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La expropiación chipriota y los capitales rusos offshore

¿Cuánto vale la confianza en el sistema bancario europeo? ¿Cuánto cuesta la confianza en la legislación de Europa? ¿Cuánto le cuesta al mundo creer en que la inviolabilidad de la propiedad privada es algo sagrado en la Unión Europea?

Todo el mundo pudo conocer las respuestas a estas preguntas, gracias a los esfuerzos mancomunados de los líderes europeos y de las autoridades chipriotas. Pues bien: la confianza en el estado de derecho europeo y en el sistema bancario europeo cuestan tan solo cinco mil ochocientos seis millones de euros. Tal es la suma que las autoridades chipriotas confían en obtener, con la introducción, por una vez, de un «impuesto solidario» a las cuentas bancarias abiertas en bancos chipriotas.

Es evidente que ese «impuesto solidario», impuesto con fecha retroactiva y sin aviso, no es más que la pantalla jurídica para una expropiación banal. A juzgar por el hecho que nadie desea asumir la responsabilidad de la decisión tomada, se puede suponer que a todos los participantes en las conversaciones euro-chipriotas les quedó muy claro que cometieron un error garrafal. Representantes de Alemania y del Banco Central Europeo culpan a las autoridades chipriotas de haber adoptado una forma tan exótica para solucionar sus problemas financieros. El presidente de Chipre declaró que había advertido a la Comisión Europea de que la ley sobre el «impuesto de solidaridad» no sería aprobada por el parlamento, e insinuó que la culpable de todo fue la cancillera de Alemania, Angela Merkel. La reacción de los analistas de los bancos europeos líderes indica que, los ejecutivos de las estructuras financieras europeas están horrorizados ante lo ocurrido.

Ahora, ya no importa en qué van a terminar concretamente los juegos diplomáticos en el triángulo Bruselas-Nicosia-Moscú. Aunque sea abolida la expropiación de las cuentas bancarias, el sistema bancario de Chipre está condenado a la quiebra. Pero, si el impuesto se impone, la bancarrota será inevitable también. Pues, al margen de los resultados de las deliberaciones en el parlamento, en el primer día mismo de labores de los bancos chipriotas, la mayoría de los clientes comenzarán a retirar su dinero. Y ningún banco será capaz de resistir el retiro simultáneo de la mayoría de sus clientes. Europa, en un intento de conjurar la crisis bancaria ha creado, con sus propias manos, las condiciones para la quiebra rápida de los bancos chipriotas. Es decir, es muy probable que los propietarios de cuentas chipriotas pierdan mucho más que el diez o quince por ciento de su dinero. Una evaluación más realista habla de una pérdida del cuarenta al sesenta por ciento. La diferencia en los cálculos de las pérdidas se debe a la renuencia de las autoridades chipriotas, y de algunos analistas, a tomar en cuenta las consecuencias del éxodo masivo de capitales de los bancos chipriotas y de su quiebra posterior.

A primera vista, la destrucción del sector bancario de la república de Chipre no debería representar una amenaza para la economía de la UE pero, esa es una impresión engañosa. Pues, basta con mirar la reacción del mercado de divisas para constatar que, se puso en marcha un proceso de salida de dinero de los países que se encuentran bajo la jurisdicción de la UE. El capital abandona Europa y busca “paraísos” en los que, actualmente, parece mínimo el riesgo de la expropiación. Se puede afirmar que, según el balance preliminar de la semana, los beneficiarios principales de los errores de los líderes europeos son Suiza, Singapur y Noruega. En dependencia del escenario del desarrollo de la situación en Chipre, el proceso de la fuga de capitales de la eurozona se dilatará o adquirirá el carácter de avalancha. En este momento, el libreto del desarrollo de la crisis chipriota responde a la fórmula clásica: “fin horroroso, o de horror sin fin”. En cualquier caso, es ya evidente que la confianza en la UE se ha deteriorado definitivamente y que los propietarios de grandes capitales extrateritoriales (offshore) se han visto obligados a pensar que ya no existen más las jurisdicciones seguras y fiables en Europa. No está descartado que algunos oligarcas rusos traten de acudir a los tribunales para recuperar parte de su dinero. En tal caso, como no recordar las palabras proféticas pronunciadas por Vladímir Putin, dirigidas en 2011 a las élites asentadas en paraísos fiscales: “Morderán polvo recorriendo tribunales, tratando de descongelar esos medios”. Para Rusia, la catástrofe financiera chipriota puede representar una posibilidad excepcional. La mayoría de los oligarcas rusos conocen mal la historia y, a ellos no les dice nada la expropiación de Roosevelt, de 1993, y la suspensión norteamericana técnica de pagos, de 1971. Aquella ignorancia, combinada con la experiencia específica de las operaciones de negocios en el período postsoviético predispuso, a una cierta parte de la elite empresarial rusa, a la idealización del sistema occidental jurídico y financiero. Ahora bien, la crisis financiera mundial marcó el comienzo del despertar y, la crisis bancaria chipriota terminó definitivamente de desvanecer esas ilusiones. Es cierto que, una parte de la elite oligárquica seguirá buscando nuevos “paraísos fiscales” hasta que en el mundo sean eliminadas todas las zonas francas offshore. Sin embargo, otra parte va pensar en la repatriación de capitales a Rusia. Aquello será no solo un tributo político a la moda, sino también el signo de la existencia de cordura y de preocupación por la seguridad del capital propio.

La crisis bancaria chipriota puede conducir a un cambio de mentalidad de una parte de la elite rusa. La destrucción de Chipre, como centro financiero europeo, llevará a una elevación considerable de los costos de transacción por el esquema de las importaciones, digamos, no oficiales, y creará además determinados problemas de liquidez para algunas compañías rusas. Es posible que, una parte de los grandes empresarios se vea obligada, ahora, a recurrir a la jurisdicción rusa y al sistema financiero ruso, aunque sea por temor a perder su dinero en el extranjero, y no por consideraciones patrióticas. El flujo de capitales offshore, y la reorientación al trabajo en las condiciones rusas de algunos esquemas financieros, puede crear la coyuntura indispensable para la aplicación de las ya maduras reformas en los sectores bancario, tributario y aduanero. Desde este punto de vista podemos afirmar que, la Unión Europea y Chipre hicieron, con su decisión errada, un regalo inesperado a la economía de Rusia. Ahora es importante no dejar escapar la posibilidad de aprovecharlo.