Según la Asociación de Mineros del Río Porce y la Quebrada La Viana, ASOVIANA, hay registro de que al menos cuatro mineros han desaparecido o perdido la vida en las aguas del Río Porce durante los ocho años de operación de la central hidroeléctrica Porce II. (Jacob Escorcia 07/03, Ferney Zapata 12/06, Jeyson Cardona 04/07 y Carlos Alberto Zapata 06/08). Y no ha sido por ocasionales accidentes, sino por un fenómeno que los lugareños denominan «bucha».
“Bucha” es una creciente reentina del nivel del río de hasta tres metros en tan sólo 50 segundos que se produce por el desembalse para la generación de energía, aguas abajo de la presa, creciente que se mantiene así por horas o días, según la cantidad de energía vendida por Empresas Públicas de Medellín.El Río Porce nace en el Alto de San Miguel con el nombre de Medellín, y posteriormente tributa sus aguas al Nechí, y tiene una particularidad: además de tener un buen caudal y unas diferencias de nivel que lo hacen apto para el aprovechamiento hidroeléctrico, posee en su lecho una gran riqueza aurífera.Los dos recursos del mismo río son perseguidos por entidades y personas diferentes. En el recurso hídrico están interesadas las poderosas Empresas Públicas de Medellín, la cual tiene en funcionamiento desde el años 2001 la mencionada Central Hidroeléctrica de Porce II, generando 405 MW; construye la presa de Porce III, con una capacidad proyectada de 700 MW y avanza en la consolidación del proyecto de la central Porce IV, con la que aspira a generar 400 megavatios adicionales. Es bueno anotar que todos estos proyectos han sido asistidos con cuantiosa financiación del Banco Interamericano de Desarrollo, organismo multilateral cuyo principal propietario es el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.Por otro lado, con el propósito de sacarle al río unos pocos gramos de oro para su sustento, concurren millares de colombianos desposeídos, de aquellos que aparecen en la estadística como trabajadores por cuenta propia, pero que en realidad son ciudadanos dedicados a lo que en Colombia denominamos el “rebusque”.Esos intereses no son armónicos. La “bucha”, además de ser sorpresiva, sin previo aviso, y por ello causante de la pérdida de vidas humanas, tiene dos caras: por un lado significa que la caja registradora de EPM está funcionando a plenitud, y del otro que los mineros, desprovistos de registradora, ven pasar un río crecido que les ahoga sus ingresos. Ellos saben que su actividad sólo es posible cuando pueden acceder al su lecho.Antes de entrar en vigencia la Ley 142 de 1994, que cambió el carácter de usuarios o ciudadanos con derechos por el de clientes en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, e impulsó su privatización, también existía una “bucha”, originada por la central de Guadalupe, la cual también vierte sus aguas al Río Porce, pero ésta se producía en días y horas conocidos previamente por los mineros. La generación era para atender a los usuarios de las Empresas Públicas de Medellín.Cuando Porce II entra en operación (año 2001), ya la generación de energía eléctrica está ligada a la comercialización bajo el esquema neoliberal del MEM (Mercado de Energía Mayorista), en el que la Bolsa Nacional de Energía, mediante un mecanismo de subasta diaria, determina qué empresa y en qué volumen atiende el mercado. Este mecanismo, amén de ser un nido de especulación, hace imposible saber a qué horas o qué por cuántos días se va a producir la “bucha”.El resultado es que mientras EPM, ente de naturaleza pública, de propiedad 100% del Municipio de Medellín, pero obligada a operar con la lógica del capital privado, hace utilidades multimillonarias en esa operación especulativa, miles de trabajadores de las riberas del río ven desaparecer bajo la “bucha” sus sitios de trabajo, y lo que es mucho más grave: hasta sus vidas.Con justa razón, y cansados de promesas, dilaciones y engaños, han decidido elevar el tono en la exigencia de respeto al sagrado derecho al trabajo, y desde luego, a eliminar el grave riesgo de perder la vida. Y eso, obligatoriamente conduce a resolver la contradicción entre la prestación del servicio de energía eléctrica con el único objeto de obtener lucro económico vendiéndolo a clientes, frente a la prestación del mismo servicio con el propósito de atender un derecho de ciudadanos, de manera sostenible con el medio ambiente, cuyo principal componente son los seres humanos.Y esto, definitivamente implica la derogatoria de la neoliberal Ley 142 de 1994. Aquí nos toca escoger “ente la bolsa y la vida”. Los ciudadanos tenemos la palabra. *Diputado Asamblea Departamental de Antioquia. POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO