Elecciones presidenciales en EEUU

Harris vs. Trump: empate técnico a un mes de las urnas

A pocas semanas para la trascendental cita con las urnas en las elecciones presidenciales norteamericanas, las opciones de victoria de Kamala Harris y Donald Trump están prácticamente empatadas. Hay mucho en juego, demasiado. Las anteriores elecciones norteamericanas no transcurrieron de manera tranquila. No es previsible que estas lo hagan. Al cierre de la edición llega la noticia de un nuevo intento de asesinato contra Trump.

Cuando quedan menos de dos meses para las elecciones presidenciales de EEUU, en las que no sólo se decidirá el próximo inquilino de la Casa Blanca, sino qué línea y qué política llevará las riendas de la superpotencia, ambos candidatos, Harris y Trump, están prácticamente empatados, sin que ninguno de los dos pueda presumir de una ventaja significativa en los sondeos.

Una situación muy diferente a la del mes de julio, en la que el candidato republicano mostraba un notable ascenso -que se multiplicó brutalmente tras su fallido intento de asesinato en un mitin en Pensilvania-, mientras que un cada vez más cuestionado Joe Biden languidecía en las encuestas.

Todo cambió tras la renuncia de Biden -forzada no sólo por las encuestas, sino por la presión de los pesos pesados del Partido Demócrata, y sobre todo por los multimillonarios donantes oligárquicos, que amenazaron con esconder su chequera si el presidente no daba un paso atrás- y la irrupción de su vicepresidenta Kamala Harris como candidata demócrata.

En pocas semanas, una masiva campaña de imagen a favor de Harris ha creado un gigantesco clima de opinión a favor de la candidata, movilizando no sólo a los votantes demócratas, sino incluso a sectores de votantes tradicionalmente republicanos contrarios a Trump. Hasta el punto de revertir la tendencia de las encuestas, logrando una ligera ventaja para Kamala Harris, entre tres y cinco puntos por encima.

Sin embargo, se trata de una escasa ventaja en ningún modo concluyente. Y dadas las particularidades del sistema electoral norteamericano, poco importa que en el conjunto del país se detecte alguna mejor intención de voto para los demócratas sobre los republicanos. Hay que recordar que en las elecciones, la candidata demócrata Hillary Clinton perdió las elecciones contra Trump sacando casi tres millones de votos más que el republicano.

Esto es así porque en EEUU, los ciudadanos de cada Estado eligen a los compromisarios de un colegio electoral, que luego a su vez eligen a un presidente u otro. Cada Estado tiene sus reglas para elegir a sus compromisarios, pero en casi todos la proporcionalidad brilla por su ausencia. Esto quiere decir que aunque una vez hecho el recuento en Ohio el 45% de los votos vayan para los demócratas y el 55% para los republicanos, el 100% de sus 18 compromisarios serán para los conservadores. Es un todo o nada.

Por eso, la atención está puesta en los llamados «Estados clave» o «Estados péndulo», aquellos en los que las encuestas muestran que el «todo o nada» depende de unos pocos miles de votos. Los siete estados clave son: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, donde se espera una elección reñida.

Por eso, y dado que las encuestas están muy ajustadas en los siete estados péndulo, hace que sea difícil saber quién lidera realmente la carrera.

Demasiado en juego para unas elecciones tranquilas

Al cierre de esta edición, el FBI ha detenido a un nuevo francotirador que intentaba atentar contra Donald Trump, cuando el candidato republicano jugaba al golf en West Palm Beach, en el Estado de Florida. Poco después fue detenido por la policía

Hay mucho en juego. Aunque los dos contendientes tengan en última instancia el mismo objetivo -salvaguardar la hegemonía mundial de la superpotencia norteamericana, enfrentándose al ascenso de China y del resto de los BRICS, y conteniendo la pujante lucha de los países y pueblos del mundo, que golpean el orden unipolar de EEUU- representan líneas completamente contrarias en torno a la estrategia y las políticas para conseguirlo.

Harris y Trump representan cada uno a una fracción diferente de la clase dominante norteamericana, a diferentes sectores de la oligarquía financiera interesados -también materialmente, en su cuenta de resultados- en la victoria de uno o de otro.

El enfrentamiento entre estas dos líneas, entre estas dos fracciones, ya no se da simplemente entre «republicanos y demócratas», sino que ya se da incluso en el seno de los aparatos de Estado: en la justicia, en los medios de comunicación, en la policía, en los servicios secretos… Y ha generado no pocos choques antagónicos, que han dejado en vilo no sólo a EEUU, sino al mundo, como los permanentes bloqueos parlamentarios y cierres administrativos, o como la toma tumultuaria del Capitolio por los seguidores de Trump el 6 de enero de 2021.

Por eso, en estas semanas que restan hasta las urnas del 5 de noviembre, no se puede descartar que ningún suceso inesperado o explosivo, irrumpa sorpresivamente, dando un golpe encima de la mesa para decantar la balanza… en un sentido o en otro.

Al cierre de esta edición, el FBI ha detenido a un nuevo francotirador que intentaba atentar contra Donald Trump, cuando el candidato republicano jugaba al golf en West Palm Beach, en el Estado de Florida.

Hay mucho en juego, demasiado. Las anteriores elecciones norteamericanas no transcurrieron de manera tranquila. No es previsible que estas lo hagan.

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