La banca europea tiene 1,5 billones en España y 3 paí­ses más

La banca al cielo, los demás al infierno

Según datos del Banco Internacional de Pagos recogidos por la prensa europea, los bancos alemanes y franceses tienen préstamos invertidos por valor de 664.479 millones de euros en cuatro paí­ses europeos, a saber, España, Grecia, Portugal e Irlanda. A Grecia le corresponden sólo 86.988 millones. Los otros tres se reparten el resto pero España se lleva la mayor tajada. Si se suman los demás bancos europeos la cantidad se eleva a un millón y medio de euros para los cuatro paí­ses y sólo 185.000 millones de euros en Grecia. Son las exigencias de la banca europea, especialmente la alemana y francesa, y los planes de Botí­n y compañí­a para salvar sus beneficios, lo que está detrás del «ajuste draconiano». Para que lo paguemos todos nosotros con rebajas salariales, recortes en pensiones y en gastos sociales, y subidas de impuestos.

          Afirman con descaro que «la crisis en Grecia no es un asunto tan solo de Grecia, sino un roblema concreto para todo el sector bancario de Europa. Eso explica el interés de los ministros de finanzas en estabilizar la situación». Y lo mismo para España, Portugal e Irlanda, que también sufren el gigantesco endeudamiento del que la banca de las principales potencias europeas ha sacado inmensos beneficios durante los pasados años de «vacas gordas». Ahora con la crisis, que han generado ellos mismos, quieren forzar un trasvase de rentas, en forma de rebajas de salarios y pensiones, y subida de impuestos, desde nuestros bolsillos a las cuentas de resultados de bancos y monopolios.            En España eso supone terminar con el espejismo de ser la «novena potencia económica del mundo», en realidad, sostenido por un descomunal endeudamiento mediante la financiación exterior de las grandes potencias europeas, e iniciar un perí­odo de «caí­da libre» hasta que nuestro paí­s alcance el lugar que le corresponde por su peso económico, polí­tico y militar. La recolocación de España en el nuevo orden mundial y su expulsión hacia una «tercera división» con Grecia, Portugal e Irlanda, que ni por territorio, población ni volumen de su economí­a son comparables ni de lejos al nuestro.           Y Zapatero, el mayordomo de Botí­n, ha prometido que está dispuesto a aplicar sucesivas medidas de ajuste drástico. Aunque eso suponga una pérdida de riqueza de la población española que empiece en un 5% pero acabe llegando al 25%. Empezando por alargar la edad de jubilación, siguiendo por el cómputo de las pensiones a recibir, reduciendo la jornada para rebajar los salarios al «estilo alemán», haciendo contratos con un despido más barato, manteniendo la precariedad de los empleos de los jóvenes…           Que España está condenada a caer en la «tercera división» parece decidido, pero el cómo hacer pagar los costes de ese «descenso a los infiernos» a los ciudadanos de a pie, el quién va a dirigir y a qué velocidad es lo que está en disputa en este momento en el seno de la oligarquí­a española y es lo que se juega en esta profunda crisis polí­tica que se ha abierto y que estamos atravesando.