrada y silenciada pese a representar a la mayoría social progresista que existe en Cataluña que no está por la división. Ese es el enorme valor político que tiene la publicación del Manifiesto: hacer emerger, sacar a la luz y mostrar la existencia, organizándola para dar la batalla, a la izquierda catalana que está contra la independencia desde la posición de defender la necesaria unidad popular para hacer frente a los planes de nuestros enemigos.Con la aparición del Manifiesto se ha dado un primer y cualitativo paso para poder construir en torno a su contenido político y sus firmantes -representativos de la práctica totalidad de fuerzas sociales y políticas de la izquierda catalana- una plataforma unitaria, capaz de convertirse en un referente político para la mayoría social de izquierdas que en Cataluña está en contra de la independencia y por la unidad popular.
«La batalla va a ser todavía larga y dura. Pero con la aparición del Manifiesto algo -y muy importante- ha cambiado en Cataluña»
El exsecretario general del PCE, Francisco Frutos, la abogada, presidenta del Partido Feminista y un cuadro de referencia del PSUC, Lidia Falcón, el director de Els Joglars, Ramón Fontserè, el dramaturgo Sanchis Sinisterra, la escritora y Premio Planeta, Clara Usón, la actriz Amparo Baró o el director Armando Aguirre son algunas de las personalidades que encabezan el respaldo al Manifiesto. En él aparecen unidos militantes, afiliados y votantes del PSC-PSOE, de Iniciativa per Cataluña, de Unificación Comunista de España, de Podemos, del Partido Socialista del Trabajo, del Partido de los Trabajadores, de la Asociación Democracia Real Ya, de Alternativa Ciudadana Progresista, de Recortes Cero, del PSUC, del Partido X, e incluso de ERC y de la CUP. Junto a activistas sociales de movimientos como las Plataformas Antidesahucios, el 15-M, los Verdes Ecologistas, los Comités de Parados organizados en torno a las Marchas por la Dignidad, las Plataformas en Defensa de la Sanidad Pública, Justicia e Igualdad Social, Estafats per la Banca. Afiliados y delegados de UGT, de CCOO, de CGT, de USO. Republicanos, catalanistas, librepensadores, socialistas, comunistas, anarquistas,… Miembros y representantes de toda la izquierda real y viva de Cataluña, la que lucha en la calle contra los recortes de Mas y de Rajoy, contra el robo de los bancos, en defensa de la sanidad y la educación públicas, unidos en una misma convicción: sólo será posible una Cataluña mejor, más justa, con plenas libertades y reconocimiento de su identidad propia, en el marco de una España soberana y de progreso, plural, profundamente democrática y unida. La aparición del Manifiesto da la palabra a una nueva voz y, al hacerlo, contribuye y marca el camino para fortalecer que las posiciones por la unidad y en contra de la independencia en el seno de las fuerzas de izquierdas (ICV, Podemos, PSC, CCOO, UGT,…), que hasta ahora habían permanecido a la defensiva, dispersas, ignoradas y silenciadas, den un paso al frente, se manifiesten y se organicen. Un Manifiesto, además, que tiene el valor añadido de conectar con los anhelos y las demandas de la mayoría social progresista y de izquierdas que existe en Cataluña, y que los resultados de la última encuesta publicada hace unos días por el diario El País -en la que casi dos de cada tres catalanes se muestran contrarios a la independencia- han puesto claramente de manifiesto.
Un nuevo contratiempo para Mas
A las dificultades de Artur Mas para llevar adelante sus planes de realización de un referéndum el 9-N -ya descartado- y los cada vez más evidentes riesgos de ruptura del bloque pro-consulta, se añade una nueva dificultad. El camino que marca el Manifiesto, todavía incipiente, germinal, en sus primeros pasos, tiene sin embargo unas potencialidades inmensas para convertirse en un polo de referencia para una mayoría social progresista hasta ahora carente de él. No va a ser, desde luego, un camino fácil, pero la primera piedra está puesta. Y el evidente nerviosismo de los sectores más rabiosamente independentistas ante la aparición del Manifiesto demuestra hasta qué punto estamos en el buen camino. Por su contenido, el Manifiesto permite aclarar dos confusiones, salir de dos trampas con las que el soberanismo ha conseguido, hasta el momento, desmovilizar y paralizar a gran parte de la izquierda catalana, cuando no ganarla para su causa. La trampa, en primer lugar, de que para combatir a Rajoy hay que alinearse con Mas. Cuando, como dice el Manifiesto, “Rajoy y Mas, Mas y Rajoy son las dos caras de una misma moneda”. Por eso, para hacer frente a su proyecto, que es el de los recortes de la Troika, de Washington y Berlín, es necesaria la unidad del pueblo trabajador catalán, y de éste con el resto del pueblo español. Cualquier proyecto transformador y de progreso exige la unidad del pueblo trabajador. E igual que no se puede ir de la mano de Rajoy para salir de la crisis, no se puede ir de la mano de Artur Mas para un proyecto de progreso en Cataluña.
«La publicación del Manifiesto “¡Decidamos. No a la independencia!” marca un salto cualitativo en la batalla que se está librando en Cataluña»
La confusión, en segundo lugar, de que la independencia de Cataluña va a abrir la posibilidad de un proceso de transformación en el resto de España, contribuyendo cualitativamente a romper con el régimen de la Transición. No es cierto. En primer lugar porque la división sólo fortalece a nuestros enemigos y nos debilita a nosotros. En segundo lugar porque con ello se oculta que el proceso “soberanista” catalán no está dirigido por un poder popular desde la Generalitat, sino por los representantes políticos de la burguesía catalana más rancia y reaccionaria, que en la mayoría de asuntos, desde luego en los principales, va de la mano de la oligarquía española y de las grandes potencias imperialistas. Artur Mas había dicho unas horas antes que la independencia no tenía adversarios serios en Cataluña, que todos estaban fuera, en el “Estado español”, es decir, en el resto de España. El Manifiesto de los 300 le ha dado cumplida respuesta. No sólo en Cataluña hay una mayoría adversaria a la independencia, sino que es más numerosa cuanto más a la izquierda se mira. Y a ellos no pueden acusarles de ser “franquistas”, “rancios españolistas” o “casposos defensores de la España una, grande y libre”, como hasta ahora han venido haciendo con todos los que oponían a sus planes. La batalla va a ser todavía larga y dura. Pero con la aparición del Manifiesto algo -y muy importante- ha cambiado en Cataluña. Y lo ha hecho para mejor.