No ha abierto los noticiarios, no ha llenado de imágenes los telediarios, no ha ocupado la primera plana de los periódicos, ni siquiera de las noticias de Internacional.
Pero el gigantesco triunfo de los campesinos de la India -que suman unos 600 millones de almas, más del 7% de la población mundial- que han tumbado, después de un año de luchas, una triple reforma agraria del reaccionario gobierno de Narendra Modi, merecería poner en bucle, durante días enteros, las imágenes de granjeros y agricultores de júbilo, de sus rostros de bronce arrugados de alegría, de sus puños alzados al cielo, henchidos de victoria.
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Las más de 20.000 familias campesinas, acampadas durante un año en el campamento-protesta de Singhu, en la frontera entre el estado de Nueva Delhi y Haryana -junto a muchos millones de agricultores y granjeros más a lo largo de todo el país- escuchaban atentamente la radio o las pantallas. El primer ministro Modi, su enemigo y blanco de sus movilizaciones, comparecía en un discurso televisado para anunciar su decisión sobre la controvertida reforma agraria. Entonces Modi pronunció su capitulación: «Hoy vengo a decirles a ustedes y a toda la nación que hemos decidido derogar las tres leyes agrícolas».
Como si fuera un terremoto, o un violento vendaval, una explosión de júbilo recorrió todo el subcontinente, brotando de las gargantas de la segunda nación más poblada del planeta. El masivo movimiento campesino, un sector al que pertenece la mitad de la población de India, había obtenido la victoria, tumbando las tres leyes de reforma agraria del reaccionario gobierno Modi.
Una lucha de 600 millones de campesinos
Desde hace un año, miles de familias campesinas, procedentes sobre todo de las regiones agrícolas de Punyab y Uttar Pradesh, estaban acampadas en campamentos como Singhu, rotándose cada dos semanas entre las labores del campo y la lucha contra la reforma agraria del gobierno. Cuando un grupo de agricultores llegaba al campamento procedente de los cultivos, otro grupo equivalente se marchaba para hacerse cargo de las tareas agrarias. Perfectamente organizados y totalmente determinados, estaban dispuestos a mantener su pulso hasta el final.
«Incluso si tenemos que quedarnos cuatro o cinco años, aquí seguiremos. Tenemos nuestra propia comida y un lugar donde quedarnos, tenemos todas las instalaciones. No hay problema», decía Satnam Singh, un agricultor de 66 años procedente del estado norteño de Punjab. «Nos hemos unido treinta y dos sindicatos agrícolas de todo el país para esta lucha y no vamos a parar hasta derribar la reforma agraria», aseguraba Harjinder Singh, también de Punjab.
A lo largo de todo el 2021 ha tenido lugar una gigantesca movilización de las masas campesinas de todo el país, que conforman más o menos la mitad de la población -de más de 1.300 millones de personas- del segundo país más populoso del globo.
Una lucha que se produce en un contexto de grandes luchas populares en la India en los últimos años. Se calcula que unos 250 millones de sindicalistas indios, tanto del campo como de la ciudad -una cifra equivalente al 3,3% de la población mundial- participaron en una histórica jornada de huelga de hace un año, el 26 de noviembre de 2020.
El anuncio del gobierno Modi -conocido por sus formas antidemocráticas y autoritarias- pilló por sorpresa a los campesinos, que no esperaban que la victoria estuviera a la vuelta de la esquina. «A pesar de muchas dificultades, hemos estado aquí durante casi un año y hoy nuestro sacrificio finalmente dio sus frutos», exclamaba, visiblemente emocionado, un agricultor de 36 años de Uttar Pradesh, en el norte del país.
La reforma agraria de Modi venía a agravar una situación ya de por sí antagónica y mísera en el campo hindú.
Una situación antagónica en el campo
¿Por qué las leyes agrarias del gobierno Modi han desencadenado una protesta tan masiva y sostenida por parte de los campesinos?
Amparándose en la grave situación sanitaria de la pandemia de Covid-19, el derechista y ultranacionalista gobierno del Bharatiya Janata Party (BNJ), promulgó en junio de 2020 tres leyes de reforma que pretendían la «liberalización y desregulación» del sector agrario
La reforma de Modi multiplicaba el poder -ya de por sí draconiano- que tienen las grandes multinacionales sobre el campesinado hindú, permitiendo a las grandes corporaciones agrarias, nacionales y extranjeras, decidir sobre qué cultivan los campesinos, a qué precio lo venden, y en qué condiciones. Tradicionalmente los agricultores vendían su cosecha a los mercados mayoristas estatales (mandis) con unos precios mínimos fijados por ley. La reforma agraria -con la bandera de «eliminar intermediarios»- arrojaba a los campesinos a vender su cosecha directamente a las grandes corporaciones, eliminando los precios mínimos y colocándoles al pie de los caballos de los gigantes monopolistas.
«Dejar que las grandes empresas decidieran sobre los precios y compraran cultivos enteros era el equivalente a perder nuestras tierras y nuestros ingresos», aseguraba Singh Charuni, uno de los principales líderes de la protesta.
La reforma agraria de Modi venía a agravar una situación ya de por sí antagónica y mísera en el campo hindú. Los agricultores de la India son en su mayoría pequeños o marginales: el 68% de ellos posee menos de una hectárea de tierra y solo el 6% de ellos recibe realmente un sostenimiento de precios garantizado para sus cultivos.
La mitad de los agricultores de la India ni siquiera sacan lo suficiente de la tierra como para vender a los mandis. Y los que logran comerciar con sus excedentes sacan unos pírricos ingresos que les obligan a un estado de endeudamiento perpetuo. El ingreso anual promedio de una familia de agricultores en más de la mitad de los estados de la India era de 20.000 rupias, unos 242 euros en 2016.
En el corazón de esta enorme victoria popular encontramos al potentísimo movimiento comunista hindú
Los comunistas, en el corazón de la victoria
La contundente victoria del movimiento agrario en el campo indio es fruto de la lucha de una gran y variada constelación de sindicatos y organizaciones agrarias. En ella destacan organizaciones de tendencia progresista, como la BKU (Unión de Granjeros Hindúes), pero -como no podía ser menos- encontramos en el corazón de las protestas… al movimiento comunista.
Una de las organizaciones protagonistas de este victorioso movimiento contra la triple reforma agraria del gobierno Modi es la AIKS (Unión de Granjeros de toda India), frente campesino del Partido Comunista de la India. El AIKS lideró las protestas contra las tres leyes en 2020; en enero de 2021 organizó un mitin de tractores en la capital, Nueva Delhi, y en octubre de 2021 protagonizó una multitudinaria marcha de agricultores en la frontera entre Delhi y Uttar Pradesh.