Miguel Ángel Escobar es secretario de Comunicación de UGT Cataluña
¿Cómo valoráis el resultado de la huelga y las manifestaciones? Porque en los medios se ha valorado como fracaso, muy tibiamente o separando la asistencia incontestable de las manifestaciones, del resultado de la huelga.
Estamos muy satisfechos del seguimiento de la huelga, porque hay elementos incontestables. A parte de que el consumo cae a niveles de fin de semana, siendo un miércoles, hay elementos objetivos que permiten pensar que, más allá de las valoraciones de unos y otros, la huelga se ha seguido. Y sobretodo en sectores y empresas donde hay un nivel mayor de sindicalización, delegados sindicales, capacidad de acción sindical… en grandes empresas, en el sector industrial, y en la administración pública. ¿Dónde menos? Donde los trabajadores están más desprotegidos, en el sector servicios, en el comercio… aún así, esta huelga, que no solo era laboral sino también social y de consumo, ha tenido un efecto muy evidente en el comercio, que ha disminuido su actividad. Hay que tener en cuenta que la capacidad de consumo de los trabajadores ha disminuido, por lo tanto el margen de beneficio de las empresas, sin contar con la subida del IVA.
¿Que luego los medios de comunicación hacen su particular visión?, estamos bastante acostumbrados, nunca nadie nos ha ayudado a hacer una huelga, nadie nos ha dado más espacio que el que nos hemos ganado a fuerza de combatir, no esperamos que nos regalen lo que ya previamente nos niegan.
Pero eso no nos descorazona, sabemos cómo fue la huelga, sabemos que las manifestaciones fueron masivas, y eso es lo que nos anima a seguir. Porque el que no pudo hacer huelga, porque realmente se jugaba el trabajo, vino por la tarde a las manifestaciones. Y el que no pudo hacer ni una cosa ni la otra, dio su apoyo desde las redes sociales. Ha sido un clamor muy grande y muy trasversal, no solo de los trabajadores o de los que tienen malas condiciones. Esta crisis nos está llevando a todo el mundo a la ruina a los trabajadores, a los pequeños empresarios, a los funcionarios… hay un clima innegable de que esta huelga tenía mucho sentido.
¿Valoráis que esta huelga y las manifestaciones permiten una mayor unidad de los diferentes sectores de la sociedad, es decir, crece la conciencia de que hay que supeditar las diferencias a la lucha contra los recortes?
Es más lo que nos une que los que nos pudiera separar incluso en términos tácticos. Asistimos a un intento de destruir todo aquello que nos parecía consolidado, casi un derecho adquirido: un sistema laboral equilibrado, donde se protege a la parte más débil, el derrumbe del Estado de Bienestar, donde uno tenía derecho a una educación pública y de calidad, mejorable pero con muchas garantías, igual con el sistema sanitario, las pensiones… «Si se piensan que la sociedad se va a quedar impasible, lo llevan claro»
Ha habido una generación que lo hemos vivido desde la normalidad, que quizás ese haya sido uno de los problemas, y ahora nos lo están quitando. Nos dicen que no es viable, que no se puede pagar, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades… en definitiva, toda la retaila que ya conocemos porque llevamos muchos años en crisis. Ese derrumbe afecta a toda la sociedad, a unos porque tienen que cerrar las empresas, a otros porque somos trabajadores y tenemos muchas dificultades para pagar la hipoteca y poder mantener un nivel de vida razonable, y poder llevar a nuestros hijos a la facultad… eso nos une, porque la capacidad del Estado de repartir la riqueza está cayendo.
Sin embargo vemos como sube un 10% la venta de coches de lujo, o siguen sin aplicar medidas fiscales a las capas altas de la sociedad, las SICAV siguen vigentes, el patrimonio sigue sin incorporarse al conjunto del esfuerzo fiscal del país, se quita el impuesto de sucesiones… en definitiva, más allá de lo que está pasando con el conjunto de la economía, vemos que el esfuerzo para salir que se le pide a los trabajadores es uno, y el que se le pide a la clases pudiente es otro.
En términos de responsabilidad son las clases pudientes las que han generado la crisis. Esa es la indignación que hay en toda esta historia. La gente dice que no, porque todos debemos hacer un esfuerzo compensado, justo y solidario para salir de la crisis. Por lo tanto, no aceptamos la mayor, que sea culpa nuestra. Esto está en la raíz del movimiento social en el que estamos los sindicatos y muchos más colectivos, en el fondo no queremos vivir un retroceso de cuarenta años.
Yo no admito que habiendo podido llevar a mis hijos a la facultad no lo haya podido hacer. Si piensan que la sociedad se va a quedar impasible, callada y sumisa ante semejante barbaridad lo llevan claro. Porque la factura social es tan grave que al final van a ocurrir cosas, si no ya veremos lo que pasa.
¿La unidad de los pueblos de España, Grecia, Italia, Irlanda, Grecia… es expresión de que nos enfrentamos a un enemigo común, el FMI y Berlín?
Claro que sí. Empezamos a identificarlo, aunque tengo que decir autocríticamente que tarde. Desde que se inicia formalmente la crisis en el 2008, Grecia, que se ha llevado la peor parte desde el principio, ha convocado 27 huelgas generales, que se dice pronto. Quizás desde el resto de países del sur hemos visto demasiado tarde que aquello que le ocurría a Grecia era un espejo en el que nos podíamos mirar todos los españoles, portugueses… ahora hemos reaccionado porque empezamos a notar la severidad de los recortes y de lo que significa quedarse sin futuro.
¿Qué ocurre?, como en todos los movimientos, cuesta empezar pero luego se coge velocidad. Hay que valor elementos que en algunos medios de comunicación se han infravalorado, y es que, por primera vez, los grandes sindicatos convocan una jornada única de lucha en toda la Unión Europea, algo que nunca había ocurrido. Esto significa un acuerdo entre los sindicatos del sur y del norte, que ya han empezado a sufrir la crisis.
Hay reflexiones de sindicatos alemanes que dicen que empiezan a temer que la inmigración del sur de Europa, de trabajadores cualificados, a países del norte, está generando presión sobre su sistema de relaciones laborales. ¿Por qué?, porque un trabajador, joven, de 30 años, con una carrera, un master, dos idiomas, en Alemania trabaja por menos. Y eso al final, cuando son miles de jóvenes, genera mucha competencia de la que se están aprovechando los empresarios alemanes, y eso ya les preocupa. El problema de nuestro modelo productivo es que pretenden que compitamos con las condiciones de trabajo del norte de África. Y eso es imposible. Si admitimos ese sistema de competencia perdemos.
Si hubiésemos sido más capaces de empatizar con lo que estaba pasando en Grecia, la huelga del 14-N se hubiera convocado hace un año, y este proceso hubiera empezado antes. En todo caso ya se ha puesto en marcha, y ese cuerpo social está empezando a construir una alternativa a la política que se está haciendo desde ámbitos europeos de dudosa legitimidad.
Desde luego Europa en su construcción política necesita un plus de democracia. No puede ser que las decisiones las tome el FMI, el BCE o la Comisión Europa. Si hay alguien que manda tenemos que poder votarlo, más si están por encima de los gobiernos. No puede ser que gente que está puesta ahí, no se sabe muy bien por qué, tomen decisiones que afectan a las vidas de las personas. Esto es lo que se ha puesto en marcha, y eso es lo que nos une a los que sufrimos las peores consecuencias de la crisis. Esto va a empezar a cambiar, está cogiendo velocidad poco a poco, pero ya es imparable.
¿Cómo se puede seguir avanzando en la unidad con sectores democráticos que todavía no se han unido a las movilizaciones?
Para empezar con humildad.
Esto de la Cumbre Social, que ha funcionado muy bien, por suerte es algo que en Cataluña hace muchos años que funciona: las coordinadoras, la plataforma contra los recortes, que ya tiene casi tres años en Cataluña. Y digo humildad desde las organizaciones más grandes. Ya nadie puede jugar a la hegemonía, a liderar el discurso. Esto tiene que ser colectivo y compartido. Cada uno desde su sector, el laboral, las hipotecas, la economía, el vecinal… tenemos que ser capaces de construir una alianza desde la que sea posible de generar un movimiento muy potente que pueda “mover turbina”. O lo hace o no hay movimiento. Eso es lo que esperamos que desde el ámbito de lo político se recoja.«Hay que construir la unidad sin hegemonías, con humildad»
El gran problema de la huelga y del movimiento social, tan trasversal y tan potente, es que es un movimiento de agua que tiene que mover la “turbina parlamentaria”. Hace falta una izquierda potente y plural que sea capaz de recoger todo esto y plantar cara políticamente con alternativas a quienes nos gobiernan. O todo esto lo convertimos en algo material y concreto que se capaz de entender las necesidades de todos, y no de unos más que otros, o este gobierno nos gobernará durante mucho tiempo.
Hay que convertir este movimiento social, porque no es fácil mover a una sociedad. Hasta que hemos entendido lo que nos pasa ha costado, hasta que los políticos han entendido que el problema de las hipotecas es grave han pasado años, y algunos llevamos con esto muchos años. Pues hay que aprovechar esos momentos de generar legitimidad para construir un movimiento político alternativo, desde lo progresista, que confronte las políticas neoliberales, antidemocráticas, y el poder al margen de los ciudadanos. Yo espero que eso ocurra, no se si participará el PSOE, IU, o algo nuevo y diferente, o todos juntos… pero o eso es así o esto será un enorme coitus interruptus. Una sociedad democrática quiere poder elegir a sus representantes para que estos configuren una realidad articulada con los intereses de la mayoría.