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La crisis del Euro alterará los equilibrios europeos

Dentro del mismo esquema, la formación de un bloque económico de 500 millones de consumidores (y contribuyentes fiscales, aunque esto se olvidó durante mucho tiempo) exigía responder antes la pregunta de cuáles iban a ser sus centros de gravitación, es decir, su capital económica y su capital política Los acontecimientos europeos de los últimos seis o siete años han dado la respuesta: la capital económica de Europa es el Banco Central Europeo, y su capital política es Berlín. Ocurre que las dos están en Alemania. Y el BCE no está en Alemania por el hecho de que esté emplazado en Francfort, sino porque es de pura progenie alemana, un esqueje del Bundesbank.

La estrecha colaboración entre el presidente Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel a lo largo de la crisis del euro hizo creer a muchos que en realidad Europa seguía siendo gobernada por una diarquía franco-germana, como en los tiempos de d’Estaing-Schmidt, Mitterrand-Kohl y Chirac-Schröder. Pero la balanza se había desequilibrado en favor de Alemania. Entretanto, Francia se quedaba estancada económicamente. El presidente Sarkozy era consciente de que si no prescribía para la euro-zona, pero sobre todo para su propio país, las fórmulas de gobernación de la economía, creadas y aplicadas por Alemania, Francia se quedaría retrasada y perdería su prestigio como nación imprescindible para contrabalancear el poderío alemán. Mientras tanto, Merkel necesitaba a Sarkozy como prenda de su voluntad europeísta y no hegemónica.

Este arreglo práctico tranquilizaba al Reino Unido, el cual, por razones históricas, geopolíticas y financieras ve con recelo la formación de un bloque unido (bajo la dirección de Berlín o de la de París, hay ejemplos históricos en uno u otro sentido), que pudiera reducir su papel histórico de factor de re-equilibrio de la balanza de poder en el continente europeo. La entrada de Gran Bretaña en la Unión había sido tardía, y se produjo sólo después de agotarse la utilidad práctica de la Commonwealth y de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) como bloques económicos viables y alternativos.

Así que hay dos naciones a la expectativa de lo que ocurra con la crisis europea: Rusia y el Reino Unido. Pero los otros 26 miembros de la Unión no están «a la expectativa», sino metidos hasta las cejas en acordar y determinar lo que sea necesario para salvar la crisis y salir fortalecidos como Unión.