“Como a menudo sucede en España en tiempos de crisis, la solidaridad se ha organizado y ha emergido”.Así se expresan varios medios internacionales. Pero, desgraciadamente, la pandemia también es aprovechada por quienes albergan otras intenciones. Asistimos a una operación de intoxicación informativa, que no surge espontáneamente, y que busca enfrentar a la población con el gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos. Debilitando nuestra capacidad de respuesta a la emergencia, que solo puede sustentarse sobre la unidad y la estabilidad política.
De esta operación forma parte una cadena de mensajes difundidos por las redes sociales. Que utilizan el lógico miedo de la población en una situación critica. Mintiendo, como cuando se difundió que el ministro Pedro Duque había infringido el confinamiento para visitar Denia y estaba ingresado en un hospital. O usurpando la identidad de responsables médicos para difundir que “las autoridades nos ocultan información”.
Son presentados como iniciativas individuales, en un arrebato de indignación, pero es “sospechoso” que siempre se dirijan, de forma organizada, en la misma dirección.
Cortar la cadena de estos bulos, no difundiéndolos a nuestros contactos, es también una forma de combatir el coronavirus.
Se está utilizando la vertiginosa rapidez de la expansión del virus, que ha desbordado las previsiones de científicos y gobiernos de todo el mundo, o las dificultades para abastecerse de material sanitario en un mercado mundial saturado, para difundir el bulo de que el gobierno no solo actuó tarde, sino que sabía lo que se venía encima y nos lo ocultó.
A través de informaciones falsas o manipuladas, que infectan una sensibilidad a flor de piel.
Como la noticia donde se afirmaba que el CSIC había informado al gobierno en enero de la letalidad del coronavirus, proponiendo unas medidas que el ejecutivo de Pedro Sánchez habría desestimado. El CSIC lo ha desmentido, pero durante varias horas circuló difundiendo su radiación.
O cuando se señala interesadamente la decisión de permitir las manifestaciones feministas del 8 de marzo. Basándose en un informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) que llamaba a principios de marzo a evitar concentraciones. Desde su publicación se celebraron 77 reuniones multitudinarias, pero algunos solo quieren que nos fijemos, con intenciones que nada tienen que ver con preocupaciones sanitarias, en la “peligrosidad” de las manifestaciones del 8-M.
Esta campaña política, que perjudica gravemente nuestra salud, ya se extiende a algunas fuerzas políticas. Las élites del procés o Vox superan los límites de la miseria moral. Pero, tras un aparente cierre de filas, algunos sectores del PP afilan los cuchillos contra el gobierno.
Pablo Casado respaldó la prórroga del estado de alarma sin presentar una sola enmienda… pero en su intervención socavó la aceptación del estado de alarma, al alegar que “vivimos un estado de excepción encubierto”, o se permitió, representando a quienes mayores recortes han ejecutado en sanidad, acusar al gobierno de “abandonar a los sanitarios”. Mientras la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, señaló al gobierno por “intentar aglutinar una mayoría de izquierdas a lomos de esta crisis hablando de reconstrucción social, pero más bien socialista, y despreciando al sector privado”.
Quien ha señalado explícitamente las intenciones de toda esta convergencia de hechos ha sido Pablo Sebastián, asiduo de movimientos en la sombra, que titula su último artículo con una declaración de guerra. “El gobierno de izquierdas, desautorizado y desbordado”. Señalando al actual ejecutivo como responsable de una situación dantesca en la que llegaremos “a superar los 100.000 enfermos y los 10.000 fallecidos”. Que no esconde sus intenciones: “¿Existe alguna solución o alternativa política a esta situación? (…) una amplia mayoría parlamentaria que ofrezca tiempo y la necesaria estabilidad. Y eso ¿cómo se hace? Con un pacto PSOE-PP”.
Más allá de las diferencias que puedan tenerse con la actuación del gobierno, apoyarlo cerradamente es la única posición decente. Quien ataque al gobierno con aviesas intenciones políticas está atacando nuestra salud, está perjudicando gravemente a los intereses del pueblo y del país, y está trabajando a favor del coronavirus.