Bohemian Rhapsody

La conquista de un sueño

Esta es la historia de la realización de un sueño que muchos músicos han tenido y pocos han alcanzado en el grado en que Queen lo hizo, con trabajo, perseverancia, arriesgando, con una convicción firme de que lo que hacían es lo que tenían que hacer, es para lo que estaban llamados.

A la memoria de David O.V.

La formación musical y cultural de Freddie es polifacética y quizá de ahí su originalidad, parsi e indio, nacido en Zanzíbar, toma clases de piano en India y se familiariza con la música clásica y la ópera (el film hace un guiño claro aunque sutil a la admiración y respeto que Mercury sentía por Montserrat Caballé). Es un comienzo vital, lleno de mezcla y por tanto de riqueza que aumenta con su traslado a Inglaterra.

El film retrata aspectos múltiples de la vida de Freddie en los que, no faltos de verdad, uno puede quedarse con lo superfluo o ir a las tripas. Podemos quedarnos con su bisexualidad y las orgías y fiestas desenfrenadas, o con su amor profundo y sincero a Mary Austin y, sobre todo, a la música y la búsqueda de su propio sentido en la vida.

La extravagancia, o mejor dicho, la originalidad de sus puestas en escena o sus fiestas depravadas, muy habituales en el mundo que le tocó vivir tanto en lo musical como en lo experiencial de una parte de la juventud del momento, forman parte de un mundo que se abría a los descubrimientos. Una generación que buscaba nuevas formas de expresarse en lo cotidiano y en todos los ámbitos del arte; que encontró en las drogas una forma de experimentar nuevas sensaciones que les permitieran crear dentro de la maquinaria de producción del capitalismo desarrollado. Un mundo que, también en la música, hizo estragos al convertir a los ingenuos grupos que comenzaban a destacar, en productos de la industria musical dominante, o directamente hundirlos por no poder mantener la presión, el ritmo de producción o sus propias convicciones.

La genialidad de Freddie no radica en destacar en esas extravagancias o en llevar al límite esas experiencias nuevas y atrayentes, sino en la búsqueda de cantar con verdad, de expresar desde el corazón, de la voluntad de entregar al público una parte de su alma que era también parte del alma del público. 

Pero Queen no solo era Freddie, eran una banda, como empiezan casi todas bandas, un grupo de chicos con inquietudes, que comienzan a crear y tienen la suerte de ser escuchados por la persona adecuada en el momento preciso. Y en esto también hay una diferencia, saben, sobre todo Freddie, lo que quieren, y saben cómo lo quieren: llegar a lo más alto sin concesiones. Experimentan nuevas maneras de sonar utilizando cualquier cosa que pudiera variar el sonido de los instrumentos, como echar monedas en el parche de la batería o haciendo vibrar cualquier cosa que tuvieran a mano para extraer su sonido y enriquecer el conjunto, grabar una y otra vez las voces de modo que crecía la potencia, el brillo, la armonía musical, mezclar estilos y técnicas que hasta entonces eran impensables… no era fácil producir a Queen, había que confiar y correr riesgos, pocos estaban dispuestos a salirse de las normas y del presupuesto para conseguir un disco que sonara como ellos querían, como Freddie soñaba.

Son más que una banda, son compañeros de viaje, de vida, y como todas las familias tienen sus diferencias, no se gustan mutuamente en algunas cosas, en ocasiones se pelean y se distancian, de hecho, Freddie Mercury graba dos discos en solitario dirigido por una de las “ratas” oportunistas en quien él aún confía. Cansado y perdido en la estela de la fama y el dinero, toma las riendas y vuelve a “casa”, a su esencia primigenia. Retoman el proyecto común de Queen, y esto está por encima de todo. Sobrevolando todo ello, el afán de compartir algo de su ser más profundo, lo que conecta a unos seres con otros, lo que cualquier artista de cualquier disciplina busca y que por desgracia, aunque algunos alcanzan ese nivel, no todos llegan al gran público.

Larga vida al rock & roll.