Crisis en Euskadi

Ibarretxe el flexible

Ibarretxe ha colocado la crisis económica como prioridad, a las puertas de unas elecciones que pueden condenarle al ostracismo por haber sido su prioridad el delirio sabiniano y recoger los réditos de la actividad etarra.

El quiebro que está dando Ibarretxe en cuanto a las rioridades nacionales de Euskadi, en una clara maniobra para crear las bases necesarias para un futuro acuerdo con los no-nacionalistas conciliantes (llámese Patxi López), está colocando la crisis en primer lugar. Pero es tan sólo una maniobra del subconsciente. Dice el Lehendakari que la "prioridad" de Euskadi actualmente es enfrentarse a la crisis económica "con energía e inteligencia" para "adelantarnos para la recuperación". Algo nuevo se ve en el horizonte, algo que significará un batacazo y requerirá un tiempo de recuperación. No desesperarse y saber moverse en la nueva situación son las claves. Ha subrayado que no se trata de volver al punto anterior a la llegada de la crisis, sino de "abrir camino" para llegar a un nuevo modelo. No se sabe si se refiere a que el modelo económico vasco está sufriendo una transformación de los industrial a los servicios, o que el modelo de hegemonía del régimen nazifascista impulsado por un sector del PNV que él representa se va a ver obligado a gestionar las riendas del país vasco desde la segunda fila. Para dar respuesta a esta "novedosa" situación, Ibarretxe ha destacado que será necesario tener "humildad, tensión intelectual y flexibilidad". Sobre todo flexibilidad. La de los trabajadores por un lado que van a ver su futuro y sus condiciones laborales y vitales tan torcidas que les recomienda encajar todo lo que venga. Y la suya, ya que tiene que acostumbrarse a la ausencia de EA y de los herederos de Batasuna. Por mucho que Urkullu manifieste que se siente sólo vasco y no le gusta que ondee la bandera española en el Parlamento Vasco, los exsocios saben perfectamente que el PNV va a hacer equilibrios al borde de la traición para salvar algunos de sus puestos de poder. Ibarretxe sigue. A su juicio, 2009 será un año "estratégico" ya que, según ha explicado, los países que consigan mantener su posición, entre los que ha citado al País Vasco, la mantendrán "durante muchos años". Ibarretxe también ha abogado por "hablar con claridad" a la ciudadanía sobre la crisis, ¿la del PNV?, y ha reconocido que este año será "muy crudo", se masca la derrota, pero ha hecho énfasis en que la economía vasca parte con unos mejores indicadores, y ha pedido que no se traslade un mensaje de "pesimismo" puesto que "la falta de esperanza paraliza". Se le acabó el mensaje de que con ellos en el poder la economía vasca funciona mejor que cualquier otra comunidad. Por tanto el problema para muchos ya no es que Madrid impide el desarrollo del País Vasco. El nacionalismo excluyente de Ibarretxe no tiene nada nuevo que ofrecer que no ofrezca Montilla, Chavez o Esperanza Aguirre. Las mismas recetas de siempre. Eso sí, reconoce que tiene "todos los ámbitos abiertos" para posibilitar el diálogo social y que "lo estamos intentando permanentemente", aunque ha reconocido "la dificultad que en este país tiene estar con todos a la vez, fundamentalmente con los propios sindicatos". Algo a lo que va a tener que acostumbrarse a partir de ahora.