Representantes de Maduro y Guaidó exploran una vía de diálogo en Noruega

La crisis venezolana busca vías de salida

A estas alturas, ya nadie puede negar que la maniobra norteamericana iniciada el 10 de enero de 2019 -cuando Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, llamó a desconocer la autoridad de Maduro y se autoproclamó «presidente encargado» de Venezuela- se ha saldado con un rotundo fracaso. Por tres veces, Washington y la oligarquía venezolana han logrado hacer caer al gobierno bolivariano, llevando al país al borde mismo de una intervención militar y de un enfrentamiento civil de irreparables consecuencias. 

Por tres veces sus maniobras se han visto frustradas: ni tras la autoproclamación de enero y el reconocimiento de EEUU y otros 50 países; ni tras la «petición de ayuda humanitaria» y los sucesos del puente internacional de Las Tienditas en la frontera de Colombia -donde los camiones con suministros fueron incendiados, como tuvo que reconocer la CNN, por los seguidores de Guaidó-; ni tras la asonada del 30 de abril, donde algunas unidades militares liberaron a Leopoldo López y se concentraron en las afueras de la base aérea La Carlota, en Caracas. 

Todas esas intentonas se saldaron en fiasco. No solo, ni principalmente, porque el grueso de las fuerzas armadas del país se han mantenido del lado del gobierno, sino porque la mayoría del pueblo venezolano -pese a la honda polarización del país, y pese a los graves errores de Maduro que le han granjeado la hostilidad de amplios sectores de la población- no ha querido seguir a Guaidó en su senda hacia el abismo de la guerra civil. Está por ver si la mayoría social venezolana quiere a Maduro, pero de lo que no cabe ninguna duda es que no quiere golpes de Estado ni enfrentamientos fraticidas instigados desde EEUU.

Tras estas pifias, el gobierno de Maduro está recuperando la iniciativa. Primero, con la mediación de Noruega -un país que tiene un reconocido prestigio internacional en la mediación y resolución de conflictos, y que es conocido por su discrección- se están manteniendo encuentros entre representantes de Maduro y Guaidó para tratar de encontrar una salida a la grave situación. 

A Oslo han acudido, por parte del gobierno bolivariano el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez y el gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, y por parte de Guaidó el exdiputado Gerardo Blyde y Fernando Martínez Mottola, exministro de Carlos Andrés Pérez, así como el diputado y vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González. De momento las reuniones son apenas exploratorias de ambas partes con la Cancillería noruega, y todavía no se ha formado una mesa de diálogo dierecto entre ambas partes.

No es la única vía de diálogo que se ha abierto estos días. Representantes de Maduro se han reunido directamente con el enviado especial de EEUU para Venezuela, Elliot Abrams -junto con John Bolton, el principal instigador del golpe de Estado desde la administración Trump- lo cual indica que Washington puede estar planteándose un cambio de táctica (que no de objetivos) hacia Venezuela. También se ha anunciado que los representantes de ambos grupos recibirán a los delegados del Grupo de Contacto de la Unión Europea para escuchar sus propuestas para lograr una salida a la crisis del país.

Pocos días después de abrir la senda noruega, Maduro ha anunciado que adelantará la convocatoria de elecciones a la Asamblea Nacional, ahora bajo control de la oposición, para que se celebren antes de diciembre de 2020, cuando expira su mandato. «Vamos a hacer elecciones, vamos a elecciones adelantadas de la Asamblea Nacional para ver quién tiene los votos, quién tiene los votos, para ver quién gana», ha afirmado Maduro durante un acto en el Palacio de Miraflores de Caracas convocado para conmemorar el primer aniversario de su victoria en las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018.

Más allá de la conveniencia de lanzar este adelanto electoral mientras se está abriendo la vía del diálogo en Oslo, lo cierto es que antes o después -cuando baje la tensión y haya posibilidad de celebrar una votación en condiciones todo lo democráticas, sosegadas y limpias que se pueda- la crisis venezolana deberá resolverse en una cita con las urnas que, sean elecciones presidenciales como exige la oposición o elecciones legislativas anticipadas como ahora plantea Maduro, serán un plebiscito decisivo para el futuro del país.