La erosión de la clase media norteamericana

«Hace dos semanas, el fundador de Microsoft Bill Gates y otros 40 multimillonarios se comprometieron a donar al menos la mitad de su fortuna a la filantropí­a. ¿Es Estados Unidos un paí­s tan bendecido con la riqueza que puede darse el lujo de regalar miles de millones, como si tal cosa? El movimiento de Gates también podrí­a interpretarse como una campaña de relaciones públicas, en un paí­s donde crece la sensación de que los super-ricos se están beneficiando a pesar de la crisis, mientras el número de personas afectadas crece enormemente. Una sensación también de que cada vez hay más resentimiento en la sociedad estadounidense contra los de arriba.»

Esta vez, la recesión está afectando también a gente bien formada que había estado disfrutando de una buena vida hasta ahora. Estas ersonas, que se consideran de clase media sólida, ahora se sienten más amenazadas que nunca antes en la historia del país. Cuatro de cada 10 estadounidenses que se consideran parte de esta clase creen que serán incapaces de mantener su estatus social. El auge del precio de las acciones y los bienes inmuebles, una escalada salvaje del endeudamiento del país y un gasto excesivo de los consumidores han enmascarado desde hace mucho tiempo el hecho de que para la inmensa mayoría de los estadounidenses no se ha derivado casi ningún beneficio de 30 años de crecimiento económico. En 1978, el ingreso promedio per cápita de los hombres en los Estados Unidos fue de 45.879 dólares (unos 35.570 euros). La misma cifra para el año 2007, ajustado a la inflación, fue de 45.113 dólares ( 35.051 euros). ¿Dónde está todo el dinero? ¿Dónde todas las ganancias del mercado y los enormes ingresos corporativos, los beneficios del auge de los mercados financieros y el aumento del 110% en el PIB en los últimos 30 años? Se fue a los que siempre habían tenido más que suficiente. (DER SPIEGEL) Alemania. Der Spiegel La erosión de la clase media americana Thomas Schulz Mientras los súper ricos de Estados Unidos se felicitan por la donación de miles de millones a la caridad, el resto del país está peor que nunca. El desempleo de larga duración va en aumento y millones de estadounidenses están luchando por sobrevivir. La brecha entre ricos y pobres es más amplia que nunca y la clase media está desapareciendo. Ventura es una pequeña ciudad en la costa del Pacífico, a una hora en coche al norte de Los Angeles. Casas de lujo con vistas al mar salpican las laderas, y las playas son populares entre los surfistas. Ventura es la California de cuento. "Es un lugar adinerado", dice el capitán William Finley. "Pero alrededor del 20 por ciento de la ciudad está en lo que llamamos en riesgo de quedarse sin hogar." Finley preside la sección local del Ejército de Salvación. El verano pasado Ventura lanzó un programa piloto, gestionado por Finley, que permite a las personas dormir en sus coches dentro de los límites de la ciudad. Esto es normalmente ilegal, tanto en Ventura como el resto del país, donde las autoridades locales y los residentes están preocupados por ver camionetas en decadencia llenas de trabajadores emigrantes mexicanos estacionados en las calles residenciales. Pero en algún momento a principios del año pasado, la gente de Ventura se dio cuenta de que los coches aparcados delante de sus entradas por la noche no eran viejos cacharros, sino bien cuidadas camionetas y utilitarios. Y la gente durmiendo en ellas no eran recolectores de frutas o personas sin hogar, sino sus antiguos vecinos. Finley también ha notado un cambio. De repente, el doble de personas se aprovechan de su programa gratuito de organización de comidas en el servicio social, y algunos van incluso conduciendo en BMW – al parecer reacios a renunciar a los coches caros que les recuerdan tiempos mejores. Finley los llama "los nuevos pobres". "Esta que estamos viendo creo que es una categoría diferente de personas", dice. "Son personas que nunca, ni en sus más salvajes fantasías pensaron que estarían sin hogar." Son gente que tenía suficiente dinero –mucho dinero, en algunos casos– hasta hace poco. "La imagen de lo que es una persona pobre ha cambiado mucho con el tiempo. Cuando yo era joven una persona pobre, y crecimos muy pobres, conducía un coche de 10 años de edad lleno de abolladuras. Ya sabes, había un coche para toda la familia, que vivía sin necesidad del banco de alimentos", dice Finley. "En el pasado, usted podía salir de la pobreza y estaba en su mano ir hacia arriba." El American Way camina en la dirección opuesta Era el American Way, un camino seguido por millones de personas. "Hoy la imagen es que se aferran en mantener sus coches nuevos de último modelo que llegaron a costarles 40 o 50 mil dólares, aunque están desesperados, viviendo de los bancos de alimentos. Y a muchos de ellos les cuesta mucho tener que tragarse su orgullo ", dice Finley. Hoy en día el estilo estadounidense, a menudo, va en la dirección contraria: hacia abajo. Durante un tiempo, América parecía haber salido relativamente ileso de la peor crisis económica en décadas –con renovado vigor y energía– al igual que había hecho a raíz de las crisis anteriores. El gobierno anunció nuevas cifras de crecimiento económico tan pronto como el otoño pasado, mucho antes de lo esperado. Los bancos, moribundos hasta hace poco, estaban de nuevo ganando miles de millones. Las empresas en todo el país estaban reportando un fuerte crecimiento, y el mercado de valores volvió casi a los niveles pre-crisis. Incluso el número de millonarios creció un saludable 17 por ciento en 2009. Hace dos semanas, el fundador de Microsoft Bill Gates y otros 40 multimillonarios se comprometieron a donar al menos la mitad de su fortuna a la filantropía, ya sea en vida o después de la muerte. ¿Es Estados Unidos un país tan bendecido con la riqueza que puede darse el lujo de regalar miles de millones, como si tal cosa? Un creciente resentimiento El movimiento de Gates también podría interpretarse como una campaña de relaciones públicas, en un país donde crece la sensación de que los super-ricos se están beneficiando a pesar de la crisis, como era de esperar, mientras el número de personas afectadas crece enormemente. Una sensación también de que cada vez hay más resentimiento en la sociedad estadounidense contra los de arriba. Para las personas en los grupos de menores ingresos, la recuperación parece estar ya cayéndose a pedazos. Los expertos temen que la economía de EEUU podría permanecer débil durante muchos años por venir. Y a pesar de los muchos programas de asistencia del gobierno, la pequeña cantidad de esperanza que generan aún no ha sido sentida por el público en general. Al contrario, para mucha gente las cosas todavía se dirigen dramáticamente hacia abajo. De acuerdo con un sondeo de opinión reciente, el 70 por ciento de los estadounidenses creen que la recesión está aún en pleno apogeo. Y esta vez no es sólo a los pobres a los que afecta especialmente, como es habitual durante las recesiones. Esta vez, la recesión está afectando también a gente bien formada que había estado disfrutando de una buena vida hasta ahora. Estas personas, que se consideran de clase media sólida, ahora se sienten más amenazadas que nunca antes en la historia del país. Cuatro de cada 10 estadounidenses que se consideran parte de esta clase creen que serán incapaces de mantener su estatus social. Persistente desempleo En un artículo de portada reciente titulado "Clase media, hasta la vista", el diario New York Post presenta a sus lectores "25 estadísticas que prueban que la clase media está siendo sistemáticamente eliminada de la existencia en América." La semana pasada, la más destacada columnista on line, Arianna Huffington, emitió la advertencia casi apocalíptica de que "Estados Unidos está en peligro de convertirse en un país del Tercer Mundo." De hecho, Estados Unidos, a raíz de la crisis inmobiliaria, de la economía financiera y ahora de la deuda, que todavía no han sido superadas, está amenazado por una Edad de Hielo social más grave que cualquier cosa que el país haya visto desde la Gran Depresión. Estados Unidos está experimentando el problema del desempleo a largo plazo por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. El número de parados de larga duración ya es tres veces más alto de lo que lo fue durante cualquier crisis en el pasado, y sigue en aumento. Más de un año después del fin oficial de la recesión, la tasa de desempleo global se mantiene siempre por encima del 9,5 por ciento. Pero esto es sólo la cifra oficial. Cuando se ajusta para incluir a las personas que ya han dejado de buscar trabajo o apenas sobreviven con los pocos cientos de dólares que gana con un trabajo a tiempo parcial y están utilizando sus ahorros, la cifra real de desempleo salta a más del 17 por ciento. En su informe anual, el Departamento de Agricultura de EEUU señala que "la inseguridad alimentaria" va en aumento, y que 50 millones de norteamericanos no pudieron darse el lujo de comprar comida suficiente para mantenerse saludables en algún momento del año pasado. Uno de cada ocho adultos estadounidenses y uno de cada cuatro niños ahora sobreviven con cupones de alimentos del gobierno. Se trata de cifras inimaginables para el país más rico del mundo. Aún más inquietante es el hecho de que Estados Unidos, que siempre se ha caracterizado por su inquebrantable fe en el sueño americano, y en la convicción de que cualquier persona, incluso aquellos que están en el fondo, puede llegar a la cima, está empezando a perder su famoso optimismo. Según cifras recientes, una minoría significativa de ciudadanos de los EEUU ahora creen que sus hijos estarán en peor situación que ellos. Muchos estadounidenses están comenzando a darse cuenta de que para ellos, el sueño americano se ha convertido en una pesadilla nocturna. Se enfrentan a una amarga realidad de cada vez menos puestos de trabajo, décadas de estancamiento de los salarios y un aumento espectacular de la desigualdad. Sólo en los últimos meses, en que la economía ha crecido pero el empleo no ha regresado, en que los beneficios han vuelto, pero las cifras de pobreza aumentan por semanas, el país parece haber reconocido que está luchando con una profunda crisis estructural que ha ido creciendo durante años. Como escribió el Washington Post, la crisis financiera no era más que el giro final – para peor. ¿Dónde está todo el dinero? El auge del precio de las acciones y los bienes inmuebles, una escalada salvaje del endeudamiento del país y un gasto excesivo de los consumidores han enmascarado desde hace mucho tiempo el hecho de que para la inmensa mayoría de los estadounidenses no se ha derivado casi ningún beneficio de 30 años de crecimiento económico. En 1978, el ingreso promedio per cápita de los hombres en los Estados Unidos fue de 45.879 dólares (unos 35.570 euros). La misma cifra para el año 2007, ajustado a la inflación, fue de 45.113 dólares ( 35.051 euros). ¿Dónde está todo el dinero? ¿Dónde todas las ganancias del mercado y los enormes ingresos corporativos, los beneficios del auge de los mercados financieros y el aumento del 110% en el PIB en los últimos 30 años? Se fue a los que siempre habían tenido más que suficiente. Mientras que el 90 por ciento de los estadounidenses han presenciado aumentos de escasa entidad en sus ingresos desde 1973, los ingresos para las personas en el extremo superior de la escala social casi se han triplicado. En 1979, un tercio de los beneficios que el país produjo fue al 1% más rico de la sociedad estadounidense. Hoy en día es casi el 60%. En 1950, el director general promedio de una gran corporación ganaba 30 veces más que un trabajador. Hoy en día gana 300 veces más. Y hoy, el 1% de los estadounidenses son propietarios de un 37% de la riqueza nacional total. La desigualdad de ingresos en los Estados Unidos es mayor hoy de lo que ha sido desde la década de 1920 (…) Pocas oportunidades para el sueño americano En Estados Unidos, el mercado libre es el rey, y las personas con bajos ingresos son vistas como las únicos culpables. Los que hacen mucho dinero son aplaudidos – y emulados. El único problema es que desde hace mucho tiempo los estadounidenses han pasado por alto el hecho de que el sueño americano se estaba convirtiendo en una realidad para cada vez menos personas. Estadísticamente, los estadounidenses con menos recursos tienen un 4% de oportunidades de convertirse en parte de la clase media alta – un número menor que en casi todos los países industrializados. Hasta ahora, los políticos han fracasado en encontrar soluciones para la creciente crisis social. Washington todavía está esperando puestos de trabajo que no vienen. El presidente Barack Obama y su administración parece tener puestas sus esperanzas en la idea de que los estadounidenses finalmente saldrán adelante por sus propios medios –preferentemente haciendo lo mismo que siempre han hecho: gastar dinero. El gasto doméstico de los consumidores es responsable de dos tercios de la producción económica de Estados Unidos. Pero a pesar de que el director de la Reserva Federal, Ben Bernanke, sigue bombeando dinero en el mercado, y aunque el déficit público ha alcanzado el nivel vertiginoso de 1,4 billones de dólares, tales esfuerzos han resultado baldíos. "Las luces se apagan en toda América", escribió el Premio Nobel de Economía Paul Krugman la semana pasada, y describió las comunidades que ni siquiera podía darse el lujo de mantener sus calles iluminadas. El problema es que muchos estadounidenses ya no pueden gastar dinero en productos de consumo, porque no tienen ahorros. En algunos casos, sus casas han perdido la mitad de su valor. Ellos ya no están calificados para recibir préstamos a bajo interés. Están ganando menos dinero que antes o están desempleados. Lo que a su vez, reduce o elimina su capacidad para pagar impuestos. Apagar las luces Como resultado, los gobiernos estatales y locales se enfrentan a enormes déficits presupuestarios. En Hawai, por ejemplo, las escuelas están cerradas algunos viernes para ahorrar dinero al Estado. Un condado en Georgia ha eliminado todos los servicios de autobuses públicos. Colorado Springs, una ciudad de 380.000 personas, ha decidido el cierre de un tercio de sus farolas para ahorrar electricidad. Muchas diferencias existen en los Estados Unidos a raíz de la crisis financiera. Por un lado, la Fed está constantemente imprimiendo dinero fresco, y el gobierno gastó 182.000 millones de dólares para rescatar a una sola compañía, el gigante de seguros AIG. Por otra parte, las luces se están apagando de hecho en algunas áreas, porque Washington, esgrimiendo la necesidad de reducir el gasto, no está dispuesto a proporcionar a los gobiernos locales la asistencia financiera. "Estados Unidos está ahora en el apagón, camino de ninguna parte", advierte el economista Krugman. Chanelle Sabedra ya está en ese camino. Ella y su esposo han estado durmiendo en su coche durante casi tres semanas. "Nunca vimos esto venir, nunca jamás", dice Sabedra. Ella empieza a llorar. "Soy una persona adulta, puedo cuidar de mí misma de una manera u otra, y lo mismo con mi marido, pero (mis hijos) son muy pequeños para pasar por estas cosas." Ella tiene tres hijos, que son de nueve, cinco y tres años de edad. "Teníamos una casa más al sur, en San Bernardino", dice Sabedra. Su esposo perdió su empleo de construcción de casas prefabricadas en julio de 2009. La compañía de servicios públicos les cortó el gas. "Hervíamos el agua en la barbacoa para bañar a nuestros hijos", dice. Al no poder pagar el alquiler, los Sabedra fueron desalojados de su casa en agosto. Amigos y familiares tenían pocos recursos para ayudarlos. Ahora viven en una habitación en el refugio para gente sin hogar del Ejército de Salvación en el centro de Ventura, que está dirigido por el capitán Finley. La caída repentina en la falta de un techo es una realidad que es difícil de entender, habida cuenta de las imágenes de América que estamos acostumbrados a ver en series de televisión y películas. Siempre muestran hogares con bien cuidados jardines y garajes para dos autos, con el aro de baloncesto en su puerta. Este estilo americano todavía existe, pero está reduciéndose. Y los que están manejando para mantener viva la ilusión, a menudo difícilmente puede permitirse el lujo de hacerlo. Los estadounidenses han estado luchando con un creciente coste de la vida durante los últimos 20 años. A principios de la década, las familias ya estaban pagando por un seguro de salud y por sus hipotecas el doble de lo que le costaba a la generación anterior. "Para hacer frente a esto, millones de familias pusieron a trabajar al segundo cónyuge", dice la profesora de Harvard Elizabeth Warren, a la que el presidente Obama designó para presidir la comisión del Congreso de supervisión del programa gubernamental de rescate bancario. Según Warren, la familia media gasta todos sus ingresos y usa sus ahorros "sólo para mantenerse a flote un poco más." La espiral de la deuda Debido a que carecían de ahorros, los estadounidenses comenzaron a pedir dinero prestado para cubrir todos sus gastos, incluyendo educación, salud y consumo. La deuda de los consumidores estadounidenses asciende actualmente a 13,5 billones de dólares. Muchas personas amenazan con hundirse bajo el peso de su deuda. Un 61% de los estadounidenses no tienen reservas financieras y viven de quincena en quincena. Tan poco como una sola factura del hospital puede anunciar una potencial ruina financiera. El marido de Chanelle Sabedra ha encontrado otro trabajo, esta vez como trabajador de almacén en una empresa que fabrica turbinas de aviones. Pero no ganan lo suficiente para que la familia salga fuera del hogar para desamparados. "No tengo un nuevo trabajo todavía", dice Sabedra. El trabajo de su marido no aporta lo suficiente, y la pareja se ha unido a las crecientes filas de los trabajadores pobres, para quienes incluso dos puestos de trabajo de bajos salarios no son suficientes para alimentar a sus familias. "Necesitamos una segunda fuente de ingresos", dice Sabedra. "Sólo los gastos del bebé son de 600 dólares al mes para el cuidado durante medio día." Antes de la recesión en Estados Unidos, ella y su marido habían tenido dos empleos cada uno a fin de mes. Ellos han trabajado en la caja registradora de Wal-Mart durante el día, sirviendo hamburguesas en McDonald’s en la tarde y tal vez pasaban la mitad de la noche trabajando como guardia de seguridad o en la limpieza de edificios. Todos estos son empleos de baja remuneración, pero el ingreso combinado era normalmente suficiente para mantener a una familia a flote. En América antes de la recesión, la vida no era de lujo para Chanelle Sabedra, pero era factible si estaban dispuestos a trabajar lo suficientemente duro y sacrificarse durante sus vidas lo suficiente como para mantenerse a flote. ¿Qué clase de trabajo está buscando ahora? "Cualquier cosa ahora. Mayormente estoy buscando trabajo por horas, o simplemente algo que me permita comenzar, pero no hay nada allí afuera", dice Sabedra. DER SPIEGEL. 19-8-2010