La banca española ha dedicado el grueso de la financiación obtenida en el BCE para invertir masivamente en deuda pública, con un incremento de sus posiciones del 21,6% en 2011. En cambio, no sólo no concede crédito nuevo a empresas y familias, sino que éste sufrió el año pasado su mayor caída desde 1962, el 3,3% interanual. El descenso de las hipotecas fue todavía superior, del 5,7%, el mayor de la historia.