(…) Uno desprecia la idea misma de compromiso. La otra fue cuatro años secretaria de Estado sin llevar a cabo una sola negociación importante. Gane el que gane en las elecciones de la próxima semana, es probable que EEUU sea más agresivo en el mundo. La era Obama es difícil calificarla como un período dorado para la diplomacia, pero lo parecerá en comparación con lo que nos espera en el futuro.
BOSTON GLOBE. 30-10-2016
Los estadounidenses no estamos acostumbrados a llegar a acuerdos con otros países. Nuestro vasto poder nos ha acostumbrado a mandar. Dominamos cada alianza de la que somos miembros (…) Eso es peligroso (…)
La mayor oportunidad diplomática que perdimos en los últimos años se produjo en 2012, cuando Kofi Annan (…) invitó a todas las partes del conflicto sirio a negociar. EEUU se negó (…) En lugar de negociar, nos limitamos a nuestra política tradicional: “Hable usted con sus amigos, que nosotros bombardearemos a nuestros enemigos” (…) Ahora, con un poder norteamericano menos abrumador de lo que era, la mejor manera de proteger nuestros intereses es resolver las crisis a través de la diplomacia, incluso con cierto coste geopolítico, en lugar de lanzar de bravatas o bombardear (…)
En las próximas décadas, la seguridad estadounidense dependerá en gran medida de nuestro éxito en el trato con Rusia y China (…) La constitución de las relaciones con estas dos potencias es un desafío desalentador porque esta tarea no está a cargo del Departamento de Estado, sino del Pentágono. Esto ha llevado a una política basada en la amenaza, la confrontación, las aventuras militares provocadoras y la escalada del ojo por ojo.
Los que promueven esta política creen que Estados Unidos debe mostrar a estos insolentes retadores el rostro del poder estadounidense, cuando estas naciones sólo están defendiendo sus propios intereses en sus vecindarios. Pero EEUU los ve como agresores a los que hay que detener (…)
El trabajo de los diplomáticos profesionales es hacer avanzar el interés nacional por medios distintos a la fuerza. Hoy, sin embargo, los diplomáticos no dan forma a la política de seguridad de Estados Unidos. Ese es el trabajo de los generales y almirantes, junto con cientos de memo-escritores anónimos en el Consejo Nacional de Seguridad. Los diplomáticos, frustrados a menudo, quedan reducidos al papel de sirvientes. Se espera de ellos que preparen el camino para la confrontación, emitan amenazas, alienten la escalada, y luego, cuando el conflicto termine, limpien el desorden. Muchos estadounidenses todavía consideran la diplomacia poco más que un espectáculo, (…) mientras que nuestros militares hacen el verdadero trabajo de configurar el mundo. Este punto de vista se ha hecho eco a través de la campaña presidencial de 2016 (…)