El 52% de los jóvenes en España ve probable tener que emigrar del país para poder trabajar en el futuro. Tras esta cifra están los datos desoladores de paro juvenil, precariedad, temporalidad, empleos parciales y los precios excesivos de vivienda, sobre el escenario de un país progresivamente desindustrializado, en el que no se invierte lo necesario en investigación científica y tecnológica, ni en sectores como la cultura.
En 2021, España sigue líder en paro juvenil en la Unión Europea, con un 39,9% de menores de 25 años sin empleo, y en temporalidad, con dos de cada tres jóvenes en un empleo temporal (67,4%). La tasa de jóvenes trabajando de forma involuntaria en empleos a tiempo parcial es de un 67%, la mayor de los países miembros de la OCDE.
¿En qué trabaja nuestra juventud? El 70% de los jóvenes de 16 a 24 años no trabaja de lo que ha estudiado, la prueba de ello es que el 51’3% de los que tiene empleo trabajan en el sector servicios, el comercio y la hostelería. En el año 2019, el sector servicios supuso el 67,78% del PIB del país, mientras que la industria supuso un 20,2% y la agricultura tan solo un 2,65%. Los jóvenes sufren con especial agudeza unas condiciones laborales pésimas, muy extendidas en el país, que encuentra una de sus causas en la falta de proyecto nacional.
Quedarse en España o tener un futuro estable
La juventud se encuentra ante la disyuntiva de vivir en el lugar donde se criaron, cerca de familia y amigos, con un futuro precario e incierto, o plantearse emigrar a otros países donde, lamentablemente, encuentran empleo más fácilmente, con mejores salarios, condiciones y menor temporalidad que en su país de origen. Actualmente, 475.363 jóvenes españoles, entre 20 y 34 años, trabajan en el extranjero. La realidad es que en el extranjero se rifan a nuestra juventud, a los investigadores, sanitarios, ingenieros… los cuales tienen más salidas marchándose lejos de casa, debido a las dificultades de tener un proyecto estable de vida aquí. En España se forma durante años a profesionales (es el séptimo país con mayor cualificación profesional juvenil de Europa), de los cuales una parte se ve obligada a emigrar, y otra parte de los que se quedan lo hace trabajando en empleos que no requieren de su formación (el 71% de los jóvenes que trabaja lo hace en empleos de baja cualificación y el 80 % de los jóvenes con estudios superiores están ocupados en empleos de baja cualificación).
La juventud se enfrenta a la disyuntiva de quedarse en el país, con un futuro mayormente precario e incierto, o emigrar a otros países donde encuentran empleo más fácilmente y en mejores condiciones.
La gran tasa de empleo juvenil y la baja calidad del empleo que tienen los jóvenes requiere un cambio en las leyes y la regulación laboral para dificultar el despido, la precariedad, temporalidad y parcialidad, así como un cambio radical para lograr la soberanía nacional con un modelo productivo que potencie la reindustrialización, la investigación científica y tecnológica, y genere riqueza y empleo de calidad. Los jóvenes españoles no pueden vivir solo del turismo y de emigrar lejos de casa.
Un país progresivamente desindustrializado…
A mediados de los años 70, España era la décima potencia industrial del mundo y la industria tenía un peso del 30,8% en el PIB del país, lejos del 12,6% actual. La reconversión industrial exigida por las grandes potencias europeas para la entrada en el Mercado Común supuso la liquidación de una gran parte de la industria nacional, una fuente cualitativa de riqueza y empleo que se fue desmantelando y entregando, una parte, al capital extranjero. En los 80, en España existían 130 empresas públicas, que jugaban un papel clave en sectores estratégicos, como SEAT en automóviles, ENSIDESA en siderurgia, Iberia en transporte de viajeros… y, años después, ese enorme conglomerado público ha quedado reducido a solo 16 empresas, esquilmando la fuente de ingresos del país.
Actualmente, el plan de desindustrialización continúa, intentando cerrar plantas (de empresas que ya están en manos extranjeras) o disminuir su producción, como es el caso de las fábricas de Alcoa, Nissan, Airbus, Ford… manteniendo, además, unas condiciones laborales que dejan que desear. Convirtiendo así, progresivamente, un país con potencia para desarrollar una enorme riqueza, en un país poco productivo, dependiente del capital extranjero y de los turistas.
… Que no potencia la Investigación científica y tecnológica
Los científicos en nuestro país llevan años reclamando que se le reconozca a la investigación y la ciencia el papel primoridal que le corresponde. La primera base material del reconocimiento es la financiación. En España solo se invierte el 1,2% del PIB en investigación, mientras que la media europea es del 2,12% del PIB. Hablando en millones, en nuestro país se gasta en I+D 286 millones, frente a los 1.124 de Alemania, o los 1.700 de Francia. Los investigadores españoles piden, como mínimo, una inversión del 2% del PIB.
La financiación tiene que ir dirigida a los proyectos de investigación, para poder ampliarlos, y que los científicos tengan contrato fijo, con buenas condiciones y salario. La falta de financiación, las condiciones laborales y la falta de empleo están detrás de que siete de cada diez investigadores hayan considerado en alguna ocasión dejar la ciencia. Muchos de los grupos de investigación que trabajan en los laboratorios en España están formados por un único científico contratado fijo, mientras que el resto del equipo es personal temporal o doctorandos que apenas cobran 1.000 euros por su trabajo.
El proceso de convertirse en un investigador con sueldo y carrera estable es largo y complejo, y no está asegurado a pesar de la excelencia académica. Los jóvenes investigadores, después de duros años de estudio, enlazan contratos temporales durante años y, cuando se supone que les tienen que hacer contrato fijo, la mayoría se queda sin nada.
La gran tasa de paro juvenil y la baja calidad del empleo requieren un cambio en la regulación laboral y un nuevo proyecto de país con soberanía nacional y un modelo productivo.
Lo que no falta en el país es capital humano. A pesar de los escasos recursos invertidos y de la falta de voluntad política en potenciar la investigación, España es el cuarto país de la UE con mayor número de científicos e ingenieros. Además, son investigadores de gran calidad y con buena formación, muy cotizados en los países extranjeros. Desde 2010, más de doce mil investigadores ha tenido que emigrar del país para poder investigar o continuar haciéndolo, con contrato fijo, indefinido y bien retribuido.
En España se forman investigadores de gran calidad y después no se les da una alternativa profesional. Se les forma para mejorar la investigación de otros países. Si hay investigación en el país es gracias al enorme capital humano y la vocación de los que consiguen trabajar aquí y se quedan para mantener la investigación, aun sabiendo que están mucho más reconocidos en el extranjero. ¿Qué no harían los jóvenes investigadores del país con financiación y voluntad política de desarrollar la investigación científica?
Necesitamos otro proyecto de país para los jóvenes
Los datos de paro juvenil y de emigración, y las condiciones de empleo, ponen de manifiesto la necesidad de crear otro modelo de país que potencie su desarrollo y la creación de riqueza y empleo de calidad. Los jóvenes tienen que tener a su alcance la mejor formación y permitirles poder participar en el desarrollo y producción de riqueza del país y en la mejora de las condiciones de vida en el mismo.
Fuentes: Efe, El País, Bussines insider, El Peródico de Aragón, Eldiario.es, RTVE, Xataka, La Sexta, Europa Press, La Vanguardia, InJuve.