Los principales nódulos de la alta burguesía catalana han enviado un contundente mensaje a Puigdemont: hay que paralizar cualquier pretensión de declarar una independencia unilateral.
El Banco Sabadell, segundo banco catalán y quinto español, ya ha trasladado su sede social desde Barcelona a Alicante. No ha esperado a comprobar si el lunes Puigdemont se atreve o no a proclamar una declaración de independencia unilateral en el parlament de Cataluña.
Ante la incertidumbre política, el Sabadell había perdido en pocos días un 13% de su valor en bolsa, es decir 1.000 millones menos de capitalización bursátil, además de una creciente fuga de depósitos.
Su reacción ha sido fulminante. Ante la mera insinuación de una independencia que expulsaría a Cataluña de la UE, y dejaría a sus bancos fuera del paraguas del BCE, imprescindible para poder acceder a su financiación al 0%, el Sabadell ha decidido por vía de urgencia trasladar su sede social a Alicante.
Con toda seguridad le seguirá hoy viernes La Caixa, primer banco catalán, nódulo de todas las operaciones financieras de la Generalitat, que va a reunir a su consejo de administración para valorar el traslado de su sede social a Baleares.
La Caixa había perdido en esta semana un 9% de su capitalización bursátil, un agujero que amenaza con agrandarse si no se levantan diques de contención.
Dos datos explican las expeditivas decisiones de los dos grandes bancos catalanes. Para La Caixa Cataluña solo representa el 25% de su negocio bancario, para el Sabadell esta cifra se reduce al 15%. El mercado español pesa mucho más en sus balances, y necesitan imperiosamente mantener una relación directa con los centros de la UE, que solo es posible a través del Estado español.
La alta burguesía catalana, que ha conseguido con mucho esfuerzo incrustrarse en el corazón de la oligarquía española, no va a permitir que los Puigdemont arruinen su meteórico ascenso.
A ellos se han añadido otros significativos nombres de la gran empresa catalana, como Freixenet o Catalana Occidente, que han anunciado su intención de trasladar su sede social fuera de Cataluña si se declara algún tipo de independencia.
Las presiones sobre Puigdemont de la alta burguesía catalana para que aparque cualquier tentación aventurera en forma de una declaración unilateral de independencia, se trasladan a los posicionamientos de los altos cargos políticos que siguen representando sus intereses en Cataluña.
Andreu Mas-Colell, conseller de Economía con Artur Mas, ha planteado un impasse de dos años donde no se de ningún paso unilateral hacia la independencia.
Y el actual conseller de Industria del govern de Puigdemont, Santi Vila, ha declarado que “en primer lugar, debemos serenarnos” y que “cuando hay un choque como este, lo más prudente es detenerse, razonar y preguntarse si de verdad no hay otra manera” de actuar. Señalando que “tenemos medio país en Catalunya que no da reconocimiento de derecho a todo este proceso” y llamando a evitar la tentación de aprobación de una DUI.
El círculo sobre Puigdemont se estrecha, también entre las más importantes élites catalanas.