Después de 8 años del estallido de la crisis, la clase obrera y el pueblo trabajador seguimos viviendo bajo el mayor ataque desde la llegada de la democracia a las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y el pueblo trabajador. Un ataque que viene del exterior, de los mayores explotadores y opresores de los pueblos del mundo; el hegemonismo norteamericano y las grandes potencias imperialistas. Apoyado por la oligarquía española, que defiende su parte en el reparto de los beneficios.
Bajo el proyecto de saqueo e intervención aplicado estos años se ha producido un cambio estructural en el mercado laboral: la multiplicación de la explotación laboral, y la creación de una “nueva clase obrera” bajo condiciones generalizadas de de empleo precario, bajos salarios, con mínimos derechos laborales y sindicales.
El salario medio ha caído más de un 22%. La temporalidad y el trabajo a tiempo parcial se han convertido en elementos estructurales del mercado laboral. Los trabajadores temporales cobran un 36,6% menos y, en gran parte, forman parte del nuevo sector de “trabajadores pobres”. «Los recortes y reformas laborales ha creado una “nueva clase obrera” bajo condiciones generalizadas de empleo precario, bajos salarios, recortada en derechos y pensiones»
Por la Redistribución de la Riqueza
El origen de la crisis y los recortes no está en que “hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades” o en la falta de recursos, sino en quienes han impuesto que la crisis recaiga sobre la inmensa mayoría de la población apropiándose de la mayor parte de la riqueza, trasvasando las rentas del pueblo trabajador a las cuentas del capital extranjero, bancos y monopolios mediante rebajas salariales y de pensiones, rescates de la banca con dinero público, subidas de impuestos como el IVA y recortes en todos los niveles del “estado de bienestar” (sanidad, educación, dependencia, sociales…).
El 1% de los más ricos se apropia de la mayor parte de la riqueza que generamos entre todos. Como dice el informe de Oxfam, España es el segundo país más desigual de Europa. Ese 1% concentra tanta riqueza como el 70% de la población.
Para hacer frente a esta crisis y darle una salida favorable a los intereses de la clase obrera y el pueblo trabajador y al interés general del país, no basta con reivindicaciones parciales. Es necesaria una alternativa para para que quienes se apropian y disfrutan de la mayor parte de la riqueza -bancos, monopolios, grandes fortunas y el capital extranjero- tengan que devolver parte de ella a la economía nacional y al servicio de los ciudadanos. Es necesaria la Redistribución de la Riqueza.
El gran reto de la clase obrera hoy: es encabezar esta exigencia. Redistribuir no es “repartir” el trabajo o los subsidios del Estado.
Redistribuir es ante todo movilizar todos los recursos del país para reactivar la economía, crear nueva riqueza y redistribuirla de manera más justa.
Sólo desde un programa de redistribución salarial (para que nadie cobre menos de 1.000, imponiendo un salario máximo de 10.000), exigiendo una reforma fiscal progresiva, recuperando el dinero de los rescates bancarios, auditando la deuda para determinar qué parte es ilegítima, etc. se puede dar una salida favorable a la mayoría.
Sin Redistribución de la Riqueza no habrá cambio de verdad. Será imposible revertir el mercado laboral precario, la clase obrera recortada y los trabajadores pobres.
Por la unidad del pueblo trabajador
En el problema de la unidad la clase obrera y el pueblo trabajador nos enfrentamos a dos retos: la defensa de la unidad del pueblo trabajador de toda España, frente a quienes apoyan la fragmentación, el enfrentamiento de unas nacionalidades y regiones con otras y la división que nos debilita en la lucha contra los recortes.
Y la unidad de los propios trabajadores para afrontar la lucha por nuestros derechos. Unidad que no se puede limitar a la unidad de acción entre las dos grandes centrales sindicales, sino que ha de buscar la unidad más amplia con todos los sindicatos, grandes o pequeños y con todos luchadores independientes en cada lucha y cada movilización.
Ha de ser una línea de actuación que busque siempre ampliar la unidad de todas las fuerzas presentes en una lucha a todos los niveles, de fábrica, sector, comarca, comunidad o nacional.
Pero sobre todo dotar de la más amplia base de masas a cualquier movilización, ya que en ellas está no sólo la fuerza combativa frente a los explotadores.
El fortalecimiento de estas dos unidades es la clave para hacer frente a los quienes imponen el saqueo y los recortes, par revertir las reformas laborales y paralizar la rebaja salarial y los recortes de derechos en cada empresa, fábrica o polígono.
Sobre todo para hacer frente a las imposiciones de Washington y Berlín en la defensa de la soberanía nacional, base imprescindible para aplicar la Redistribución de la Riqueza.
Una línea de clase, combativa y unitaria
-Necesitamos una línea de clase y combativa, que no afronte la situación como una ONG sino desde la lucha contra la explotación en todas sus formas que está en la base del saqueo y los recortes. Con la fuerza de un movimiento obrero organizado para imponer como alternativa a la crisis la Redistribución de la Riqueza, haciendo frente al proyecto que imponen la Troika y la oligarquía financiera.
-Necesitamos una línea unitaria que busque la unidad más amplia con todos los sindicatos, grandes o pequeños y con todos luchadores independientes, para dotar de la más amplia base de masas a cualquier movilización. Y que defienda la unidad del pueblo trabajador de toda España frente a la fragmentación.
-Necesitamos una línea democrática, que recupere las asambleas como órganos de decisión directa de los trabajadores.
El futuro nos pertenece
En 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Iª Internacional decidió declarar el 1º de mayo como la jornada de lucha mundial de la clase obrera en recuerdo y homenaje a los obreros asesinados en Chicago 3 años antes, con motivo de una huelga general por la exigencia de la jornada de trabajo de 8 horas.
En El Manifiesto Comunista, Marx y Engels llaman por primera vez en la historia a la “organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político”.