Como en mayo de 2010, otra vez Grecia está siendo conducida al abismo del desahucio y el empobrecimiento masivo, como ensayo y ejemplo de lo que nos espera en el futuro inmediato a quienes, como España e Italia, hemos sido puestos al borde del precipicio.
El último lan de ajuste impuesto por el FMI y Bruselas sobre Grecia contemplan, entre otras medidas, una rebaja de las pensiones de entre un 20 y un 40% –¿cuántos de nuestros ancianos no caerían en la indigencia de aplicarse aquí una medida de este tipo?–; el despido de 30.000 funcionarios este año, que aumentarán hasta los 150.000 en 2015 –lo que equivale a que en España se despidan 600.000 funcionarios– o un nuevo impuesto anual sobre la vivienda de 4 euros por metro cuadrado. Y en el colmo de esta política criminal contra el pueblo griego, la multinacional farmacéutica Roche –la segunda mayor del mundo, con unos beneficios de más de 20.000 millones de euros en los tres años de crisis– ha dejado de suministrar medicamentos contra el cáncer y otras enfermedades mortales a los hospitales públicos griegos. Y anuncia públicamente, al mismo tiempo, que plantea tomar medidas similares contra otros países como España. Como dijimos en mayo de 2010, advirtiendo que la ofensiva contra Grecia pronto iba a trasladarse hacia nosotros: “cuando las barbas del vecino veas pelar…” Entonces no tardó ni tres semanas en producirse la llamada telefónica de Obama a Zapatero y la aplicación del mayor plan de ajuste de los últimos 50 años. También en esta ocasión, las baterías que apuntan contra Atenas no tardarán en empezar a desplegar toda su potencia de fuego contra nosotros. Un saqueo que viene del exterior Los grandes medios de comunicación tratan de crear el clima de opinión de que es el endeudamiento de Grecia –cuya economía apenas representa un 0,5% del PIB mundial– el que está provocando la desestabilización de la economía mundial. Pero las turbulencias financieras que esta semana han azotado las bolsas mundiales no tienen las mismas consecuencias para todos. Por primera vez en la historia, EEUU y Alemania están pagando por sus bonos de deuda a 10 años un interés inferior al 2%. Y los bonos del Tesoro norteamericano a tres meses se venden a un interés del 0%. España, con una deuda pública muy inferior a cualquiera de ellos, se ve obligada a pagar cerca de un 6%. La condición para que unos, en particular EEUU, puedan endeudarse ilimitadamente y a un coste cercano al “gratis total”, es que aquellos países que, como España o Grecia, somos políticamente dependientes de ellos, nos veamos sometidos a un saqueo implacable por parte de Washington y Berlín. Saqueo que empieza por el pago de los intereses de la deuda. En enero de 2010 la “prima de riesgo” española estaba en 70 puntos básicos, desde mediados de este año bordea peligrosamente los 400. Y según el presidente del BBVA, por cada cien puntos básicos hay que pagar intereses adicionales por valor de 12.400 millones de euros al año. Son 47.740 millones de euros extras cada año para los grandes bancos europeos y los fondos de inversión anglosajones, propietarios de la mitad de la deuda pública española. Como decía recientemente el diario El Mundo, “si la prima de riesgo se instala en el entorno de los 400 puntos, España queda abocada a hacer una notable transferencia de recursos a otros países, que se enriquecen a nuestra costa”. Pero el saqueo no se detiene aquí. Recientemente, uno de los principales diarios económicos del país revelaba que las filiales de las multinacionales en España contemplan planes de expansión de su producción destinada a la exportación en los próximos años. Las sucesivas reformas laborales, el abaratamiento del despido, la flexibilización de los contratos, la rebaja salarial,… han hundido el consumo en España sin evitar el aumento del paro y el cierre de cientos de miles de pymes. Pero sí han servido para aumentar las ganancias de las grandes multinacionales que generan ya el 22,5% del volumen de negocio total de la industria y los servicios del país y se calcula que obtienen anualmente más de 100.000 millones de euros de beneficios. Sólo el aumento de los intereses de la deuda y las ganancias de las multinacionales triplica ya anualmente los beneficios de los grandes monopolios españoles que cotizan en el Ibex-35. Y ello sin contar que el capital extranjero –principalmente los fondos de inversión norteamericanos– se lleva el 40% de ese beneficio puesto que controlan el 40% de sus acciones. La alternativa que necesitamos La reforma de la Constitución para fijar la prioridad en el pago de las obligaciones del Estado a los dueños de la deuda pública; el inicio de curso, con la generalización de los recortes en la educación pública; la nueva vuelta de tuerca de la reforma laboral, con el encadenamiento indefinido de contratos temporales y la extensión del contrato de “formación” hasta los 30 años o el reciente intento de PP y PSOE para controlar los informativos de Televisión Española son indicios reveladores de hacia dónde se encamina esta nueva fase. Nuevos recortes, ajustes y rebajas, menos democracia y mayor pérdida de soberanía nacional. Si desde mayo de 2010 hemos visto como nuestros salarios y rentas se reducían –a través de distintas vías, desde la subida de impuestos hasta la congelación de las pensiones,…– en al menos un 25%, ahora pretenden llevar la rebaja todavía mucho mas allá, hasta el 40 o el 50%. Y con ello, el rechazo, la rebelión y la lucha se está extendiendo entre sectores cada vez más amplios de la población. Las movilizaciones de los profesores de la enseñanza pública en media España son sólo un ejemplo –que se suma a la huelga general del pasado 29-S, la aparición del 15-M o las movilizaciones de los trabajadores sanitarios de Cataluña, entre otras– de cómo se extiende y prende entre el 90% la necesidad de dar una respuesta frente a estos ataques, de forjar una alternativa de lucha para detenerlos. Pero todo este enorme caudal de lucha no dispone todavía de un cauce político a través del cual expresarse. El 20-N nos presenta una oportunidad para hacer que esto empiece a cambiar. Necesitamos la unidad. Sólo podremos hacer frente a los planes de nuestros enemigos si somos capaces de forjar una amplia unidad, un frente amplio de unidad que represente los intereses, las demandas y las aspiraciones del 90% de la población. Unidad para imponer otro camino, otra política, otra alternativa. Un programa para el 90% Para justificar sus ataques, nos machacan repitiéndonos una y mil veces la mentira de que hemos vivido todos estos años por encima de nuestras posibilidades, y que por eso ahora no tenemos más remedio que resignarnos a apretarnos el cinturón, a aceptar recortes, ajustes y empobrecimiento. ¿Cómo que no hay más remedio? ¡Claro que existe otra salida a la crisis, claro que sí hay otra alternativa! Nosotros la tenemos, la venimos levantando desde las elecciones europeas de 2009 y decimos que si el 90% nos unimos y nos dotamos de fuerza política, claro que puede abrirse paso. Redistribuir la riqueza para acabar con el paro y salir de la crisis en beneficio de la mayoría. Ampliar la democracia aumentando la capacidad de decisión y la participación popular. Defender la soberanía nacional frente a los dictados e imposiciones de Bruselas y el FMI. ¡Este es el programa, esa es la alternativa que necesitamos! ¿Quién ha dicho que no existe? Frente a sus recortes, rebajas y ajustes una política de redistribución de la riqueza. No un maquillaje cosmético como el resucitado impuesto sobre el patrimonio –que además de recaudar sólo 1.000 millones, una cantidad ridícula de euros comparada con el fraude fiscal de 100.000 millones– supone un nuevo ataque al 90%, en concreto a los sectores de la pequeña y mediana burguesía que disponen de un patrimonio acomodado, pero dejando intacto el de las grandes fortunas. Necesitamos un nuevo impuesto de sociedades que haga que bancos, monopolios, multinacionales y grandes empresas tributen al menos el 35% de sus beneficios, y no el 10% como ocurre ahora gracias a la infinidad de exenciones fiscales de las que disfrutan. Hace falta una reforma fiscal progresiva, donde pague más impuestos quien más tiene. Y no, como ahora, en el que las grandes fortunas pagan un miserable 1% de impuestos por sus multimillonarios beneficios. La sola aplicación de estas dos medidas, no sólo acabaría instantáneamente con el déficit público, sino que daría dinero más que suficiente para lanzar un ambicioso plan de creación de empleo y ampliar, en lugar de recortar, el gasto público social. Medidas que hay que acompañar de una redistribución salarial, en la que nadie gane menos de 1.000 euros mensuales pero tampoco nadie más de 10.000. ¿Cómo vamos a salir de la crisis con casi 17 millones de españoles cobrando salarios y rentas que no llegan ni a los mil euros mensuales, mientras una pequeña minoría de consejeros, ejecutivos, gestores y altos cargos de la administración se autootorgan sueldos anuales de 2, 5 o 10 millones de euros? Además de ser una cuestión de justicia, esta redistribución salarial permitiría elevar el poder adquisitivo de la mayoría, reactivar el consumo y, con ello, propiciar la inversión y el crecimiento económico Frente al recorte de la democracia que nos están imponiendo y cuyas dos manifestaciones consecutivas han sido la reforma de la Constitución, con nocturnidad y alevosía, y el intento de controlar la información de la televisión pública, necesitamos ampliar la democracia. Aumentando la participación, el control de los electores sobre sus representantes y la capacidad de decisión del pueblo sobre los asuntos que nos afectan directamente. Pero sobre todo, necesitamos defender y conquistar una soberanía nacional que, en manos de la clase política de los Zapatero-Rubalcaba y Rajoy, está cada vez más entregada al FMI y a Bruselas, a Obama y a Merkel, que no dejan de imponernos medidas contrarias y ajenas a los intereses populares y nacionales. Esta es la clave de todo. En torno a esto es en lo que hay que ganar fuerza el 20-N. Por eso constituyen la columna vertebral del programa de nuestras candidaturas, De Verdad contra la crisis-UCE. Tenemos que hacer que el 20-N este programa y esta alternativa se difundan y se extiendan, lleguen y prendan hasta en los últimos rincones de nuestro país. Apoyar las candidaturas De Verdad contra la crisis-UCE, participar en la recogida de firmas necesarias para su presentación en cada circunscripción, formar parte como candidatos de las listas que serán elegidas democráticamente a comienzos de octubre en cada provincia, contribuir a desarrollar de forma más concreta el programa de redistribución, democracia y soberanía, crear en cada lugar agrupaciones políticas que difundan y extiendan el programa, colaborar activamente en la campaña,… En definitiva, trabajar por conseguir que el 20-N obtenga la mayor fuerza política y electoral el programa y la alternativa que representamos las candidaturas De Verdad contra la crisis-UCE, es la mejor manera, hoy, de luchar contra los planes de nuestros enemigos y para que se abra paso otro camino y otro futuro para el 90% de nuestra gente.