En plena temporada navideña, Reino Unido está paralizado por huelgas y paros en multitud de sectores, los más intensos en décadas: desde el transporte a los aeropuertos, desde la sanidad a la educación, desde los conductores de autobús hasta el personal de hoteles y autoescuelas. Todos vienen a exigir lo mismo: la actualización de los salarios frente a una altísima inflación, y medidas que eviten su acelerada pérdida de poder adquisitivo.
Reino Unido no había vivido una ola de conflictividad laboral semejante en décadas. A los paros se han unido incluso sectores que nunca habían ido a la huelga, como el personal de enfermería de la sanidad pública (NHS). Con sus particularidades, las exigencias de todos los sectores tienen un común denominador: una subida de sueldos que se ajuste al encarecimiento de la vida por la elevada inflación, que alcanzó un 11,1% en octubre, su nivel más alto en 41 años. Una demanda a la que el gobierno conservador de Risi Sunak se niega en redondo, con el tan cacareado argumento de que tal alza salarial retroalimentaría la inflación.
Pero los trabajadores no cejan, y de hecho las huelgas van a más, sumándose más y más sectores laborales.
Los operarios del servicio ferroviario son uno de los sectores más destacados en este pulso, logrando ya unos paros que recuerdan a las históricas huelgas ferroviarias de 1989 contra Margaret Thatcher. A ellos se han sumado los conductores de autobuses urbanos. Al colapso para la actividad turística que ello supone se añade la huelga de los empleados de equipajes del aeropuerto londinense de Heathrow, la de los agentes de aduanas de seis aeropuertos más, o los de los hoteles Eurostar.
Otro sector emblemático en huelga es el de los sanitarios, tan imprescindibles durante la pandemia. Los conductores de ambulancia solo atienden urgencias, y otros trabajadores del Servicio Nacional de Salud británico se han sumado a la primera huelga del personal de enfermería en toda la historia de Reino Unido, convocada en todos los hospitales en Inglaterra, Irlanda del Norte y Gales.
La enseñanza también está en huelga, con paros de tres días en las 150 universidades de todo el país, especialmente intensos en Escocia, donde los docentes de primaria y secundaria se han lanzado a la primera huelga en 40 años. Los docentes de otras partes del Reino Unido también están considerando seguir sus pasos. Incluso sectores de enseñanza privada, como los examinadores de conducción, han convocado paros.
La respuesta de Downing Street ha ido más allá de enrocarse e intentar que escampe la tormenta perfecta de paros, anunciando su intención de buscan endurecer las leyes británicas para dificultar la convocatoria de huelgas en sectores clave, como el transporte.
Las espadas están en alto, pero las protestas de los trabajadores británicos ya han demostrado una fuerza no vista en décadas. De momento, las primeras navidades de Risi Sunak al frente del gobierno británico están dejando carbón al pie del árbol.