El nuevo arma quirúrgica se llama Ultrasonido Focalizado de Alta Intensidad (HIFU, por sus siglas en inglés) y está revolucionando el tratamiento de enfermedades cerebrales de compleja solución, como el párkinson, tumores cerebrales o incluso el alzheimer.
El instrumento no está hecho de metal sino de vibraciones sónicas de alta frecuencia, de haces de ultrasonidos que se concentran mediante una «lupa», con gran precisión, en la zona deseada. Por separado, cada uno de ellos tiene poco efecto sobre el tejido que atraviesa, pero el punto en el que convergen (isocéntrico) recibe la energía conjunta de los cientos de haces emitidos. Así, esa suma de energías consigue elevar la temperatura de un punto diana del cerebro. Y las ultravibraciones hacen su efecto terapéutico, calentando o quemando la zona.
Este tratamiento ha dado extraordinarios resultados en el tratamiento de los temblores del Parkinson.La Clínica Universidad de Navarra, junto otros dos centros de nuestro país -el HM de Móstoles y el Centro Médico Diagnóstico Alomar en Barcelona- es el tercer centro hospitalario que incorpora esta tecnología, que combinada con la resonancia magnética -que permite monitorizar la intervención en todo momento- es capaz de eliminar los temblores del Parkinson: los ultrasonidos se aplican directamente a esas neuronas, eliminándolas para siempre.
Hasta ahora, la alternativa que tenían los enfermos de Párkinson para acabar con los temblores era la cirugía de estimulación cerebral profunda, colocando electrodos en el cerebro alimentados por baterías subcutáneas. Algunos, por su avanzada edad o por su precario estado de salud, no podían asumir los riesgos de una operación tan invasiva.
Pero esta técnica no es invasiva, no requiere de cortes ni de cirugía abierta, ni de anestesia, ni de postoperatorio. Los riesgos son mínimos y en cuestión de horas -o de minutos- el paciente se despide de forma indolora del temblor que le incapacitaba para las operaciones más básicas de su vida diaria. La mejoría se nota inmediatamente durante la operación.
Al paciente, despierto y consciente, se le coloca en la cabeza un «casco» -el marco de estereotaxia- que emite ultrasonidos de alta frecuencia focalizados en la zona diana. Este casco lleva dentro una membrana por donde circula agua refrigerada de forma constante, de modo que se consigue reducir la temperatura que generan los cientos de haces de ultrasonidos que atravesarán el cuero cabelludo, sin dañarlo.
Localizada la diana quirúrgica y visualizada gracias a la resonancia magnética de 3 Teslas, el neurocirujano comienza a aplicar los ultrasonidos. Primero se efectúa una descarga de prueba sobre el grupo de neuronas sospechoso de ser el causante del temblor. Se focalizan los ultrasonidos hasta calentar la zona a 40-45ºC, provocando una lesión reversible que no mata a las neuronas pero impide su actividad. Si entonces los temblores cesan, se confirma que éste es el núcleo malfuncional causante.
Una vez confirmada la zona diana, se procede a una segunda descarga de ultrasonidos aún más intensa, subiendo la temperatura hasta los 55-60ºC, lo cual provoca -con una gran precisión- una lesión neuronal irreversible. El nódulo neuronal problemático queda destruído y el problema queda resuelto.
«Si los técnicos perciben que algo va mal pueden retroceder o hacer una readaptación de la trayectoria de los ultrasonidos. El HIFU es un método mucho más controlado que una cirugía», afirma el doctor Raúl Martínez, del Centro Integral en Neurociencias (Cinac) en el HM Móstoles (Madrid). La nula invasividad hace que el paciente se vaya al día siguiente a su casa, con su calidad de vida mejorada radicalmente. «En la mayoría de los casos, si está bien realizado el tratamiento, los temblores no vuelven nunca», dice el neurólogo.
Sin embargo, advierten los expertos, aunque el HIFU es un eficaz tratamiento paliativo, no cura, no actúa sobre la causa subyacente de la enfermedad. Aún así, la eliminación de los temblores tiene un efecto de freno sobre el avance del Parkinson.
Ultrasonidos contra tumores y contra el alzheimer
Los HIFU han demostrado asimismo su eficacia en el tratamiento de enfermedades como tumores cerebrales, cáncer de próstata o miomas uterinos. Y parece tener un prometedor futuro en el tratamiento del Alzheimer.
En cuanto a los tumores cerebrales, a la baja invasividad y a la alta precisión y seguridad, los ultrasonidos permiten añadir dos enfoques. Pueden servir (de la misma manera que con los núcleos malfuncionales del Párkinson) para quemar el tejido tumoral antes de que crezca. O bien la aplicación de ultrasonidos de baja intensidad sirve para abrir la barrera hematoencefálica -la capa de células epiteliales que separa los vasos sanguíneos del cerebro- permitiendo que los fármacos quimioterápicos lleguen mucho más fácil y específicamente a esa zona del cerebro, aumentando en un 80% su efecto.
El Alzheimer es otro campo de batalla para los ultrasonidos. Ya se han desarrollado tecnologías ultrasónicas que limpian el cerebro de placas seniles neurotóxicas, las estructuras responsables de la pérdida de memoria y el declive de las funciones cognitivas en los pacientes con esta enfermedad. Los ultrasonidos terapéuticos centrados abren cuidadosamente la barrera hematoencefálica y estimulan la entrada de las células microgliales, las cuales ayudan a remover los cúmulos de proteínas beta-amiloides tóxicas, las responsables de las placas del Alzheimer. Luego la barrera es restaurada sin problemas.
Un equipo de científicos australianos ha probado la restauración de la memoria del 75% de los ratones en los que la técnica ha sido probada, con un 0% de daño al tejido que rodea el área tratada. El tratamiento está en fase de pruebas para el salto a la terapia en seres humanos.