El movimiento maoísta está ganando terreno en este país de más de mil millones de habitantes, reforzando la hostilidad contra el gobierno en algunas áreas rurales y enfatizando la naturaleza desigual del extraordinario auge económico de India. Los analistas dicen que el movimiento está formado por unos diez mil combatientes irregulares, y tiene varios cientos de miles de partidarios. Los rebeldes son conocidos como naxalitas, por la oriental ciudad de Naxalbari, donde empezó el movimiento en 1967.
La élite económica, la oligarquía india, está cada vez más reocupada por el auge naxalita. Los maoístas indios plantean una guerra popular prolongada. Pero para la élite económica y la oligarquía india hay un orden de prioridades claro: «a pesar de los ataques terroristas de Mumbai, la nación India tiene otra amenaza, más grave, más insidiosa, y la representa la izquierda naxalita. Los maoístas no son un enemigo a tomarse a la ligera. A menos que sean eliminados, pueden causar mucho daño».Los Maoístas Indios se han «fogueado» en la guerra popular revolucionaria de Nepal el rápido desarrollo del movimiento maoísta ha encendido las alarmas entre la élite política india . La miseria de dos terceras partes de la población india y la opresión social se contraponen a los deseos de la élite de convertirse en una potencia regional al calor del arma nuclear y el acuerdo con los EEUU.Hoy los naxalitas son una realidad que hay que tener en cuenta. Tal vez los occidentales que recalan en India hayan podido comprobar que «naxa» ha pasado al vocabulario de los hindúes como expresión equivalente a «campesino rebelde» y que la lucha, actual y pasada, de los naxalitas forma parte de la cultura india moderna, incluso en el ámbito cinematrográfico.El propio gobierno indio consideraba hace un año que entre el 30% y el 35% del territorio de India está bajo el control de los nasalitas y de ahí la enésima preocupación del primer ministro, porque los maoístas han logrado crear su propio sistema de distribución pública en amplias zonas rurales de al menos cuatro estados en los que actúan: Jharkhand, Chhattisgarh, Bihar y Bengala Occidental. Al igual que sus camaradas nepalíes, los maoístas indios respetan a los cargos locales -incluyendo a policías- si el pueblo considera que son honestos y no están comprometidos en casos de corrupción o represión. También respetan a las empresas que están instaladas en sus zonas de influencia, pero las cobran un «impuesto revolucionario», que oscila entre el 15 y el 20% de sus beneficios, con el que financian sus actividades. Esto, de hecho, supone un gobierno de poder popular y los terratenientes de esos estados están muy asustados ante la posibilidad, real, de que los campesinos busquen la protección de los maoístas en los conflictos de tierras como ya ha ocurrido en Uthar Pradesh. En las últimas semanas se han incrementado sustancialmente las acciones maoístas contra destacamentos policiales, ordenando paros armados en protesta por la represión policial contra campesinos y que han sido secundados de forma masiva. Incluso en las elecciones que han tenido lugar estas últimas semanas, en las zonas donde operan los naxalitas el boicot ha sido masivo, de forma especial en Chhattisgarh, donde pese a que el porcentaje total de voto se ha situado en el 53% (y aquí los paramilitares de Salwa Judum han tenido un papel preponderante, amenazando a quien no fuese a votar) en determinados distritos apenas ha llegado al 21%, como ocurrió en Bijapur, por mencionar sólo caso de ese boicot.Por el momento, la guerrilla está dejando a un lado las ciudades para centrarse en el control total del campo, siguiendo la vieja estretagia de cercar las ciudades desde el campo. La estrategia es penetrar en las áreas rurales, consolidarse en ellas y, una vez que consideran seguras sus bases de apoyo, ir estableciendo coordinaciones eficaces y efectivas entre las diferentes células en otros Estados. Es la estrategia que tan buenos resultados ha dado en Nepal.Para hacer frente al auge maoísta el gobierno de Nueva Dehli puso en marcha la conocida estrategia de los EEUU en Vietnam y perfeccionada después en América Central durante los procesos revolucionarios de El Salvador y, sobre todo, Guatemala: la creación de las aldeas estratégicas y la formación de patrullas paramilitares que defenderían esas aldeas (las Patrullas de Autodefensa Civil de Guatemala). En India son conocidos como Salwa Judum (que se traduciría como «Cazadores de la paz») y tienen la categoría de «agentes policiales especiales» en los poblados campesinos. Son especialmente activos en Chatisgarh y es contra ellos contra los que está centrando en estos momentos su ofensiva la guerrilla.