La aprobación del Ingreso Mínimo Vital es una victoria popular que la mayoría social española apoya y celebra. Es, en unos momentos donde el inicio de una crisis de alcance devastador amenaza a los sectores más empobrecidos y precarios, una medida absolutamente imprescindible que supone un auxilio para al menos 850.000 familias en situación de vulnerabilidad.
La Renta Mínima ya es una realidad. El Gobierno ha aprobado una prestación para los hogares más vulnerables, que formaba parte de los acuerdos entre PSOE y Unidas Podemos, y que en la grave situación socioeconómica desatada tras el confinamiento -con cerca de un millón de puestos de trabajo destruidos- no podía esperar más.
Se trata de una medida de justicia. El IMV cubrirá la diferencia entre los ingresos familiares (incluidos salarios) y el umbral fijado para ese tipo de hogar, denominado «renta garantizada». Su cuantía oscilará entre los 461,5 euros para un adulto y los 1.015 euros para una familia de cinco miembros. Y se calcula que beneficiará al menos a 850.000 hogares, es decir, a entre 2,5 y 3 millones de españoles, un 5% de la población.
Es una medida imprescindible. La Seguridad Social calcula que unos 550.000 hogares padecen pobreza extrema en España, es decir, viven con menos de 230 euros al mes. El IMV busca sacar de esa situación al 80% de esas familias.
Es una medida inteligente. Su coste rondará los 3.000 millones al año. Eso son 12.000 millones en una legislatura: menos de una quinta parte de lo que costó («oficialmente») el rescate de la banca (65.000 millones). Por no mencionar que el IMV se transforma inmediatamente en consumo, estimulando el mercado interno y reactivando la economía.
Es una medida demandada. Frente a los indecentes ataques de la derecha -llamando «paguita» a esta medida- una reciente encuesta del CIS revela que es apoyada por el 84% de los ciudadanos, incluyendo por tanto a buena parte de los votantes conservadores.
Sin embargo, no es suficiente. Por más que suponga un alivio y un auxilio, el IMV no evitará el proyecto de saqueo, empobrecimiento, recortes y ajustes que planean para nosotros las élites financieras.
Para poder crear otro camino, para poder sacar de la pobreza y la precariedad a amplias capas de la población es necesaria la redistribución de la riqueza, para poder crear riqueza y empleo al servicio del país y del pueblo.