Todas y cada una de las personas que han participado en el rescate de Julen, directa o indirectamente, merecen nuestra admiración. Pero, de forma espontánea y nada casual, una corriente poderosa de opinión lo ha personificado en la silenciosa sobriedad de los ocho miembros de la Brigada de Salvamento Minero llegados desde Asturias.
“Nadie se deja atrás en la mina”. Esta máxima de profunda solidaridad ha vuelto a hacerse efectiva. Descendiendo más de 60 metros en una galería de poco más de un metro cuadrado de espacio para rescatar el cuerpo de Julen.
En uno de los reportajes publicados sobre las operaciones de rescate, el articulista contaba que “en el trato a Julen ha predominado lo mejor de la cultura obrera de este país”. Incluso sin haberlo pensado ni formulado, no nos equivocamos, sabemos con quién estamos.