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La banca y la deuda española se exponen a un nuevo terremoto en 2014

«El único poder verdadero de un banco central es, a fin de cuentas, el poder de crear dinero, y a la postre el poder de crear es el poder de destruir». Estas palabras fueron escritas por alguien que sabe bien de lo que habla. Llevan la rúbrica de Paul Volcker, que presidió la Reserva Federal estadounidense entre 1979 y 1987. Y encajan a la perfección con el terremoto que puede provocar el Banco Central Europeo (BCE) en la deuda pública y la banca europea, principalmente la periférica, en 2014. Porque del mismo modo que la institución presidida por Mario Draghi calmó la tempestad en 2012, con su compromiso de «hacer lo que sea necesario» para salvar el euro y el lanzamiento de un nuevo programa de compras de deuda pública, el próximo año podría volver a encenderla.

Esa capacidad de destrucción puede venir, además, por dos vías. La primera ya estaba sobre la mesa: consiste en la posibilidad de que el BCE aplique importantes penalizaciones a la tenencia de deuda pública por parte de la banca en los tests de estrés que llevará a cabo en 2014. Y la segunda la expuso ayer con claridad. En el transcurso de la rueda de prensa posterior a la última reunión de política monetaria del año, Draghi precisó que en caso de convocar una nueva operación de financiación bancaria a largo plazo (LTRO), «se asegurará de que el dinero llegue a la economía real».

Es decir, anunció que intentará evitar lo sucedido a finales de 2011 y comienzos de 2012. En ese periodo ejecutó dos LTRO con los que proporcionó a la banca europea 1 billón de euros por un plazo de tres años. Como recordó ayer, ese dinero no encontró «el camino» para filtrarse a las empresas y los hogares. Y no lo encontró porque los bancos lo dedicaron para hacer carry trade, es decir, utilizar el dinero barato que les presta el BCE -a un interés del 1% en el primer LTRO- para dedicarlo luego a comprar otros activos más rentables, como la deuda pública.

A falta de los márgenes habituales, porque unos tipos de interés tan bajos restan beneficio al negocio tradicional de los bancos, las entidades intentaron nutrir sus cuentas con el margen procedente del carry trade. Como consecuencia, los bancos recibieron el incentivo para comprar deuda pública, y esta lo agradeció en forma de una reducción de los rendimientos, puesto que la rentabilidad de los títulos baja cuando sube su precio.

Los datos son elocuentes. Sólo en deuda pública del Tesoro, los bancos españoles poseían a finales de septiembre más de 250.000 millones de euros. Es decir, 30.000 millones más que a finales de 2012 y más de 50.000 millones más que cuando acabó 2011. Buena parte de este incremento ha respondido al carry trade, es decir, ha estado alimentado por el dinero barato de la barra libre del BCE. En este mismo periodo, el rendimiento de los bonos españoles, que finalizaron 2011 y 2012 por encima del 5%, se ha moderado hasta el 4,24%. Y la prima de riesgo, que mide la diferencia entre este rendimiento y el de los bonos alemanes a 10 años, ha pasado de moverse entre los 300 y los 400 puntos básicos, se encuentra ahora en los 238 puntos básicos.

Si el BCE cumple lo anticipado y, por un lado, penaliza la tenencia de deuda por parte de los bancos y, por otro, lanza un LTRO teledirigido para desincentivar el carry trade y reanimar el crédito, España -junto con Italia- figuraría entre los países más perjudicados. En primera persona sufrirían la deuda pública y los bancos. La primera, con ventas que presionarían al alza de nuevo sobre sus rendimientos, con el agravante de que la ratio deuda/Producto Interior Bruto ya supera el 90%; y los segundos, con una pérdida de valor en sus carteras de deuda y una merma en sus cuentas de resultados, que dejarían de alimentarse con el carry trade.

La reacción de ayer a las palabras de Draghi muestra ya que los inversores se toman muy en serio estos riesgos. Sobre todo en el caso de los bancos: Popular cayó un 1,5% en bolsa; Santander, un 2%; Sabadell, CaixaBank y BBVA, entre un 2 y un 3%; y Bankinter, un 3,5%. En lo que respecta a la deuda, la rentabilidad de los bonos a 10 años subió del 4,18 al 4,24%, en línea, por ejemplo, con lo que hicieron los bonos alemanes.