Moïse es asesinado por mercenarios colombianos y norteamericanos

Haití: un magnicidio que huele a Norte

Todo el mundo en Haití sabe que los mandatos presidenciales suelen durar lo que tarda el inquilino de la Casa Blanca en bajar el pulgar. Por esa y otras razones, el magnicidio del presidente Jovenel Moïse -perpetrado por un grupo de exmilitares colombianos, en el que habían dos norteamericanos- trae aromas a viento del Norte.

“Si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato”

Jovenel Moïse era un presidente rico en enemigos. Sus corruptas, antipopulares y tiránicas políticas han desatado en los últimos meses fuertes y masivas protestas. Es un secreto a voces que otros sectores de la oligarquía -e incluso miembros de su partido- querían su cabeza. Pero todo el mundo en Haití sabe que los mandatos presidenciales suelen durar lo que tarda el inquilino de la Casa Blanca en bajar el pulgar. Y Moïse, que ya no podía presentarse a las inminentes elecciones de septiembre, había fiado su suerte a la cercanía con Donald Trump y se lo consideraba «quemado» dentro y fuera del país.

La madrugada del 7 de julio, un grupo de hombres que hablaban español e inglés, y ataviados con uniformes de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA) en la mansión del presidente de Haití, Jovenel Moise, y lo asesinaron en su dormitorio, sumiendo a Haití, el país más pobre de América y uno de los del mundo, en un nuevo rizo del caos perpetuo en el que hace tiempo vive. El 70% de sus 11 millones de habitantes viven en la pobreza o en la extrema miseria, una situación agravada por el terrible terremoto de 2010, que dejó 310.000 muertos y un país en ruinas, en el que poco se ha reconstruido.

Moïse, uno de los grandes oligarcas del país, llegó al poder en 2017 con la promesa de llevar agua corriente y luz eléctrica todos los hogares. Además de decepcionar masivamente a sus votantes, de verse envuelto en importantes casos de corrupción y de atacar las condiciones de vida de una población que vive en la miseria, Moïse se alineó totalmente con la política latinoamericana de Trump, esperando recibir favores del emperador a cambio de su total pleitesía. Rompió relaciones comerciales con Venezuela y se encaró con otros gobiernos progresistas de América Latina.

Arrinconado por unas protestas que reprimía sangrientamente, Moïse encendió las iras populares al tratar de alargar con triquiñuelas legales su mandato y clausurar el Parlamento. Su presidencia estaba cogida por alfileres, y sólo se sostenía con el permiso de la administración Biden, que junto a la OEA (Organización de Estados Americanos) y el Core group, el autodenominado «grupo de países amigos de Haití, entre los que está Canadá, EEUU, Francia, España o Brasil», respaldaban la opción de que Moïse concluyera su mandato en 2022, aunque exigían la restauración de los diferentes poderes del Estado.

Mercenarios colombianos… y norteamericanos

Sólo dos días después del magnicidio, la policía haitiana anunciaba que ya tenía a los autores. Era un comando de 28 militares, 26 de ellos militares retirados de las fuerzas armadas de Colombia, y dos estadounidenses de origen haitiano, James Solages y Joseph Vincent. Siete de los mercenarios habían sido abatidos en los tiroteos con las fuerzas de seguridad, quince habían sido capturados y el resto estaban en busca y captura.

La infiltración de mercenarios y paramilitares norteamericanos en Haití es algo habitual

Interrogados por la justicia haitiana, los dos mercenarios norteamericanos dijeron que habían sido contratados «como intérpretes» y que la misión era arrestar al presidente, no asesinarlo. Sin embargo, se negaron a revelar quién habría preparado y patrocinado la operación. Pero su presentación en casa de Moïse con uniformes de la DEA hace sospechar de la implicación norteamericana, de sus organismos de inteligencia y operaciones encubiertas.

De ser así no sería ninguna novedad. La infiltración de mercenarios y paramilitares norteamericanos en Haití es algo habitual, lo que por cierto explica por qué el tráfico de armas made in USA se ha duplicado en 5 años hasta el medio millón de armas, algo que añade un plus de peligrosidad a un país donde la pobreza y las mafias van de la mano.

Como informa el sociólogo y periodista argentino Lautaro Rivara para Telesur, «En febrero de 2019, ocho personas fueron capturadas en el centro de Puerto Príncipe. A bordo de dos camionetas sin matrícula, llevaban consigo rifles automáticos, pistolas, drones, teléfonos satelitales, un telescopio y chalecos antibalas, según lo informó entonces el propio Miami Herald. Al ser detenidos, adujeron estar en “misión gubernamental”. De qué gobierno, nunca lo aclararon. De los ocho, dos eran de las fuerzas de operaciones especiales de la Armada de EEUU, y uno un ex marine. Había también otros dos ciudadanos norteamericanos, dos serbios -uno residente en EEUU- y un haitiano. Con la salvedad de este último, ninguno fue citado a declarar ni compareció ante juez o autoridad policial alguna. Ante el desconocimiento del propio Primer Ministro de Haití, fueron llevados rápidamente a los EEUU, siendo escoltados, sin esposas, por el propio personal de su embajada»

Y pocos meses después, en noviembre de 2019, «otro ex Marine, fue detenido en el Aeropuerto Internacional cargando tres estuches con pistolas, rifles de asalto, municiones y pertrechos militares. Pese a ser trasladado a dependencias policiales, tampoco fue interrogado, y fue retirado expeditivamente del país con dirección a los EEUU», añade el periodista de Telesur.

Demasiados enemigos, pero una sólida sospecha.

Como en una buena novela negra, a Moïse no le faltaban enemigos. Las sospechas recaen hasta en su propio entorno, para empezar sobre los responsables de la seguridad de la residencia presidencial. Las investigaciones también se centran sobre Magalie Habitant, integrante del PHTK, el partido de Moïse. Una casa de su propiedad sirvió de piso franco al comando para preparar el magnicidio.

¿Quién dio la orden de liquidar a Moïse?. Quizá nunca tengamos las pruebas, pero los indicios de la participación norteamericana son abrumadores

Pero Moïse ya había sufrido otros intentos de asesinato, en los que parecen implicados destacadas cabezas de la oligarquía haitiana, enemigos jurados del finado. Grandes empresarios como Reginald Boulos o Dimitri Vorbe, dueño de la principal empresa eléctrica del país, a quien sin embargo Moïse dejó fuera de su proyecto de electrificación. Además de ser candidatos a ser presidentes de Haití, «siempre se disputaron con Moïse el privilegio de ser ungidos como favoritos por el establishment norteamericano», dice Rivara.

¿Quién dio la orden de liquidar a Moïse?. Quizá nunca tengamos las pruebas, pero Rivara no tiene dudas. «Lo que está claro es que el círculo del drama comienza a cerrarse en torno a tres grandes actores: los paramilitares y grupos del crimen organizado infiltrados y estimulados desde hace años en el país; los EEUU y su omnipresencia en la escena política haitiana -y también en sus más oscuros entretelones-; y las fracciones rivales de la clase dominante del país, algunas de las cuales consideraban ya hace tiempo que Moïse era un fusible quemado, y que era tiempo de reemplazarlo por otro que pudiera asegurar sus intereses de una forma más estable y duradera».

Y mientras llegan más piezas para este puzle, llega la noticia de que “para controlar el caos” el gobierno interino de Haití… ha solicitado a Washington el envío de tropas norteamericanas al país.

«Si parece del norte, nada como los del norte, y grazna como los del norte, entonces…»