La izquierda gana contundentemente las elecciones hondureñas

Honduras: el retorno de los Libres

Los pueblos avanzan, y el Imperio retrocede. Doce años después del golpe de Estado 'made in USA' que desalojó a Manuel Zelaya en Honduras, la candidata de la izquierda Xiomara Castro (y esposa de Zelaya) arrasa en unas elecciones donde la movilización del electorado pobre ha sido decisiva.

El 28 de junio de 2009 un golpe de Estado instigado desde EEUU derrocaba al presidente Manuel Zelaya, que había cometido el imperdonable pecado de alinear a Honduras con los gobiernos progresistas y soberanos del frente antihegemonista latinoamericano.

Doce años después, tras un largo periodo de lucha y resistencia contra los diferentes gobiernos oligárquicos, entreguistas y proyanquis herederos del golpe de Estado -que han dejado al país sumido en la miseria, la violencia, la corrupción y la destrucción medioambiental- la izquierda encabezada por Xiomara Castro, esposa de Mel Zelaya, ha arrasado en las elecciones hondureñas.

«Doce años, doce años…» dijo la noche del domingo la ganadora de las elecciones hondureñas, Xiomara Castro, tratando de contener las lágrimas. En la cabeza de su millón de votantes sigue estando el recuerdo de la noche de verano de 2009, cuando unos uniformados sacaron de la cama, en pijama, al presidente Manuel Zelaya, a su esposa Xiomara, y a sus hijos. Luego vino una larga travesía marcada por el exilio y la difícil tarea de reconstruir una izquierda golpeada por la represión, los asesinatos y las desapariciones, y los continuos fraudes electorales de la derecha oligárquica.

Resultados de las elecciones en Honduras

Por eso este arrollador triunfo de la izquierda, ampliamente festejado en las principales ciudades y en las pequeñas aldeas de Honduras por las clases más humildes -y por los sectores movilizados contra los corruptos gobiernos de la derecha (trabajadores urbanos, campesinos, estudiantes, feministas, profesores) que se aglutinaron en el Frente Nacional de Resistencia Popular, germen del partido Libre que Mel Zelaya fundara al volver al país- tiene el dulce sabor de la reparación, de la justicia poética.

Después de dos intentos y mucho esfuerzo, Xiomara Castro se alza como presidenta con una con una contundente victoria electoral, acompañada de una alta participación (69%) que ha derrocado a la anunciada apatía y desánimo entre los votantes más pobres. Su partido, Libertad y Refundación, Libre ha ganado, con un 51% de los votos, en diecisiete de dieciocho departamentos, sacando casi 16 puntos de ventaja al candidato del gobernante Partido Nacional, el derechista Nasry Asfura (35% de los votos). Tercero quedó con el 9% Yani Rosenthal -detenido hasta hace pocos meses en EEUU por lavado de activos- del tradicional Partido Liberal.

La victoria electoral ha sido tan contundente y tan inesperada que el oficialismo, que estaba seguro de su triunfo ante los anuncios de una escasa participación, ha tenido que tomarse su tiempo para digerirlo. La misma noche electoral, cuando el recuento estaba dando una notable ventaja a la izquierda sobre el Partido Nacional, David Chávez -actual diputado y candidato a la alcaldía de la capital, Tegucigalpa- se proclamó como alcalde y a su compañero de partido, Nasry Asfura -conocido como “Papi a la orden”. como «presidente de todos los hondureños”.

Este arrollador triunfo de la izquierda tiene el sabor de la reparación, de la justicia poética.

No tardaría en comerse esas palabras por partida doble, porque Jorge Aldana, candidato de Libre a la alcaldía de Tegucigalpa -donde la derecha gobierna desde hace 30 años- también se ha alzado con el bastón de mando. A pesar de que las encuestas indicaban un posible cambio de ciclo, David Chávez cerró su campaña electoral subiendo al estrado, ante miles de seguidores, en evidente estado de embriaguez.

No sólo la izquierda ha ganado la presidencia y la alcaldía del país, sino que ha arrasado igualmente en San Pedro Sula, la otra gran ciudad y polo económico de Honduras, donde Libre triplicó los votos del Partido Nacional. Y los 51 diputados de Libre, en alianza con otros partidos, le dan la oportunidad de tener una estable mayoría en el Congreso Nacional.

Finalmente, hasta la derecha oligárquica y el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, han tenido que rendirse a la evidencia y reconocer a Xiomara Castro como presidenta electa. Un cambio de ciclo que pone además en un grave aprieto al presidente saliente, Juan Orlando Hernández (Partido Nacional). Su des aforamiento como mandatario lo pone en el punto de mira de la justicia: además de aparecer en los Papeles de Pandora, su nombre aparece 104 veces en el juicio contra su hermano, que fue condenado a 25 años de cárcel en EEUU por tráfico de drogas. También está tras las rejas el hijo del ex presidente Porfirio Lobo Sosa, que gobernó el país tras el golpe de Estado, entre el 2009 y 2013.

La izquierda hereda un país que atraviesa una situación socioeconómica y política extremadamente difícil. Honduras es -sólo detrás de Haití- el segundo país más pobre de toda América Latina

.

Los desafíos de un país devastado por el saqueo imperialista, la violencia y la corrupción

La presidenta electa asume el cargo a finales de enero, y heredan un país que atraviesa una situación socioeconómica y política extremadamente difícil.

Honduras es -sólo detrás de Haití- el segundo país más pobre de toda América Latina con un aberrante 74% de su población viviendo bajo el umbral de la miseria. Los ciclones, catástrofes naturales, sumadas a la pandemia de la Covid-19, y aliñadas por una nula ayuda gubernamental a los sectores más vulnerables, han agravado hasta límites indecibles los padecimientos de la inmensa mayoría de la población hondureña. Tras una caída del 7,5% de su economía en los últimos años, Honduras terminará el año con 700.000 nuevos pobres.

Hace años, Honduras era, como tantas otras naciones centroamericanas, un monocultivo de bananas y otros productos agrícolas para las grandes multinacionales del agronegocio, principalmente norteamericanas. Hoy su principal exportación es la mano de obra, en forma de grandes caravanas de migrantes, cientos de miles de hombres, mujeres y niños desposeídos de todo menos de su fuerza de trabajo, que tratan de atravesar Guatemala y México hasta llegar a la frontera norteamericana, donde les esperan alambradas y hombres armados. Las remesas de divisas que envían los migrantes suponen el 20% del PIB hondureño, el el mayor ingreso económico que tiene el Estado y en el único ingreso que tienen muchas familias.

Alegría entre los votantes de Libre al conocerse el resultado electoral

El país está azotado por unas tasas de violencia inauditas, que hunden sus causas en intrincadas tramas donde está mezclado el narcotráfico, la policía, los terratenientes y la corrupción. Los feminicidios, los asesinatos de miembros de la comunidad LGTBI, periodistas, abogados o defensores de derechos humanos o la naturaleza -así como de líderes sindicales o de partidos de izquierda- están tristemente a la orden del día. La izquierda hondureña tiene muy presente a la líder medioambientalista Berta Cáceres, asesinada en 2016, pero también a los veinte asesinados en las protestas posteriores a las elecciones de 2017 por fuerzas del Estado.

Con este panorama, Xiomara Castro ha prometido impulsar un amplio programa social que sigue la senda de la redistribución de la riqueza de los gobiernos de Zelaya, y que tratará de crear riqueza y empleo en el país. En la campaña se comprometió a apoyar a las pequeñas empresas y a las comunidades agrícolas, y también a avanzar en derechos y libertades: por ejemplo, recuperando los derechos reproductivos de las mujeres, impulsando un aborto de mínimos (violación, riesgo para la madre y feto inviable) en uno de los pocos países del mundo que prohíbe la interrupción del embarazo en cualquier circunstancia.

En cuanto al alineamiento internacional de Honduras, también se esperan cambios importantes, respecto a la obediencia sin matices de todos los gobiernos herederos del golpe de Estado respecto a los mandatos de Washington.

La izquierda de Libertad y Refundación se ha marcado como objetivo estratégico impulsar una Asamblea Constituyente que entierre el actual marco legal, que da toda clase de poderes a las multinacionales y a los terratenientes para expoliar el país. La gasolina o la electricidad tienen precios europeos, las corporaciones extractivistas hacen leyes a su medida, y se construyen hidroeléctricas controladas por diputados que se otorgan las concesiones a sí mismos.

En cuanto al alineamiento internacional de Honduras, también se esperan cambios importantes, respecto a la obediencia sin matices de todos los gobiernos herederos del golpe de Estado respecto a los mandatos de Washington.

Por ejemplo, Honduras era hasta ahora uno de los pocos países del mundo que reconocía a la «independencia» de Taiwán y vetaba las inversiones chinas, pero el equipo de Xiomara Castro ha dejado caer que podría cambiar de socio y abrir las puertas a Pekín en el que fuera el patio trasero de EEUU.

Asimismo, no son ningún secreto las buenas relaciones que Xiomara Castro y su marido, Mel Zelaya, cultivan con distintos partidos y gobiernos de signo antihegemonista en América Latina. Desde su cercanía a Daniel Ortega en Nicaragua, al gobierno cubano o a Nicolás Maduro en Venezuela, a su cercana relación con el MAS de Bolivia, a Lula en Brasil o a Alberto Fernández en Argentina.