Jaione Camborda, Concha de Oro por 'O Corno'

La Concha de Oro de ‘O Corno’

Jaione Camborda es la directora de la primera película premiada con la Concha de Oro en el Festival de San Sebatián rodada en una lengua cooficial

O corno’ ha sido la ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián este año, una historia cuyo origen es Illa de Arousa, en 1971: María, una mariscadora que ayuda a otras mujeres a abortar, se ve obligada a huir y cruzar la frontera por una de las rutas de contrabando entre Galicia y Portugal.

Jaione Camborda la ha escrito y dirigido, eligiendo a la bailarina Janet Novás para interpretar a María, y rodándola en gallego y portugués. Una cineasta que representa a una nueva generación de artistas que es un motor del mejor cine y con una mirada extraordinariamente creativa.

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La película está recorrida por la vida y la muerte, desde una primera escena tan potente. Empieza y acaba con vida. La sororidad que en la película empieza por las mujeres, ¿es una forma completa de entender la forma de enfrentarse a la vida?

Es la necesidad de la comunidad, de ser más fuertes juntos. Y la idea de algo inseparable, el juego de espejos entre personajes. María podría ser Luisa, porque pasó por lo mismo, y podría ser esa portuguesa bebiendo en el bar su dolor si no afronta ese reto de la vida, y podría ser Anabel, porque se ve reflejada en ellas. Se trata de eliminar la distancia entre nosotras, ser el otro, eliminar la idea del ‘otro’, y que de eso emerja la empatía y los cuidados por ese ‘otro’.

Es una película suma de muchas historias. ¿Cómo ha sido el trabajo de documentación?

Hay una investigación de archivo, de libros y otras películas para entender la época. Me he juntado con historiadores, y sobre todo con mujeres de la época, recogiendo testimonios de cómo vivieron los partos, los abortos, la clandestinidad, el estraperlo… esa parte fronteriza. Son testimonios que inspiran escenas que están en la película. Un película plagada de historias reales.

Es importante que sea en gallego, pero va asociado a una forma de ver la vida. Desde el mago que es origen de la vida, sea o no casual, de las mariscadoras, de los tiempos… ¿es tan gallega que la dirige una vasca?

Lo del mago no es casual, es una hilada del guion, claro. Llevo 14 años en Galicia y he hecho una inmersión cultural muy grande. Me siento parte de Galicia. No dejo de ser vasca, pero me he dejado empapar por esta cultura que me apasiona. Es una cultura abierta que te invita a sus entrañas, y he tenido esa suerte, y me he rodeado de gente que conoce su tierra y aporta su huella. He dejado que influyeran y que esos gallegos dejaran su poso en la película.

Esas forma de entender la vida tienen musicalidad propia. ¿Por eso elegiste que fuera en gallego?

Siempre he sentido Euskadi y Galicia como lugares hermanos que reverberan muchas cosas. No las veo tan distantes. Me he sentido muy en casa. El idioma te da una cadencia, una forma de expresar, pero también propongo silencios e impongo silencios fuertes que pretenden ser una musicalidad, como un goteo, como un túnel en el que cae una gota y la oyes reverberar. He elegido utilizar la palabra de esa manera.

Jaione Camborda

Es la necesidad de la comunidad, de ser más fuertes juntos’

¿Hay en Galicia una generación de profesionales que son un motor importante del cine?

Tuve suerte. Cuando desembarqué había un momento incipiente para el cine, aunque no habían llegado los premios internacionales. Una comunidad con un cine comprometido, con pequeñas fiestas de cortometrajes, borradores de películas… que luego han dado premios. Se ha producido al poco tiempo de estar aquí y he vivido con bonanza una generación de cineastas que traspasa fronteras y que siguen haciendo cine y compartiendo mucho. Somos una comunidad.

¿Cómo es dirigir a una bailarina?

No todas las actrices se dirigen igual. Trabajas con seres humanos que tienen puertas de entrada distintas, una psicología, una forma de ver el mundo… y la dirección trata de conocer a esa persona en profundidad y cuáles son sus necesidades, para que llegue al personaje. No hay una diferencia tan objetiva. Pero por otro lado, he sentido que Janet era una persona que tenía transitado ese camino en el escenario, el de exponerse emocionalmente a la locura y no sentirte avergonzada por mostrarla, abrazar emociones tan intensas e imaginadas. Partía de una base fértil.

Fue prueba y error hasta encontrar la puerta de entrada, y la suya es la parte física. Por mucho trabajo, construcción psicológica o abstracción relacionada con la psique que hagas, ella trabaja con el cuerpo. Fuimos a favor de esto.

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Como un goteo, como un túnel en el que cae una gota y la oyes reverberar’

¿Qué es Ikusmira Berriak?

Es una residencia que ofrecen varias entidades, Tabacalera, el Festival de San Sebastián y Escuela de Cine EQZE –Elías Querejeta Zine Eskola–, que unen fuerzas para esta residencia y ofrecen un espacio de trabajo durante mes y medio, en condiciones muy favorables para la creatividad, y apoyan y arropan desde diferentes mentorías, desde guion, producción y dirección. Hay una segunda parte en la que te ponen en contacto con la industria que te permite visibilizarte para financiar. Una residencia muy holística, muy completa para que puedas crecer. Esos feedbacks de profesionales, que te dan a modo de frontón, te ayudan mucho. Mi proyecto entró en un momento primigenio. Así te da tiempo, que es lo que necesitas a nivel creativo porque te asfixian las inclemencias de ser artista. Encontrar aliados fue clave –ya estaba Andrea Vázquez como coproductora, porque también produzco yo– y encontramos a María Vázquez y Elástica Films como distribuidora y coproductora.

¿Son habituales estas residencias?

También tuvimos la suerte de estar en ‘La Incubadora’, una residencia potente. Ahora están surgiendo cada vez más estos laboratorios para hacer de filtro, porque al final hay mucho audiovisual. Aunque se obliga a las primeras y segundas películas, porque si no pasan por esas residencias parece que no existen. Pero sin duda este apoyo al desarrollo es muy bueno.

Cuando es una película de autora es importante tener libertad’

¿Por qué hablas de familia de productoras?

En estas películas es clave ser familia y entender de una manera similar la película. Cuando es una película de autora, con una mirada más comprometida, es importante tener libertad, porque si entra una productora que quiere otra película va a ser una guerra de titanes. Es bonito tener la familia porque te respetan como creadora, pero aportan su mirada y te dan claves. Hacer familia te da el calor del acompañamiento, que ha sido clave para mí.

¿Es una razón política, ideológica o artística la que te lleva a ‘O corno’?

Hay una intención existencial, no de la necesidad política del feminismo sino de preguntas existenciales que se me plantean como mujer y que te llevan a esta experiencia fílmica. Nos hemos visto a través del hombre y hay sed de creadores y espectadores, de ver a través de la mujer. Es una pulsión, una sed por la falta de hidratación a lo largo de la historia. En ese recorrido y esa búsqueda de comprender de forma artística esta capacidad de la mujer de dar vida, de mirarse en el espejo, aparecen elementos más políticos y actuales, pero el foco está en esta existencia e interés por mirarnos como mujeres.

Es una pulsión, una sed por la falta de hidratación a lo largo de la historia’

Dices que Peleshyan ha sido un referente en esta película. ¿Por qué?

Una imagen de ‘O Corno’

Artavazd Peleshyan es un director armenio de la historia del cine que nació a finales de los años 30. En realidad me enamoro del cine en Praga cuando estoy estudiando cine. Bebo mucho del cine experimental. Es mi puerta de entrada al cine. Me conmueven esos autores. Peleshyan tiene una pieza, en realidad muchas fascinantes, pero la que me inspiró fue ‘Life’, en la que rueda el parto de su mujer con su mirada, con su poética. Invito a todo el mundo a verlo. Es una experiencia en cine pero invito a cualquiera a verlo en Internet. Es inmersiva, poética, física, y luego tiene otros trabajos que han eclosionado en mi mirada.

Una de las más conocidas es ‘Las estaciones’, en la que retrata la relación del hombre con el animal. Es algo muy terrenal en su trabajo a lo que siempre retorna, e imagino que será una inquietud habitual en mis películas, el ser humano como animal… el asfalto y nuestro tipo de vida nos ha hecho olvidarnos y rechazarnos como animales. Es necesario y justo recordarnos y que la naturaleza vuelva a entrar en nosotros. Tiene un montaje muy especial.

Cuando la vi por primera vez me movía en la butaca. Te hace involucrarte corporalmente, que el espectador tenga actividad. Hay un cine dirigido a ese espectador más pasivo, pero uno de los regalos que se le puede hacer al espectador es que se mueva en el asiento y tenga su espacio en la película.