Conforme se infla la espiral de tensión en torno a Ucrania, a EEUU se le presenta un dilema. ¿Cómo vencer la agresividad de Rusia, que está echando un pulso para detener la expansión de la OTAN hacia el Este… sin que eso perjudique o complique la principal meta geopolítica de la superpotencia, que no es otra que contener a China?
Porque una cosa y la otra están relacionadas de muchas maneras. De hecho, una de las cosas que más preocupa en la Casa Blanca es la cumbre que, en plena escalada en Ucrania, han celebrado Putin y Xi Jinping para inaugurar «un nuevo escenario» en la relación bilateral.
Hace años que en Washington preocupa la profundización de la alianza entre China y Rusia, que ahora puede quedar aún más reforzada. La inteligencia norteamericana ha advertido a Biden que con la ayuda de China, Rusia puede resistir mucho mejor las represalias que EEUU y sus aliados podrían tomar contra la economía rusa si el Kremlin cruza la línea roja de atacar Ucrania. El comercio bilateral entre ambas naciones alcanzó el año pasado la cifra récord de 150.000 millones de dólares y va a más.
Además, hace tiempo que Moscú y Pekín están dando pasos firmes para independizarse de los sistemas de transferencias financieras, del uso del dólar y de los monopolios digitales, mecanismos decisivos de la hegemonía norteamericana en el plano económico. En el plano diplomático, las autoridades chinas han declarado su apoyo a las “garantías de seguridad a largo plazo jurídicamente vinculantes en Europa” que exige Moscú, así como su rechazo a cualquier nueva ampliación de la OTAN, como contrapartida a retirar sus tropas de la frontera ucraniana.
Importantes think tanks del establishment de Washington, como Atlantic Council, están sugiriendo a la administración Biden que eche el freno con Moscú y reequilibre las relaciones con Rusia, para frenar este acercamiento y “separar a Rusia de China”. Algo parecido intentó -sin ningún tipo de éxito- la administración Trump durante su primer año de mandato, designando a Rex Tillerson, magnate del petróleo y amigo personal de Putin, como Secretario de Estado.