Nueva Ley de Universidades (LOSU)

La LOSU, a examen

A pesar de sus aspectos positivos, la nueva ley de universidades (LOSU) abre (aún más) las puertas de las universidades a bancos y monopolios, impulsando lo que viene siendo una constante desde el Plan Bolonia: la semiprivatización de la Universidad pública

A pesar de sus luces, esta nueva ley de universidades está lejos de ser la ley que estudiantes y profesores necesitan. Con parches, no deja de ser una continuación de lo que el Plan Bolonia promovió en su día: la universidad al servicio de los fondos privados.

Como ya va siendo natural, cada nueva ley que sacan está envuelta en polémicas. Sobre todo porque se ha aprobado “por la puerta de atrás”. Si hacemos una radiografía de esta nueva ley, sí que tiene cosas que mejoran las condiciones del conjunto de la comunidad educativa, pero luego tiene algunas, de carácter estructural, que lo que hacen es condenar la educación.

Asignaturas que aprueba

Si bien tiene aspectos positivos, la LOSU no es suficiente.

Asignaturas que suspende

La LOSU, aunque mejora… LO SUspendemos

Si bien tiene aspectos positivos, estamos ante una ley que hace -en cuanto raspamos un poco- lo que el plan Bolonia no consiguió: privatizar la universidad. Dando carta blanca a los fondos privados para poder invertir a placer.

Y no olvidemos que los aspectos positivos que tiene esta ley son añadidos a posteriori, fruto de las movilizaciones del año pasado. La ley que proponía Castells ni siquiera las contemplaba. Si cuando se intentó poner en marcha el plan Bolonia encontramos una fuerte resistencia por parte de la comunidad educativa, es previsible que próximamente haya manifestaciones.

CCOO ha criticado que esta ley es “poco ambiciosa y superficial”, aludiendo a que no saca a relucir toda la capacidad que tiene la educación española. Por otro parte, la Coordinadora de Representantes de Universidades Públicas (CREUP) lo que denuncia es que es completamente insuficiente. Ambas partes confluyen en una misma cuestión: la LOSU no es suficiente.

Esta ley intenta lo que el plan Bolonia no consiguió: privatizar la universidad.

Solo podemos aspirar a otro tipo de educación, partiendo de la unión del conjunto de la comunidad educativa. Por ello, lo primero es promover a nivel interno los organismos necesarios para que dentro de la universidad estén representados de forma equitativa los diferentes sectores de la comunidad educativa (estudiantes, profesores, auxiliares…).

Por otro lado, hay que redistribuir la riqueza: invertir los recursos necesarios para promover la contratación del profesorados, la compra de equipos e instalaciones a la vez que se facilita el acceso a la universidad (tasas reducidas, un sistema de becas menos excluyentes…).

Para poder llevar adelante todo este proyecto es vital defender la soberanía nacional, no podemos aspirar a un proyecto educativo diferente si estamos sujetos a los mandatos y chantajes de Bruselas. La universidad debe de estar al servicio del pueblo, no puede ser un mercado donde los fondos privados hacen y deshacen por interés.